Capitulo once [EDITADO]

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Narrado por Tessa: 


Negarlo hubiera sido una estupidez, o tal vez el mayor acto de cobardía por mi parte: cada vez que estaba junto a Kyle Stevenson perdía la noción del tiempo. No sabía cuantas horas habían pasado desde que había balbuceado de manera incoherente un montón de cosas metido dentro de la bañera, o cuantas veces había recorrido su rostro con mis ojos en aquel cuarto cubierto entre penumbras; pero estaba saliendo el sol, y yo no podía ni quería despegarme de su lado.

Los chicos me habían contado como habían sucedido las cosas y no podía dejar de reproducir sus relatos en mi mente. No habían visto a Kyle desde que me llevó a casa, y cuando lo volvieron a ver, fue vomitando por las escaleras mientras intentaba, demasiado borracho, encontrar su dormitorio.

Imaginarme a Kyle en esas condiciones hizo que se me revolviera el estomago. Estaba acostumbrada a Kyle siendo controlado, completamente autoritario. Era todo lo que había visto de él. Mantenía las situaciones corriendo en la palma de su mano y cuando se escapaban, el enfado lo invadía. Cerraba las manos en puños y estallaba lanzando puñetazos a la vida.

Y siempre recuperaba el control, los chicos me lo habían confirmado.

Sentí que se revolvía incómodo a mi lado y apoyaba su mano sobre mi cintura. Que me buscara de manera inconsciente logró desestabilizar mis pensamientos por completo y reafirmar el tirón que se hacía presente en la zona baja de mi estómago cuando estaba a mi alrededor.

No podía seguir ignorándolo: Kyle Stevenson me importaba demasiado. Verlo metido en esa bañera totalmente vulnerable había sido demasiado duro para mi, y no podía comprender cómo logró tambalearme tanto cuando seis días eran los que transitábamos con nuestros destinos chocando constantemente. ¿Sentía tanto por él debido a que estaba cayendo bajo sus encantos o por la conexión que unía? ¿Estaba a tiempo de solucionarlo? ¿Habían posibilidades de no salir lastimada?

Eramos diferentes, mierda, eramos completamente diferentes. Kyle Stevenson era el hombre que encarnaba las más profundas historias de terror que mis padres me habían contado de pequeña. Era el dragón que custodiaba a la princesa, el asesino que llamaba a la niñera a la madrugada, quien le rompía el corazón a la chica al final de la película.

Pero estaba dispuesta a encarnar a la persona más lastimada del universo solo por sentir una vez más sus labios sobre los míos.

Sonreí como una estúpida en cuanto noté lo jodida que estaba por él. Acaricié su cabello mientras lo veía dormir tranquilo, como si no estuviera alterando mi vida a su antojo con solo respirar. Después de todo no esperaba que Kyle entendiera mínimamente los sentimientos que comenzaba a desarrollar por él, nadie podía comprenderlos, ni siquiera yo.

Sólo sabía que no podía intentar rearmar mi vida antes de conocerlo porque había marcado un antes y un después que duraría por siempre.

Retiré su mano de mi cintura y con un cuidado extraordinario conseguí salir de la cama sin despertarlo. Estaba cansada, las horas sin dormir comenzaban a hacerse notar en la rigidez de mis articulaciones. Estiré los brazos por encima de mi cabeza, arquee mi cuerpo, y dejé escapar un bostezo tan grande que por poco se me cae la mandíbula.

Agotada, estaba literal y seriamente agotada.

Parecía que los bostezos escapan sin autorización de mi boca mientras caminaba hacía el ventanal panorámico que Kyle tenía ocupando prácticamente toda la pared. No me había levantado de su cama desde que lo habíamos instalado ahí y no veía porqué no tomarme el atrevimiento de recorrer su habitación.

Corrí la cortina oscura mirando a Kyle en todo momento. Cuando vi que el sol estaba por alcanzar su rostro me detuve permitiendo que siguiera en la sombra. De ninguna manera quería despertarlo cuando me disponía a husmear a su alrededor.

The boy in my dreams [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora