La llamada

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Poco a poco su vida estaba tomando un rumbo “adecuado”, tenía empleo, hacia lo que le gustaba (dibujar, crear, imaginar…) y estaba enamorado (aunque no era un amor correspondido), pero si todo estaba yendo “bien”, no entendía porque se sentía tan vacío,  además que su “otro yo”, seguía igual de presente, igual de molesto, igual de triste…

Ya había perdido la costumbre de ir a la terraza, pero aun así, en los días en que Daisy se ausentaba, le era inevitable subir a fumar un poco y hablar consigo mismo.

Estaba en esas, cuando entro una llamada de su madre (Sonia), no quería contestar, era cansado hablar y sobre todo evadir los múltiples pedidos de llamadas y visitas que había dejado de hacer hace ya varios años. Sin embargo, sabía que su mamá se preocupaba por él y por ello decidió responder.

-   Hola.

-   ¿Hola? ¿Ese es el saludo que le das a tu madre? --Dijo en tono de reclamo-- ¿Sabes hace cuánto tiempo no se de ti?

Mike blanqueo los ojos, al saber lo que se le venía y fingiendo un poco de desinterés en su voz,  respondió algo que sabía no era cierto.

-  ¿Dos meses?

-   ¡10 meses! -- Gritó -- me tenías preocupada, ¿Por qué tu celular siempre suena apagado? (Por que la Sim Card de la familia, solo la utilizaba en la noche entre las 12 y 1 de la mañana, solo para ver si hay noticias importantes, mensajes o llamadas que solicitarán respuesta)  ¿No escuchas los mensajes que te dejo en la contestadora? (Claro que los escuchaba, solo que no los respondía) ¿Acaso no entiendes que vivo con el miedo de perderte? ¡Eres en verdad un mal hijo! ¡No sabes lo difícil que es para mí ser tu madre!

Hubo un silencio pesado de ambos lados de la línea y luego en tono bajo lleno de resignación Sonia siguió diciendo:

-          Eres un malagradecido… ¿Cómo has estado?

-          Bien mamá, no debes preocuparte.

-          ¿Por qué siempre estás tan lejos? ¿Ni siquiera sé dónde vives? ¿A caso me odias?

-          No, no te odio -- dijo en voz suave-- lo que sucede es que me siento bien solo.

-          ¿Es porque me case con Richard?

Mike sabía que ella llegaría a ese tema, después de que su padre se fue de casa, quedo viviendo con su mamá, ella se esmeró por educarle y darle las oportunidades necesarias para llevar una vida digna, luego de esto, se enamoró de Richard, un buen señor alto, y un poco flaco, de cabello café y ojos negros llenos una amabilidad tan encantadora como pocas personas pueden reflejar… Mike no tenía nada en contra de él, todo lo contrario, le estaba muy agradecido por darle felicidad a su madre. Sin embargo, con la llegada de Richard, Mike se sintió fuera del cuadro y ahí fue entonces cuando decidió irse de casa.

-          No es eso mamá, ya sabes que siempre he sido descuidado, no soy de visitas, y no quiero que un día llegues de sorpresa a regañarme por el desorden de mi cuarto  (dejo salir una risilla)… En todo caso, no quiero que te enojes conmigo, prometo que un día de estos iré a visitarlos.

-          Siempre dices lo mismo  --Dijo como una niña haciendo una rabieta—espero que esta vez sea verdad.

Mike rió, sabiendo que no cumpliría lo dicho y dijo:

-          Te mando un abrazo.

Su madre guardo un silencio doloroso al otro lado de la línea y con la voz entrecortada, quizás por las lágrimas termino diciendo:

-          Te amo hijo, y lo siento.

Mike se sorprendió de aquel comentario “Lo siento”, quizás en el fondo, su madre sabia el motivo de su partida, eso le causo un dolor mortal en su pecho y un gran nudo en la garganta.

-          Ta-también te amo madre y no hay nada por lo cual disculparse…  adiós, ten una linda noche…

Dijo esto último con ojos aguados y la voz descompuesta, ambos se quedaron varios segundos en línea hasta que Sonia se decidió a cortar la llamada.

-          Ella es una buena mujer – Dijo su otro yo-. Es una lástima que ni tú, ni yo, seamos capaces de estar a su lado     

-     Lo sé.

-          ¿Deberíamos crear una tercera personalidad? alguien tan hipócrita, que pudiera ir fingir total felicidad. ¿Qué dices?

-          No seas imbécil, ese ya existió y fue una carga muy pesada ¿No le recuerdas?

-          ¡Ah sí verdad! --sonrió como recordando tiempos de antaño--  ese tipo de mil caras, fue el que me dio vida a mí, para que yo lo matara con mi actitud solitaria. ¿Eso te hace a ti el más antiguo no? Tú eres el auténtico – Su tono cambio de uno casual a uno de desprecio-- tu eres  el creador de personalidades, el inventor de escudos, el cobarde tras la fachada.

Mike se enojó y grito:

-          ¡Ya no es así! ¡¿Estoy aquí no?! ¡¿Estoy tratando de avanzar?! ¡he puesto toda de mí para no querer morir!  ¡estoy afrontando mis demonios! ¡Estoy enfrentándote a ti ahora mismo

-     Aaahh -- Emulo con sarcasmo-- ¿Quieres que te dé la razón? entonces dime -- le miró fijamente -- ¿Por qué me usaste a mí para hablar con mamá?

 Mike no pudo responder, se puso de frente al barandal de la terraza y miro hacia la calle, apretó sus manos con impotencia en la baranda de protección, y cerrando los ojos dejo caer unas cuantas lágrimas hacia el vacío, cuando abrió los ojos, estaba Daisy parada en la entrada del edificio, mirándole fijamente, esto le sorprendió, por lo que se ocultó enseguida y limpiando su rostro se fue a dormir, rogando para sus adentros que ella no le hubiera reconocido.

Estando en su cuarto, alguien toco la puerta, era Daisy, Mike abrió a la defensiva, esperando una conversación no deseada, pero en cambio encontró a una Daisy llena de vida, con dos docenas de cerveza dispuesta a pasar un buen rato. Esto animo a Mike quien gustoso le ayudo a consumir la cerveza hablando y riendo hasta el otro día.

Al despertar sintió que algo le impedía el movimiento, era Daisy quien estaba acorrucada en su pecho en la alfombra de su apartamento,  que sentimiento más feliz inundo su pecho, sin embargo un problemita abajo, le hizo salir de esa maravillosa escena e ir al baño antes de que ella despertase. Cuando salió (ya bañado y todo), ella aun  dormía, por lo que con ánimos de sorprenderla empezó a cocinar y prepararle un buen desayuno, se sentía tan contento que no tenía resaca, ni pereza, es más creía que tenía toda la energía del mundo lo que le hizo pensar que al lado de ella podría lograrlo todo. Para cuando Daisy despertó él tenía ya todo preparado, ella sonrió y ambos desayunaron juntos como recién casados. Mike se dejó llevar por el ambiente y dijo:

-          Me siento muy bien cuando estoy contigo

-          Yo también --respondió ella inocente--

-          Entonces ¿eso quiere decir que tengo un chance?

-          ¿Chance de qué? – dijo sonriendo--

-          No sé ¿Qué crees tú?

Daisy sonrió ante el coqueteo de Mike, pero de repente cambio su expresión tal y como si hubiera despertado de un sueño, y apresurándose a tomar su bolso despidiéndose.

-          Me voy, hablamos luego.

Salió del apartamento presurosa, dejando a Mike con medio pan en la boca y la duda de haber tirado con los pies lo que tanto se había esmerado en construir.

Desde su perspectivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora