Capítulo 10

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Punto de vista de Gia.

Abrí los ojos lentamente y me di cuenta que estaba en una habitación de hospital, me dolía muchísimo la cabeza y la mano cuando la levanté vi que tenía anudada la corbata de la fraternidad, no me jodas me corté. Cuando miré a la derecha Mía me encontré a Jean mirando a la nada pero tomaba mi mano entre las suyas mientras la tenía sobre sus labios. ¿No que estaba enojado?

— Hey nena. — me dice suave cuando ve que me desperté. — ¿como te sientes?

— un poco mareada. — le digo en voz baja ya que me cuesta bastante hablar.

— Nos preocupaste demasiado. — me dice aun sin soltar mi mano y yo tampoco suelto la suya.

— Lo siento. — bajo la mirada. — no quería que conocierais esta faceta de mi.

— ya Erick nos contó. — dice. — pero me gustaría que me contaras tú. — Él me mira suplicando que le cuente porque es algo que necesita entender para ayudarme, lo que no sabe es que me quema por dentro contarlo.

— Está bien. — suspiro. — cuando tenía siete años mi padre me pegaba al grito de que no valía para nada, que no significaba nada en la vida de nadie y ya fueron tantos golpes que me lo terminé creyendo, cuando cumplí diez años mi hermano Christopher se enteró de lo que mi padre hacía y se pelearon tanto que mi padre le dio una brutal paliza a Chris, él tenía diecisiete años, Christopher no le denunció porque tenía miedo pero no por él sino por mi y mi mamá. Papá comenzó a cambiar y se mostraba más cercano a mi era muy protector, a Los trece años empezó a abusar sexualmente de mí y a jugar con mi miedo de que volviera a hacerle daño a mi hermano o a mi madre y no podía negarme, Christopher se enteró de eso a mis catorce años y le devolvió aquella paliza que le dio, mi padre nos abandonó finalmente. Tras eso yo me volví una auténtica rebelde porque odiaba el mundo y me daba asco a mí misma, mi mamá vino a recogerme de las calles una noche y discutíamos cuando ella perdió el control del coche y chocamos, yo pasé un mes en coma y cuando desperté solo quería saber cómo estaba mi mamá pero ella ya... — comencé a llorar mientras se lo contaba. — Por eso me odio, Christopher tardó mucho tiempo en recuperarse de eso y no me dejó sola nunca y yo fui la culpable de la muerte de mi mamá Jean, yo la maté. Y por eso todo a mi alrededor muere porque no soy lo suficiente. — Jean soltó mi mano para abrazarme y tratar de relajarme.

— shh tranquila. — me acarició el pelo para que me tranquilizase. — no tienes la culpa de nada.

— Si que la tengo. — le digo. Sus manos suaves se entrelazaron con las Mías y me miró con los ojos más sinceros que tenía, me estaba abriendo su corazón.

— Has sufrido demasiado como para pararte a mirar que te sigan lastimando. — muerde su piercing en el labio inferior por la parte izquierda.

— Jean... — le digo en un susurro y su dedo pulgar atrapa mis labios para hacerme callar.

— De ninguna manera voy a permitir que sigas pensando que no eres lo suficiente para nadie. — me sonríe. — Para mi eres más que eso.

Cuando me dice eso yo sonrío y le vuelvo a abrazar, por fin nuestro enfado se había marchado y volvíamos a ser amigos. Jean desprendía un perfume a hombre que me había cautivado desde el primer momento que lo vi, y ahora no quería que se separara de mí nunca, me hacía sentir protegida y sabía que podía confiar en él de sobra.
Para provocar nuestra separación del abrazo ya estuvo Erick entrando en mi habitación mandando con la mira a Jean fuera de ahí ya. Él hizo caso pero no se fue sin antes dejarme un beso en la frente y guiñarme un ojo.
Una vez que Jean se fue Erick se acercó a mí y me dio un beso en los labios al que yo correspondí, luego me miró serio.

— Lo siento. — le digo. — apareció de nuevo.

— No puedes dejar que esa maldita voz en la cabeza que tienes te domine así. — en su cara no había otra expresión que no fuera seriedad, Erick mis problemas mentales se los tomaba muy enserio. Su teléfono empezó a soñar y lo sacó del bolsillo derecho delantero de su pantalón, lo miró y luego me miró a mi. — es Christopher. — descuelga el teléfono y yo bufo. — dime Chris... si está bien, estoy con ella ahora mismo... ya te la paso. — se acerca a mí y me tiende el teléfono.

— Que pasa. — le digo lo mejor posible para no preocuparle.

—¿Que pasa? Me tienes con el corazón en un puño, y tú me dices tan normal que pasa. — su voz se escucha alterada y preocupada. — qué mierda te pasó Gianna.

— Nada Christopher, solo un pequeño percance. — le tranquilizo.

—¿un pequeño percance? En cuanto te den el alta te coges con Erick el primer vuelo que haya para Miami y te vuelves con nosotros. — me dice.

— No, Christopher aquí estoy bien, Miami es justamente lo que no necesito. — oigo a mi hermano suspirar. — Christopher Miami es tu lugar, tus fans son tu lugar, tu gira y tu música son tu lugar no el mío.

— pero tú eres mi hermana pequeña.

— y esta bien, comprendo tu afán de protegerme, pero no quiero volverme a Miami, Christopher tengo una fraternidad increíble con la que voy a estar bien, esto solo ha sido un pequeño episodio pero no se volverá a repetir, te lo prometo. — mi hermano suspira.

—¿seguro que estás bien?

— si Chris. — miro a Erick que me está mirando. — a partir de ahora juro que esa voz en mi cabeza no va a poder conmigo.

—¿Quieres que vaya yo a México? — yo ruedo los ojos y Erick se ríe.

— No, Chris, además Erick está aquí.

— A veces me alegro de que el idiota ese sé haya enamorado de ti. — Erick se hace el halagado y yo sonrío.

— si, tengo mucha suerte. — nos damos la mano.

Finalmente mi hermano se tranquiliza y cuelga el teléfono a la misma vez que me entra sueño y me duermo, sé que al despertar Erick estará aquí.

Punto de vista de Jean.

Los demás chicos estaban en la cafetería pero yo no quería moverme de su habitación aunque no pudiera estar dentro porque estaba Erick, se notaba lo muchísimo que él la quería y como la conocía bien jugaba con ventaja, que digo ventaja yo ni siquiera estaba en el juego, o mejor esto ni siquiera era un juego Gia ya venía con él mucho antes. No me entra en la cabeza como Gia ha podido sufrir tanto, por qué le han hecho tanto daño si ella no se lo merece.
El cubano sale de la habitación de Gia y yo levanto la cabeza para mirarlo y él hace lo mismo conmigo cuando cierra la puerta al salir. Le sigo con la mirada y él se sienta a mi lado para después suspirar.

— Eres un buen chico. — me dice sin mirarme.

— ¿cómo puedes saberlo? — le miro.

— Has estado tomando su mano hasta que se ha despertado. — hace lo mismo. — La quieres, se te nota.

— Yo... — intento explicarme.

— No, no me voy a enfadar ni a pegarte, aunque te debo un puñetazo — nos reímos. — yo quiero a Gia y quiero lo mejor para ella, y no se trata de amor, se trata de todo. — le asiento con la cabeza. — Gia ha pasado demasiadas cosas en su vida para solo tener diecisiete años. — tuerce la sonrisa. — cuando la conocí era una mocosa de trece años y la vi apagada, no me imaginaba lo que pasaba por su vida en ese momento, solo la veía alegrarse por su hermano porque cumplía su sueño.

— Yo la conocí y no dejó de sonreír ni un segundo, me quedé pensado que esa sonrisa era hermosa. — sonrío de lado. — no te odio por quererla, me jode, porque comprendo el por qué la quieres.

— Si amas algo tienes que aprender a dejarlo ir. — y así me dejó el consejo de la persona que menos esperaba.

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HOLAAAA AQUÍ DEJO EL CAPÍTULO DE HOY.

mañana tengo examen de recuperación y quiero llorar porque no voy a aprobar porque mi profesora es una hija de...

No Way - JeanCarlo León. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora