Capítulo 25

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Punto de vista de Gia.

Llevábamos demasiadas horas esperando que Jean saliera de su intervención, los nervios nos comían y los segundos se hacían años, yo estaba sentada en una silla mirando al frente pero a ningún punto en concreto, mi cabeza estaba apoyada sobre el hombro de Ralf que de vez en cuando besaba mi cabeza para tranquilizarme porque sabía que en cualquier momento me daba un ataque. Me llevé la mano al vientre y lo acaricié varias veces y pensé en mil cosas, pensé en qué pasaría si Dios no lo quiera Jean no salía de esta, yo quedaría totalmente destruida y tal vez con un hijo.

Mi teléfono suena y me hace levantar la cabeza del hombro de Ralf para ver quien me llamaba, era Chris, de seguro la noticia del temblor ya estaba por todos lados y estaba preocupado, descolgué el teléfono.

— Enana, que bueno que me contestas. — me dice aliviado. — Me enteré de lo del temblor, ¿estás bien?

— Sí, yo si. — le digo con la voz rota.

— No me gusta esa voz, ¿qué te ocurre? — habla preocupado.

— Yo sí estoy bien Chris, pero Jean no. — le digo y tuerzo mi boca a punto de llorar.

— Oh enana, ¿qué le pasó? — me habla dulce.

— Pues se descolgó un hierro de un foco de luz y le golpeó fuertemente en la cabeza provocándole un traumatismo craneoencefálico y ahora le están interviniendo. — suelto un sollozo.

— Tranquila enana, todo va a estar bien. — seguro que estaba sonriendo de lado.

— solo espero. — mis lágrimas estaban amenazando con salir y me llevé la mano a la boca, Ralf me miró y dio un ligero apretón a mi pierna para tratar de tranquilizarme aunque no lo consiguió. — Christopher ahora no puedo...

— Sí, está bien entiendo. — continúa hablando. — al rato te llamo enana, cuídate.

— también tú. — le digo y cuelgo sorbiendo mi nariz guardando el teléfono en el bolsillo de mi pantalón. Luego de eso sentí la mano de Darían encima de la mía y la miro con el ceño fruncido en tristeza, ella me sonríe de lado de manera reconfortante.

Al cabo de las cuatro horas por fin recibimos noticias, una vez más el corazón se me paró y no recordaba cómo se respiraba.

— La operación ha ido bastante bien, por el momento JeanCarlo está bien, ahora toca ver cómo evoluciona en las próximas horas. — nos dice y algo de respiración recupero. — aún está con la anestesia pero si se le habla él oye, quizá que ustedes le hablen le ayuda a luchar y salir de esta. — me mira y me sonríe de lado. — como mucho de dos en dos pueden pasar a verle.

— muchas gracias señora. — dice Lib y la doctora desparece por el pasillo. — Gia. — me dice Libardo. — Sé que tienes millones de ganas de entrar, pero aún estás muy nerviosa y no sería la mejor opción.

— Libardo, me da igual cual sea la mejor opción. — le digo alterada. — cuando yo desperté en la sala de un hospital al primero que vi fue a Jean tomándome la mano, no me la soltó ni un segundo. — continúo. — yo no sé si puedas entenderme ahora mismo pero el padre de mi hijo ahora mismo está allí dentro debatiéndose entre vivir o morir y pase lo que pase, yo voy a estar con él.

— Yo voy con ella Libardo, así evitamos que se ponga más nerviosa. — dice Orson poniéndose a mi lado. — ¿vamos Nena? — yo le asiento con la cabeza y él me toma la mano para caminar hacia el lugar donde tenían a Jean, antes de entrar él agarró el pomo y me miró, suspiré y asentí antes de que abriera la puerta.

El entrar y verle ahí, rodeado de cables con una venda en su hermoso pelo moreno que tanto me gustaba tocar, rodeado de cables por todos lados; sus labios gorditos y rosados estaban blancos y agrietados y no porque esta vez se hubiera arrancado la pielcita con los dientes porque hacerse mierda los labios era su pasión, su cuello tenía una gran mancha de sangre; verle de esa manera me había roto el corazón. Mientras caminaba hacia él hecha un verdadero mal de lágrimas, Orson se quedó en la pared de la izquierda observándolo con sus ojos llenos de lágrimas.
Llegué a su lado y tomé su mano que estaba fría y rígida, estaba muerto sin estarlo.

— Hey Jeansito. — le digo inclinándome sobre él y sonriendo de lado mientras una lágrima caía sobre mi labio. — ¿pensaste que con esto te ibas a librar de la loca ecuatoriana? — me río y sorbo la nariz. — he tenido mucho tiempo para pensar durante tu intervención, y he llegado a la conclusión de que nunca te dije verdaderamente cuanto te quiero. — acarició su mano. — me centré tanto en fastidiarte para que te dieras cuenta que yo era tu mejor opción que no te quise bien. — miró hacia el techo y luego a Orson que me mira con los ojos brillantes para finalmente centrar mi atención en Jean. — fuiste inevitable ¿sabes?, llegué a CDMX jurando que no iba a durar aquí más de una semana porque el mundo de la influencia no era para mí y la idea de una fraternidad no me hacía mucha gracia. — me río y Orson también. — luego les conocí a ustedes, Libardo que me abrió sus brazos con un cartel que decía mi nombre, Orson intentando ligar conmigo desde que entré por la puerta del departamento de Ralf. — le miro y él sonríe. — Naim enfadado todo el tiempo porque perdía en él yo nunca y le tocaba beber Tabasco y luego le ardía la lengua, Ralf mandándonos a callar constantemente porque quiere dormir, Darían enredándome en sus planes malvados y en miles de locuras y tú, intentando ser duro conmigo y protegiéndome de todo a la misma vez, el que me abrazó las noches que tuve miedo, por eso me enamoré de ti; porque cuando me encerraba en tu cuarto cuando todos se dormían yo sentía que el mundo me sobraba, que existíamos solo tú y yo; y entonces entendí que yo que solo había jurado poder enamorarme de Erick, estaba recibiendo la lección de mi vida, querer a alguien con más intensidad y dolor del mundo. Porque es inexplicable la sensación que recorre mi cuerpo cuando me abrazas o me sonríes. Cuando me miras tiemblo y me he dado cuenta que me gusta. — pongo mi mano en su cabeza y con la otra sigo acariciando su manos. Además tú eres un hombre palabra, y me prometiste que cuando cumpliera los dieciocho ibas a estar conmigo sin miedo a nada, y tienes que cumplirlo. — me seco una lagrima. — Necesito que te despiertes Jean, porque tengo algo que contarte y necesito que estes despierto por favor. — apoyo mi cara en su mano. — esta loca quiere seguir haciendo TikToks contigo. — le miro, Orson se acerca a mí para darme un apretón en el hombro y yo suelto a Jean para girarme hacía él y dirigirnos hacia la puerta debíamos de dejarlo descansar.

— Así de loca me gustas igual. — escuchamos una voz ronca y los dos nos giramos rápidamente. — y no, no quiero librarme de ti. — miro a Jean que nos mira con los ojos aún decaídos y una leve sonrisa débil, mi sonrisa se hace enorme y me inclino hacia él.

— Jean... — le sonrio mientras las lágrimas de felicidad me recorren

— Bro... me alegro que despiertes. — dice Orson sonriendo. — voy a avisar a los demás. — después de eso sale.

— así que duro pero protector. — se ríe un poco y se duele.

— shh cállate. — le sonrio.

— Daría media vida ahora mismo por besarte. — levanta la mano para acariciar mi mejilla.

— tenemos tiempo, ahora solo recupérate. — me sonríe de lado y le acaricio la mano. Gracias vida, gracias por no llevártelo.

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HOLAAAAAA AQUÍ EL CAPÍTULO DE HOY.

¿Qué bueno que Jean está no? Pero siento decirles que no todo ahora mismo va a ser felicidad😕 ¿qué creéis que pasará?

LECTORAS FANTASMA NO.
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