Epílogo

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– ¡Lo encontré! –escuchó Seokjin la voz de Baekhyun pero no logró reaccionar, se sentía cansado, y no podía abrir los ojos– ¿Seokjin? ¿Me escuchas? –preguntó pero no podía hacer que su boca y ojos se abrieran. Sintió una mano en un costado de su cuello y luego un sentimiento de alivio– ¡Está vivo! –informó– Chanyeol, Kai ayudenme a levantarlo y a sacarlo de aquí –sintió como lo levantaban y comenzaban a moverlo–. DO llama a Youngji, dile que vaya para la mansión y nos espere ahí. Le avisaré a Suga que están en camino y lo que pasó –Seokjin no pudo escuchar más nada de repente.

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Choi Youngji se encontraba caminando de un lado a otro, trataba de respirar hondo y controlar sus nervios pero no podía. Minseo la observaba ir y venir, también nerviosa y preocupada por la salud de su hermano.

DO las había llamado a ambas y les había dicho lo que había sucedido.

Cuando Youngji había llegado a la mansión, Minseo ya se encontraba allí, ojos rojos y preocupación en todo su rostro.

La puerta de la mansión se abrió de golpe, haciendo que Youngji saliera de su mundo. En un segundo, sus facciones cambiaron.

– ¡Coloquenlo en la mesa! –gritó tomando el mantel y tirando de él para despejar el lugar– Minseo, voy a necesitar que me ayudes –le pidió mientras ayudaba a Chanyeol y Kai a poner a Seokjin sobre la mesa. Al no notar respuesta de parte de la chica, se dio vuelta para observarla. Minseo no apartaba la vista de su hermano– ¡Ahora! –volvió a gritar y como por arte de magia la hermana menor de Seokjin se acercó corriendo preguntando que necesitaba.

Mientras Youngji trabajaba con ayuda de Minseo, le daba indicaciones a los demás.

Chanyeol y Kai debían quedarse cerca para cuando ella terminara poder trasladarlo a una habitación. DO había sido mandado a buscar un par de cosas al consultorio de ella.

Suga y el resto del grupo estaban esperando fuera de la mansión.

Youngji no rezaba, no creía en Dios ni mucho menos en la iglesia, pero mientras sus ágiles manos trabajan sobre las heridas de Seokjin, rezó porque saliera de esta.

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Seokjin abrió los ojos lentamente mientras observaba a su alrededor. Su cuerpo aún dormido por los analgesicos.

Lo primero que observó fue a su hermana dormida a su lado en la gran cama, su mano aferrada a la suya como un salvavidas.

Lentamente movió su mano libre, quejándose un poco por el dolor, y apartó unos mechones rebeldes de la cara de su hermana menor. Ante aquel tacto, su hermana se despertó de repente.

– ¡Seokjin! –gritó mientras se abalanzaba sobre él y lo abrazaba. Su hermano se quejó y ella se alejó– Lo siento, lo siento –suspiró aliviada–. ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? Iré a llamar a Youngji –finalizó su cuestionario mientras se paraba, pero Seokjin la retuvo un segundo.

– ¿Qué sucedió con la chica? –preguntó preocupado. Minseo lo miró un segundo y negó la cabeza.

– Preocupate por eso luego, ¿si? –le pidió.

– Pero...

– Seokjin, estuviste casi dos semanas en coma, por favor –le rogó su hermana. Seokjin la soltó al notar la forma en la que lo miraba. Una mezcla de cansancio y preocupación–. Iré a buscar a Youngji.

Y sin más se levantó y salió de la habitación.

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– Lo siento mucho –dio sus condolencias Seokjin a la novia de Xiumin mientras sentía la culpa invadir su cuerpo. La novia de él negó con la cabeza.

– Sé que luchó defendiendo a los que le importan –dijo ella tratando de no llorar–. Xiumin era así –finalizó. Seokjin asintió y se alejó en silencio.

– ...le dije miles de veces que no fuera –lloró la novia de RM mientras llevaba un pañuelo a su nariz, Suga a su lado mirando el ataúd donde se encontraba uno de sus amigos. Al levantar la vista y ver a Seokjin, este asintió en forma de condolencia. Ella se lo agradeció de la misma forma.

Seokjin camino un poco más y salió al patio de la mansión Gank, encontrándose con la espalda de Youngji, quien parecía absorta en sus pensamientos.

Se acercó a su lado y la observó.

– ¿En qué piensas? –rompió el silencio. Youngji se sobresaltó un poco al escuchar una voz que no era la de sus pensamientos. Al ver que era Seokjin suspiró.

– Me asustaste.

– Lo siento –se disculpó–. ¿En qué pensabas?

– En el susto enorme que me pegué cuando vi lo grave que estabas –confesó–. En mis años siendo doctora, nunca sentí tanto temor por no poder salvarle la vida alguien.

– Pero lo hiciste.

– Sí, pero ¿cuántas veces tendré que hacer esto? –preguntó ella mirándolo– Casi no respirabas cuando llegaste aquí. Kai casi muere desangrado cuándo lo llevaste al consultorio –explicó–, no sé si podré...–pero no pudo terminar. Seokjin se había inclinado y la había callado con un beso.

– Ya me cansé de decirte siempre que eres capaz para esto –susurró él. Youngji se encogió de hombros–. Youngji-a –la llamó. Ella levantó la vista del piso. Seokjin le sonrió–, sé que no es el lugar adecuado para pedirte esto, pero...¿qué dices si oficializamos sea lo que sea que es esto? –Youngji levantó una ceja y se cruzó de brazos.

– ¿Me estás pidiendo que sea tu novia?

– ¿No quieres? –preguntó él sin comprender. Youngji sonrió.

– Te daré mi respuesta luego de que termine el funeral –respondió, para luego alejarse y entrar a la mansión.

– ¡Ya! ¡Youngji-a! –se quejó Seokjin, pero la dejó ir mientras sonreía.

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Oh Sehun había perdido la cuenta ya de los tragos que había tomado.

Suspirando, pidió otra botella mientras buscaba su billetera en los bolsillos de su campera, tardó unos minutos en encontrarla. Pagó y tomó la botella del cuello mientras se tambaleaba hacia la salida del bar.

Una vez en la calle, dejó que el aire de la noche lo refrescara.

Estaba cansado, había llorado a escondidas la muerte de sus amigos, y había tratado de ser fuerte en el funeral, pero su cabeza no paraba de repetir los buenos momentos con Xiumin y RM.

Sintió las lágrimas caer calientes sobre su rostro, y las quitó bruscamente con la manga de su campera de cuero.

Tomó otro trago y decidió dar una vuelta, pero al ir hacia la izquierda chocó contra un cuerpo.

El alcohol ingerido hizo que perdiera el equilibrio y cayera sobre su espalda, observó el cielo estrellado y se preguntó por qué la noche era tan hermosa en un día tan triste.

Una cabeza se interpuso entre el cielo y sus ojos, y Sehun pensó que era un ángel.

– Sehun-oppa –lo llamó preocupada el ángel– ¿te encuentras bien? ¿puedes pararte?

Pero Sehun no pudo pronunciar palabra, sus ojos se cerraron un segundo para luego dormirse profundamente.

Her  |Jin| {Cypher#2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora