Había amanecido

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Sintió ligeramente sus manos recorrer su espalda y le bastó para saber que había amanecido, sus besos en el cuello lo confirmaron. Se giró para besarla y abrazarla con sutileza, entre ligeras sonrisas y mucha complicidad. Le preguntó si quería café y respondió que no, que lo único que quería en ella esa mañana se encontraba ya entre tus brazos.

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