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                               Hyesook;

Es tarde, es tarde, es tarde.

Me susurro interiormente mientras me ponía la chaqueta estudiantil y seguidamente recogía de mi cama la mochila organizando mi pelo una vez más. Salgo prácticamente corriendo como si mi vida dependiera de ello y ¿para que mentir? Prácticamente si está colgando de un hilo justo ahora mismo.

Mi madre me grita que desayune pero solo continúo corriendo. Y mientras corría lo más que podían permitirme mis piernas miré levemente mi reloj de pulsera. Solo tenía que rezar porque el profesor Jung no me castigara. Cosa de la cuál no podía librarme fácilmente.

Cuando bajé del autobús, que estaba frente a mi preparatoria tomo bocanadas de aire, dispuesta a esquivar el castigo de la manera que fuese. Y quiero justo ahora tener la capacidad de convertirme invicible. Que lindo sería. Y trato -y sé que trato pero es imposible- de pasar por detrás del señor Jung sin que se entere. Pero, como me imaginaba, mi querídisimo plan fracasó.

—¿A donde crees que vas? —el profesor Jung me cogió del brazo mientras caminaba in fraganti tratando de entrar a la escuela sin que me viese— siempre llegando tarde.

Me pone en la fila de los otros siete chicos que llegaron tarde. Cuatro varones y tres chicas contándome a mi. Refunfuñé, y traté de convencerlo e inventar alguna excusa.

—Profe, verá, es que se murió mi perro —miento haciendo pucheros.

—¿Lo enterraste esta mañana? —arquea una ceja.

—¿Cómo lo sabe?

—¿Cómo puedes ser tan mentirosa? —me dá en la cabeza con una libreta que tenía en su mano izquierda.

—¡Ah! Profe! —exclamo sobándome la parte de la cabeza en la que me golpeó.

Me fulminó con la mirada y luego comenzó a mirarnos a todos.

—¡¿Se puede saber hasta cuando tendré que soportar que lleguen tarde!? —grita haciéndonos saltar en nuestros sitios—, ¿es que no se acaban de dar cuenta, de que tienen responsabilidades? ¡Son unos irresponsables!

Otra vez eleva su voz y hace que todos nos asustemos. Habían muchísimos alumnos mirando por las ventanas de sus salones, hacia nosotros.

—Los varones, planchas —ordena a los chicos de la fila.

Todos los chicos de la fila, se ponen a hacer planchas.

—Señoritas, de rodillas con las manos arriba —ordena.

Nos agachamos todas, y levantamos nuestras manos. Que injusto. Mañana sea como sea debía despertarme temprano. No podía seguir recibiendo esto.

—Van a estar así hasta que se acaben los dos primeros turnos —ordena.

—Profe, eso es mucho tiempo —me quejo.

—Usted hasta el tercer turno —dice. Abro mi boca enojada a punto de hablar—, si dice algo más hasta el cuarto.

Bufo y me quedo callada.

Mis piernas y rodillas comenzaban a doler, y el primer turno ni siquiera se acababa. Los chicos, seguían haciendo planchas. Cada vez más lentas, y las otras dos chicas, castigadas, estaban llorando mientras estaban en la misma posición que yo.

ㅡEsto es para que aprendan a levantarse temprano —dice el profesor.

Miro hacia abajo, resignada contando los minutos para que me pueda levantar de aquí. El dolor que tengo en mis rodillas ni siquiera lo puedo explicar y mucho menos, el calambre que tengo en mis brazos.

Solo aguanta, Hyesook.

—Oh...príncipe —oigo murmurar a el profesor, sin embargo el dolor que tengo en todo mi cuerpo, hace que me pese hasta mover mi cabeza.

—Levántate, HyeSook —la voz ronca de TaeHyung. Levanto mi cabeza con algo de dolor.

—¿TaeHyung? —frunzo el ceño.

Él coge uno de mis brazos, y hace que me levante. Casi me flaquean las piernas del dolor que se extiende en estas.

—Disculpe príncipe, pero estos alumnos están castigados —saltó el profesor Jung.

—Ahora no. Ustedes, levántense ahora mismo —ordena Tae con esa voz tan ronca que lo hace sonar tan autoritario.

Todos lo hacen, y una vez que Tae se asegura que todos ya no estuviesen ante los castigos extremos del profesor, comienza a caminar, luego de tomarme del brazo prácticamente arrastrándome.

—Yah, detente —tiro de mi brazo, haciendo que se detenga.

Se gira a verme serio, y suspira negando. Pone sus brazos en jarra  y ajá. Ya viene su regaño matutino.

—¿Eres tonta? —suelta mirándome mientras fruncía el ceño.

—No es para tanto —me quejo.

Él rueda los ojos. Claramente enojado.

—¿No es para tanto? Solo mírate esas rodillas. Deja de llegar tarde.

Lo ignoro.

—Me iré a poner hielo.

El ladea la cabeza viéndome como si fuera un padre mirando a su hija irresponsable.

—¿Se puede saber hasta cuando seguirás llegando tarde? —arquea una ceja esperando mi respuesta.

Y vale, creo que sí me estaba pasando. ¡Pero no lo hacía a propósito! Presiono mis labios en una fina línea.

—Lo siento —murmuro en el fondo apenada.

Niega, humedeciendo sus labios.

—¿Que haré contigo? —suspira. Agita mi cabello despeinandolo.

—¡Hey! —aparto su mano de mi cabeza. Siempre despeinándome. Con el trabajo que me costaba mantener mi pelo organizado.

Sonríe levemente.

—Como sea, haz lo que tengas que hacer, y luego ve a tus clases —me dice.

Asiento.

—Está bien. Ahora me voy. Hasta luego príncipe —digo sarcástica, y sujetando las esquinas de mi falda de uniforme, hago una improvisada reverencia.

Él sonríe de lado.

—Vete de una vez, HyeSook —dice dándose la vuelta para irse hacia su salón.

Sonrío y me dirijo a la enfermería.

¶Casada con mi Mejor Amigo__ⓣⓐⓔⓗⓨⓤⓝⓖ BTS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora