Capítulo dieciséis

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Alló?

La voz del otro lado del teléfono sonaba dormida y confundida.

—¡Franny, amigo! Soy yo ¡Antonio! ¿Recién te despiertas? Debe ser como el mediodía ¿Otra vez de juerga hasta la madrugada?

—¡Toño! Sacrebleu! ¡Eres tú! Mon ami, no puedo creer que esté escuchándote ¿De dónde me hablas? ¿Estás bien? Te escucho bien pero dime ¿Qué pasó? ¡No sabíamos nada de tí!

Antonio rió y se acomodó mejor en la calurosa cabina pública de teléfono.

—No puedo darte detalles, Franny, pero estoy bien. Nunca he estado mejor en mi vida. He conocido a alguien ¿Sabes?

La risa tranquila y natural del otro lado del teléfono le hizo esbozar una sonrisa de nostalgia al imaginar a su amigo con su particular forma de entenderlo y ver el mundo.

—No me digas eso, Toño, aquí hay varios que siguen preguntando por tí, les romperás el corazón. Dejando eso de lado, no sabes lo feliz que me hace escucharte y que me des ese tipo de noticia. Conociéndote seguro es alguien maravilloso que puede seguirte el ritmo.

—¡No te imaginas! Es fantástico y no sabes lo bello que es, siempre está simulando que está enojado y no le gusta mostrar sus sentimientos pero su sonrisa es de las más hermosas que he visto y es muy generoso y bueno con todo el que le importa y... ¿Estoy aburriéndote, verdad?

—No, no, mon ami, para nada. Sólo me estás haciendo sentir celoso. Me pongo feliz por tí —lo oyó riendo nuevamente—. Tuviste mucha suerte en encontrarme aquí, Toño, si tardabas algunos días más en llamarme no ibas a localizarme.

—¿Qué ha pasado? ¿Saldrás de vacaciones?

—Vengo de las vacaciones, fui a ver a Gil. Por cierto, estaba preocupado por tí también, no sabía por qué habías desaparecido, pero está bastante ocupado con el bebé. No lo has llegado a ver pero él y Elizaveta están en su propio universo. Tuve que ir a darle la bienvenida al nuevo integrante de la familia como el tío amoroso que soy —bromeó y su voz se volvió más seria por un momento—. Además Gil estaba bastante deprimido ¿Puedes creer que desapareció su hermano? No sé si te acuerdas de Ludwig, pero parece que Gil no logra localizarlo hace meses. En fin, el bebé lo tiene ocupado pero sentía que debía ir a darle una mano.

—Ah —suspiró jugando con el cable del teléfono sintiendo nuevamente la culpa dominándolo—. No pude despedirme adecuadamente de Gilbo y no puedo contactarme con él ahora pero dile de mi parte que estoy bien, que ya no corro peligro de ningún tipo, y que agradezco todo lo que ha hecho por mí ¿Puedo pedirte ese favor? También puedo asegurarle que Ludwig, donde sea que esté, se encuentra feliz y bien... Quizás reniega un poco porque no todos son ordenados y les gusta entrenar a las seis de la mañana como a él, pero por lo demás puedo decir que está feliz.

—Ay, Toño... —pudo imaginarlo negando con reprobación— Le haré llegar el mensaje, tú cuídate por favor, no te metas en más problemas de los que ya tienes.

—¡Quién viene a hablar!

—¡Ey! Estoy cambiando, estoy cambiando. He vendido el negocio, ya no había lugar para mí aquí, necesitaba redireccionar mi vida. Así que le vendí todo a las chicas y me voy a París a cumplir mi sueño.

—¿Cuál de todos? ¿El de ser una estrella porno, el de convertirte en chef, el de ser un mantenido por una noble aristócrata viuda o el de diseñar ropa de alta costura?

—Eres malvado conmigo, Antonio, te extraño —rió—. Diseñador, diseñador, montaré un taller en la calle Montmartre ¿Vendrás a visitarme algún día?

—Quizás el destino nos reencuentre y me encantaría conocer ese taller... —unos nudillos golpearon la puerta de la cabina haciéndolo levantar la vista— Franny, ahora mismo debo irme ¿Cuando te establezcas en París le dejarás el número a alguna de las chicas? Así les pido que me pasen tus datos cuando pueda volver a llamar.

—Claro, Toño, les dejaré mi número, tú vuélveme a llamar para darme más noticias como estas y no para pedirme que te meta en el baúl de mi auto, por favor. Supongo que hablaremos cuando el destino quiera reencontrarnos.

—¡Saluda a Gilbo de mi parte! ¡Adiós, Franny! Te quiero, mi amigo.

—Ya cuelga de una vez, nos esperan en el auto y está jodidamente caluroso aquí adentro. —Lovino se apoyó contra la pared dentro de la cabina de teléfono algo celoso de las palabras de despedida de Antonio.

—¿Quieres decir que te excita verme hablar por teléfono? No sabía que eso te hacía subir la temperatura, Lovi —colgó y lo observó con una sonrisa retadora notando cómo se le encendían las mejillas.

—¿D-de qué demonios hablas? Al auto, vamos —se volteó para salir del reducido espacio donde parecía haber menos aire aún que antes.

—¡Espera, Lovi! —tomó su mano y dejó en su palma una flor de camelia— La recogí para tí, te amo.

Lovino se olvidó de cómo respirar por un instante antes de volver en sí. Habían pasado varios meses desde que habían escapado juntos y se habían instalado en la casa de campo, todos los días Antonio aparecía con algo similar y todos los días volvía a sorprenderlo. Se llevó la flor al pecho dándose la vuelta para abandonar la cabina pero se detuvo un momento antes de salir para agregar en un susurro casi inaudible.

—También t-ti amo, Antonio.

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Camelia: La camelia significa "te querré siempre".

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Llegamos al final
Estaba pensando que Francis podría sacar la conclusión de que Antonio está saliendo con Ludwig por lo poco que sabe pero, en fin, da lo mismo.
Originalmente mi idea era que cada capítulo tuviera una flor diferente pero pasaron cosas y se me terminó haciendo difícil adaptar la historia para eso jaja.
¡Gracias y mil gracias por haber leído hasta el final!
Espero que hayas disfrutado la historia y me encantaría que me lo dejes saber con un comentario.
Nos leemos la próxima :3

El lenguaje de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora