La Torre del Reloj, una de las tres ramas principales del mundo iluminada por la luna y la más grande entre las tres, este era la cuna de varios Magus de todas las generaciones, pero por desgracia esta no era la historia de un Magus corriente.
Aedus iba en camino a su habitación para descansar un poco, después de todo tuvo un largo día a causa de las travesuras de Flat, no es que haya sido nada grave pero aún así tuvo que limpiar su desastre, y pensar que ese chico era un genio en el Magecraft... A veces es mejor no pensar en esos giros del destino.
— ¡Aedus! — escucho un grito a la distancia, Aedus se volteó para encontrarse con su maestro que lo miraba con su típica cara amarga y con su pipa en su mano.
— ¿Si profesor? ¿Necesita algo? — le dijo Aedus al Lord a lo que él le respondió - No, no es eso, es solo que me llegó un pedido de la familia Edelfelt- finalizó el Lord con cierta preocupación.
— ¿La familia Edelfelt? ¿Acaso la señorita Luvia quiere que le cargue las compras otra vez? — pregunto un poco sorprendido por el aviso y preparándose mentalmente si ese era el pedido, después de todo la heredera no escatima en gastos con ese tipo de cosas y la cosa empeoraba cuando estaba acompañada con la señorita Reines y Gray que servía como muñeca para vestir para las dos nobles.
— No, ella quiere que la ayudes con un experimento — finalizó Lord El-Melloi II para que Aedus frunza el ceño ante el pedido de la heredera... Eso no podía ser bueno de ninguna manera.
Lo último que Aedus sabía sobre la heredera es que había logrado que Zelretch la tomará bajo tutela, ¿La razón de Luvia por aprender la segunda magia? El no lo sabía pero seguramente era para poder ganarle a su rival Rin Tohsaka quien se había convertido en una estudiante del Apóstol Muerto antes que Luvia, lo cual a ella le molestó.
Aún recordaba con esa dolorosa semana de práctica, mientras el pedido de estar bajo la tutela del Segundo Mago, Luvia entrenó autodefensa con Aedus, en otras palabras el pobre chico tenía que intentar derribar a la heredera sin ser lanzado o ser víctima de un suplex.
Su espalda dolió durante semanas.
— Espero que no se trate de la Segunda Magia —dijo Aedus con un suspiro, después de todo el conocía los riesgos. Después de ver la cara de cansancio de Aedus El Lord le dice que si es demasiado peligroso vuelva de inmediato y él tratará con Luvia más tarde a lo que Aedus le responde — No se preocupe profesor estoy seguro de las habilidades de la señorita Luvia así que no hay razón de preocuparse, de seguro todo sale bien — Aunque Aedus lo dijo para relajar al Lord también lo dijo para sí mismo.
La Magia o Magia Verdadera era algo que está más allá del Magecraft y la ciencia sin importar los recursos o el tiempo gastado, la Magia era lo que aspira un Magus ya que son ellos lo que son capaces de alcanzar la raíz.
Al menos así es ahora, en la Era de los dioses habían Miles de Magias pero debido a los avances tecnológicos se fueron reduciendo hasta quedar cinco las cuales se consideran verdaderas Magias.
Aún cuando tres de esas Magias están sin un portador.
Solo un tonto miraria en menos los peligros de la Magia, era mucho más probable que uno muera intentando hacerla que haciendola, o en un caso menos común aguntando la Magia, claro que se puede alcanzar pero solo una minoria es capaz de resistirla, una minoria de dos personas.
La primera Zelretch y la segunda Aoko Aozaki, la quinta Maga.
— Ahhh está bien si es lo que tú crees, solo ten cuidado — finalizó el Lord El-Melloi II cansado de toda la situación, a veces le costaba comprender la tonta fe ciega de su... asistente, esta no era la primera vez que Aedus se ponía en peligro para ayudar a Luvia o la apoyaba, si no fuera porque conoce realmente bien a Aedus o atribuiría a algún tipo de enamoramiento o algo semejante, pero ese no era el caso.
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Homúnculo atrapado en Remnant
Fiksi PenggemarAedus El-Melloi iba en dirección a su habitación, cuando su Maestro le dice que vaya a la mansión Edelfelt para ayudar a la heredera en uno de sus experimentos, Aedus acepta gustosamente sin saber que esa sería la última vez que vería a su maestro...