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I

—Buenos días —saludó en la recepción de su nueva universidad—. Vine por mi horario y por las llaves de mi dormitorio. Soy nuevo.

—Por supuesto, ¿podrías darme tu nombre?

—Chanyeol —respondió con timidez—. C h a n y e o l —deletreó y la señorita del otro lado del mostrador asintió con una sonrisa amable.

—¿Chanyeol Park?

—Sí.

—Bien. Aquí está tu horario y las llaves de tu dormitorio. Tienes ya un compañero asignado, así que seguramente lo conocerás ahí. Bienvenido, y no dudes venir a preguntar cualquier duda que tengas.

—Muchas gracias —dijo sonriendo.

Chanyeol caminó por el campus, observando todo con admiración. Estaba emocionado y nervioso al mismo tiempo, pues después de todo, estaba entrando a la universidad.

Hacía dos años que había terminado el bachillerato, pero no había entrado a la universidad puesto que no tenía idea de lo que quería hacer con su vida. No tenía una pasión en sí, y, a pesar de que era un adicto a la lectura, no era algo a lo que quería dedicarse toda su vida. Por esa razón, su hermano mayor, Minseok, le aconsejó que se tomara el tiempo necesario para pensar en ello, que no había prisas por entrar ni por terminar. En ese lapso de tiempo, descubrió que le gustaba mucho la música, e incluso que se le daba. Había aprendido sólo a tocar el piano y también la guitarra. Descubrió que tenía una hermosa voz para cantar, y aunque no se sentía del todo seguro con ella, disfrutaba de cantar y lo hacía mientras tocaba el piano o la guitarra. También tomó clases de batería y aprendió a grabar canciones en un estudio profesional gracias a Yixing, el novio de su hermano, que de hecho lanzó su primer álbum y fue quien más lo alentó a que estudiara música, alegando que "un talento como el suyo no podía desperdiciarse".

Trabajó dobles turnos por muchos meses y recibió también ayuda de Minseok y de Yixing para poder juntar el dinero suficiente para pagar la universidad, y finalmente ahí estaba. Suspiró satisfecho consigo mismo. No sabía qué esperar, pero deseaba, con todo su corazón, que todo marchara bien y que todo su esfuerzo y sufrimiento valieran la pena.

Pero más esperaba poder encontrar a Kyungsoo. Su pequeño Kyungsoo, a quien tanto extrañaba y anhelaba ver y abrazar.

Dos años habían pasado desde que había partido para perseguir sus sueños al otro lado del mundo. Le había costado muchísimo trabajo aprender a vivir con el hecho de que ya no podía verlo todos los días como usualmente hacía y que no sabía cuándo iba a volver a verlo. Pero se esforzó. Se esforzó por él, porque quería regresar a él, porque quería hacerlo sentir orgulloso. Quería luchar por él porque el amor que le tenía era más grande que cualquier cosa en el mundo.

Kyungsoo vivía por el estilo. Le había sido muy difícil alejarse las personas que más amaba, pero por eso mismo, trabajaba lo más duro que podía, para que todo el esfuerzo y todo el sufrimiento que tuvo que pasar, no fueran en vano.
Él también extrañaba al alto, él también sufría y lloraba algunas veces por las noches porque le hacía falta y deseaba que el mayor lo envolviera en sus brazos y le dijera que todo estaría bien.

Desde que se fue, hablaron sólo un par de veces, y sólo había sido para saber cómo estaban. Sin embargo, un día Kyungsoo quiso enviarle un mensaje a Chanyeol que nunca fue respondido. Kyungsoo le preguntó a Jongin si sabía algo del alto, él le respondió que lo había visto esa misma tarde y que estaba bien, que lo que había sucedido era que había cambiado de número. Kyungsoo se sintió extrañado, puesto que estaba casi seguro de que Chanyeol le habría avisado que había cambiado, y le habría dado el nuevo.
Jongin le preguntó si quería que le pasara el nuevo número del alto, pero él se negó. Se negó porque tal vez, y sólo tal vez, sintió que Chanyeol no quería que tuviera su nuevo número. Sintió que tal vez, y sólo tal vez, Chanyeol ya se había cansado de esperar. Y tal vez, sólo tal vez, lloró esa noche hasta quedarse dormido.

***

—Oh, tú debes mi nuevo compañero, me avisaron de ti —saludó un chico un poco más alto que Chanyeol, con el cabello color castaño y desordenado—. Me llamo Yifan, pero puedes decirme Kris. Mucho gusto.

—Chanyeol —se presentó sonriendo, tratando de mostrarse seguro de sí mismo.

—Ah, ¿eres coreano? —preguntó y Chanyeol asintió—. Yo soy chino, pero viví en Canadá muchos años. También viví en Corea, así que hablo coreano también. Puedes hablar coreano o inglés conmigo, lo que te acomode mejor.

—Oh... —dijo sorprendido—. Gracias, Kris.

—No es nada. ¿Cuántos años tienes, por cierto?

—Tengo veintiuno.

—Genial, tengo veintidós. ¿Cuál es tu carrera?

—Música —dijo sonriendo con orgullo y Kris asintió.

—¿Te gustaría que te enseñe el campus?

—Sí, me sería de mucha ayuda —admitió—. Claro, si no tienes alguna ocupación o algo por el estilo.

—No te preocupes —lo tranquilizó—. Deja tus cosas en tu nueva cama y vamos. De paso podemos ir a comer algo.

Así lo hicieron. Tuvieron una larga caminata por el campus. Kris le mostró a Chanyeol el edificio de la facultad de música y el de teatro musical, pues era el edificio en el que ambos estudiaban, y le mostró el auditorio de la universidad, entre otras cosas.

—Y bien, Chanyeol —dijo cuando se sentaron a una mesa, en la cafetería de la universidad que, a decir verdad, era inmensa—. Cuéntame de tí. ¿Qué te trae a la enorme ciudad de Nueva York? ¿por qué decidiste estudiar aquí?

—Bueno... —suspiró—. La verdad vengo en busca de alguien.

—¿Cómo así? —preguntó con curiosidad.

—Verás, había un chico que conocí en mi último año de bachillerato y nos enamoramos, así que comenzamos a salir. Un día me dijo que tendría que venirse a estudiar aquí por cinco años, le pedí que me esperara y que regresaría por él.

—¿De verdad? tengo un amigo que tiene una historia excesivamente parecida. La única diferencia es que a él el chico que le prometió que regresaría por él lo olvidó por completo y tú estás aquí en busca de tu chico. Espero que lo encuentres —dijo sonriendo amigablemente y Chanyeol suspiró.

—Gracias. También yo.