ocho

2.7K 420 421
                                    

Los chicos no se habían juntado durante días, gracias a la escuela y el trabajo que le daban a Borja, Raúl tan solo había estado jugando en su casa, con su pequeño gato negro que había adoptado un mes atrás ¿Lo extrañaba? claro que si, esperaba con ansias a que fuera a visitarlo y simplemente llamara por teléfono para preguntar cómo estaba, la ansiedad recorría el cuerpo del pequeño ¿Y si Borja dejó de estar enamorado de él? se cuestionaba mientras acariciaba el suave pelaje de minino, ya era Jueves por la mañana, ese día no tenía clases, aunque era aburrido, su madre no estaba en casa ese día y estar solo para su cumpleaños era algo agobiante, aunque ya estaba acostumbrado, a que le deje una nota de feliz cumpleaños y el fin de semana si es que alcanzaba el dinero le compraría un pastel, su favorito como siempre, cerró sus ojos escuchando el sonido golpear las ramas de los arboles, un sonido relajante que podría hacerlo dormir en segundos, pero él no era de siestas, nunca lo fue. Un fuerte sonido se escuchó desde la cocina, su mirada y la de su gato se dirigieron inmediatamente a ese lugar, la pared de esta, para ser exactos el teléfono que se encontraba en ella. Con su gato entre brazos caminó hacia el y lo cogió.

—¿Hola? —habló por este, esperando una respuesta que segundos después se dio

—Está usted invitado a la gran fiesta de cumpleaños de Raúl Álvarez, hoy a las cuatro de la tarde en mi casa, habrá comida y juegos, y una pijamada de chicos, donde jugaremos toda la noche hasta desmayarnos del sueño —se escuchó al otro lado de la linea, inmediatamente el chico sonrió escuchando a Borja hablar como presentador de show de talentos, no pudo evitar soltar una pequeña risa, achinando sus ojos y agarrando el teléfono con más firmeza

—Acepto —murmuró  poniendo el teléfono entre su oreja y su hombro mientras miraba a su gato tratando de zafarse de su agarre, lo dejó con cuidado en el piso y tomó el teléfono con normalidad nuevamente— estaré ahí en una hora —dijo emocionado y colgó, con prisa corrió a su habitación y tomó su toalla, a pasos rápidos fue al baño y abrió la llave de la ducha, para poder ducharse, se quitó toda la ropa y contempló su cuerpo en el espejo, estaba bien para tener trece años recién cumplidos, aunque sus brazos y piernas eran delgados, tocó uno de ellos pasando su mano de arriba hacia abajo, sintió los delgados y casi invisibles vellos de este, se preguntaba cuando iba a empezar a tener pelo en su cuerpo, porque por ahora esos eran los únicos, se metió en la pequeña ducha, el agua tibia empezó a caer por su cuerpo. Estaba seguro de que ese sería el mejor cumpleaños de su vida

Al salir se secó y caminó a su cuarto, ya faltaba poco, buscó la mejor ropa que tenía en su ropero y se la puso, como siempre se echó crema en la cara, su madre siempre le había dicho que eso era esencial para tener una piel linda, peinó su cabello hacia adelante, como siempre, tapando su frente y dejando que algunos mechones rebeldes cayeran sobre su rostro, se echó la colonia que le había comprado su madre, ató los cordones de sus zapatillas y salió de su habitación nuevamente, en una hoja que él había dejado ahí anteriormente escribió en grande "Borja me ha hecho una fiesta, dormiré allá, tk" y finalmente salió del departamento, tomó su bicicleta y se montó en ella, manejando en dirección a la gran casa de Luzu, iba con una pequeña sonrisa en su rostro y con el viento pegándole en la cara, era la primera fiesta de cumpleaños que le hacían, era realmente emocionante. Al llegar dejó la bicicleta afuera de la casa, a un lado de la entrada, observó el botón del timbre y tomó aire, estaba nervioso y feliz a la vez, soltó una pequeña risa nerviosa y presionó de este, sonó el ruidoso sonido y pasado segundos vio cómo la puerta se abrió y detrás de esta apareció un muchacho de pecas y cabello desordenado lo esperaba con una sonrisa, tomó su muñeca y lo acercó a él para darle un corto pero significativo abrazo, pudo observar a una señora ya de edad mirándolo con una sonrisa detrás de Borja.

—Feliz cumpleaños, tío —dijo sonriente y cerró la puerta de entrada, al entrar completamente a la casa observó las serpentinas que colgaban por las paredes y la gran mesa, en la que había un mantel colorido y dos gorros de fiesta— ven —indicó el mayor, como de costumbre Raúl lo siguió, el castaño tomó uno de estos y se lo colocó al cumpleañero en la cabeza, poniéndose él el otro y observándolo con una sonrisa

ᵇᵒʸˢ ᵈᵒⁿ'ᵗ ᶜʳʸ ; ˡᵘᶻᵘᵖˡᵃʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora