Capitulo nueve [EDITADO]

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Narrado por Kyle:

La sinceridad es un valor excepcional en cualquier hombre con las pelotas donde debe tenerlas por lo cual negarlo era imposible: aquella criatura de ojos claros no solo me tenía cautivado, sino totalmente rendido a sus pies.

No podía dejar de verla. En cinco cortas e insignificantes palabras se explicaba el extravió de mi cordura.

Estaba condenado y completamente perdido por esa mujer, y maldición, lo sabía.

La cancha de Paintball quedaba en un sitio bastante alejado de Los Ángeles y mientras observaba a Tessa podía sentir una fascinación tremenda hacía la distancia que estaba entre aquel sitio y nuestras vidas. Esa cancha me obligaba a desconectarme del mundo y de los negocios que querían correr detrás de mi, solo eramos nosotros, un montón de barro y las armas listas para que jalemos el gatillo.

El paraíso jamás había estado tan cerca de la tierra.

—Tienes el campo libre. —Contuve el impulso de ladear mi cabeza para ordenar mis pensamientos, sabía que ni siquiera así lo lograría—. Kyle, tienes la oportunidad de darle en ese bonito y redondo culo que tiene.

Cualquier pensamiento se esfumó de mi mente en cuanto pude sentir el enfado escalando por mi pecho de manera peligrosa. Cody estaba tentando a su suerte y no queriendo perder el auto-control bajé el arma que sostenía mientras volteaba a verlo.

El uniforme militar que solíamos usar para aquellos partidos era siempre el mismo, pero nunca antes había estado tan sucio por la mezcla de barro y pintura. La cancha no estaba en las mejores condiciones, era prácticamente un reto jugar ahí, pero nos gustaba demasiado.

Me gustaba tanto como el pensar en partirle la cara al imbécil.

—¿Qué acabas de decir?

—Que puedes darle a Tessa y sacarla del juego. —No aparté mis ojos de él, aquello no era lo que había dicho—. Vamos, hermano. Sólo bromeo.

—No con ella, Cody.

—Sólo fue un comentario.

—Pues ahorrátelo, no lo pedí.

Lo vi comenzar a reír mientras se cercioraba de que unas cajas nos cubrieran con el fin de que nadie pudiera darnos. No tuvo reservas en burlarse de mi, y fue tentador dispararle incluso cuando estábamos en el mismo equipo.

—Joder, viejo, te tiene —soltó entre risas—. Incluso podría jugar golf con tus jodidas pelotas y la dejarías.

—Sabía que eras un imbécil con algún desequilibrio mental pero no creí que la muerte neuronal fuera una opción.

—Tampoco creí que un Stevenson se atreviera a mentir.

—Yo no miento —aseguré.

—Entonces mira a tu chica —dijo, señalándola—. Y dime que no harías cualquier cosa que te pidiera.

No era un mentiroso y no comenzaría a serlo ese día. Olvidándome por completo del juego caminé hasta ella sabiendo que Cody no dudaría ni un segundo en cuidar que nadie fuera contra mi, lo cual pude confirmar cuando la sostuve por la cintura y presioné mi pecho contra su espalda.

La había visto jugar sin intervenir por más de diez minutos, y no tenía ninguna duda de lo buena que podía llegar a ser. Tenía posturas firmes y seguras, por no ignorar la manera en que no titubeaba en jalar el gatillo pero no importaba que hiciera, jamás podría alcanzarme.

Eso estaba bien, no quería imaginar a alguien como Tessa Hemsworth teniendo tanta mierda dentro de sí misma.

—La tengo, señorita Hemsworth. —Mis labios rozaron su cuello y mi cuerpo entero se sintió vibrar—. Ha perdido.

The boy in my dreams [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora