INTRODUCCIÓN

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Maria Simma es una mujer como pocas y privilegiada extraordinariamente. No se ha dado por vencida en su determinación ni ha flaqueado en sus creencias a pesar de las oposiciones a los largo de su vida. Su huella solitaria ha resultado una cosecha que solamente puede ser entendida a través del velo que nos separa de la eternidad. Sus experiencias son el resultado de un don. No las buscó con premeditación, mientras que para muchos de nosotros, en este camino a través del cual nos desarrollamos, nuestro entrenamiento requiere de una cuidadosa atención, de observación y de algunas sacudidas. Estas son las normas que estableció Nuestro Señor Jesús, como leemos en Mateo 7, 7.

Hoy, para la mayoria de nosotros, la oración -si la hay- consiste en pocas palabras formuladas rápidamente, tras lo cual continuamos con lo nuestro. Pero al sentarnos tranquilamente y escuchar cuidadosamente, tomando nota de los pensamientos y observando las imágenes, entramos de lleno en el mundo real y comenzamos con la ventaja de saber qué es lo que el Señor -que nos ama- tiene en mente para el día. Dios es el creador y su libro de instrucción se encuentra impregnado de amor. A medida que lo exploramos con confianza, observamos que existe un mundo imconmensurable de eternidad que gira a nuestro alrededor.

Maria ha sido alertada de la necesidad imperiosa que tienen todas las almas que vagan y que sufren, que claman por las tareas que no concluyeron, por oportunidades perdidas, por sus pecados mientras vivieron. Todavía no han llegado al Cielo e importunan, visitan, invaden, agobian y causan dolencias y enfermedades entre los vivientes en un intento vano, en su mayor parte, para que oremos y nos sacrifiquemos por ellas. La medicina y las terapias pueden eliminar síntomas y aliviar sufrimientos, pero en la inmensa serie de nuestros problemas, la influencia ancestral es, a menudo, la raíz de los mismos. Aún cuando se ha comprobado como cierta esta forma diferente de encarar el tema, no solamente por la paz que trae el consejo de María sino tambien porque así lo han expresado varios consejeros legos y eclesiásticos, esto nos revela que la mayor parte del mundo de la medicina ha utilizado solamente una cortina de humo. No existe entonces riesgo de daño ni una pila interminable de facturas por pagar con esta forma de encarar el asunto; por lo tanto, si seguimos lo que dice este libro, haremos lo que María indica y asistiremos a la santa misa, a la Comunión o a lo que también se conoce como la participación del pan. Allí podremos interceder por las almas santas, pues si aceptamos el don de perdonar, obtendremos tanto para ellas como para nosotros la sanación de la enfermedad, y haremos más breve su tránsito hacia su liberación.

En los casos de niños olvidados, el proceso es rápido, mientras que en el caso de adultos es más lento y puede requerir repeticiones, puesto que necesita una purificación y redención mucho mayores. Y en este punto también deberíamos solicitar a los ángeles, quienes aguardan nuestras instrucciones, que intercedan por ellos. Asi como nuestras propias confesiones sanan más cuando las expresamos en voz alta, también pasa lo mismo cuando escribimos los pecados de nuestros antepasados con el fin de hacer objetivo el problema. De este modo, nosotros, que sufrimos del "sindrome de posesión" podemos separarnos de quienes nos presionan. El señor no reveló quién puede conducir está búsqueda, ni las normas que la rigen, ni el tiempo y lugar. Todo lo que dijo fue: "Hagan esto en memoria mía". La palabra que funciona es memoria -una renovación o re-unificación de sí.

Con gran devoción, este autor ha trabajado para beneficio de toda la humanidad al proponernos este diálogo con María Simma. Nos abre oportunidades infinitas para sanar, y por ello, alabamos y agradecemos a Nuestro Señor Jesucristo.

Dr. Kenneth McAll
Psicólogo Asesor
Ministerio: Sanando el Árbol Genealógico
Brook Lyndhursi
Hampshire, Inglaterra
10 de julio de 1993

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