Seungmin y Chan no sabían cómo hablar cada vez que discutían, pero maldición, vaya que sabían follar.
➤Chan top! ; Seungmin bottom!
➤shortfic.
˗ˏˋ🔥 ; @𝙗𝙖𝙣𝙜𝙤𝙩𝙖𝙠𝙪. ˎˊ˗
Sí, tal cual, le guardaba un profundo resentimiento a aquella chica de largos cabellos y esbelta figura, la aborrecía por completo. Cada vez que la veía su estómago se revolvía en desagrado, la veía pasearse tan perfecta, con esa sonrisa en sus labios. La veía tomada de la mano con Chan, los veía besándose a veces en los pasillos, y maldita sea, por mucho que la odiaba, Seungmin admitía que a veces desearía estar en el lugar de Sana.
Ser él quien pudiera tomar la mano de Chan y besarlo en cualquier lugar sin problema, ser él quien pudiera disfrutar de sus caricias, ser él quien pudiera entregarle todo el placer que deseara. Seungmin nunca se había considerado alguien particularmente envidioso, pocas veces prestaba atención a las cosas que poseían los demás, siendo honesto realmente nunca había envidiado nada ni a nadie; hasta que conoció a Sana, hasta que la vio por primera vez sosteniendo la mano del chico que a él le gustaba. Ese sentimiento amargo de envidia inundó su ser.
—Deberías rendirte. —Le dijo Changbin mientras ambos caminaban en dirección a su primera clase del día. No se esperaba menos, Changbin siempre era negativo—, son felices juntos, en serio, ya déjalo.
No, ellos no son felices, quiso agregar. Ciertamente Sana y Chan se la pasaban por ahí presumiendo ser la perfecta pareja de revistas, cuando eso no era más que una farsa, cuando él había visto con sus propios ojos como Sana se besuqueaba con una chica detrás de las gradas. Pero por supuesto, él no podía decir nada eso, porque nadie le creería entonces, él quedaría como un mentiroso y envidioso.
—Debería pero no quiero. —Rodó los ojos, mientras rodaba los ojos—. Es lo mismo que tú con Felix.
Lee Felix era un tema sensible que ambos amigos no tocaban. Aquel australiano de pecosas mejillas era el amor imposible de Changbin, aunque aquello jamás se daría, todo porque su amigo era demasiado cobarde como para acercarse a hablarle al chico.
—No es lo mismo. —La voz del más bajo se oyó fastidiada—, Felix es un asunto diferente, sumando al hecho de que está soltero. No me estoy metiendo en ninguna relación como tú quieres hacer.
Seungmin rodó los ojos mientras ambos entraban al aula, sonriendo como si nada. Porque por supuesto, sabía que eso no era correcto, que no debía meterse, pero que más daba; toda esa fachada de inocencia que había a su alrededor no era más que otra mentira. Caminó hasta su asiento, viendo al australiano ya en el suyo y dedicándole una sonrisa.
—En serio, detente. —Murmuró Seo mientras tomaba asiento junto a su mejor amigo, rodando los ojos al verlo coquetear descaradamente con Bang.
Sería una larga mañana.
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Christopher mentiría si dijese que no se había dado cuenta de los coqueteos de Seungmin. Ese movimiento sutil en sus caderas, sin llegar a ser vulgar o exagerado, esas miraditas que le echaba de vez en cuando, como mordía su labio inferior. Sí, estaba consciente de que el chico evidentemente estaba coqueteando.
Solamente quería jugar un poco más. Presionar un poco más para ver hasta qué punto podría llegar Kim Seungmin. Él quería romper esa fachada de inocencia que mostraba, quería demostrarles a todos que Seungmin no era más que una sucia mentira, que debajo de esos bonitos ojitos de cachorro y esa sonrisa angelical había un tentador diablo escondido. Sería divertido. Solamente jugaría con él, lo empujaría más y más hacia el borde, hasta llevarlo al éxtasis.
Quería todo de Seungmin. Estaba consciente de que realmente no era correcto, puesto que tenía una novia a quién amar. Tenía a Sana que podría brindarle los mismos placeres que Seungmin, pero no sería lo mismo. Nunca lo sería.
Por eso, esa mañana, cuando abrió su casillero para sacar los libros para su primera clase, y encontró aquel pequeño post-it, reconociendo la caligrafía de Seungmin de inmediato, sonrió.
Sonrió porque aquella notita recitaba un: termina con tu novia, estoy aburrido.
Maldición. Ese chico terminaría por volverlo loco en todos los sentidos, pero siendo sinceros, ¿a quién le importaba eso?
