Nueve. La salida.

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El tiempo trascurrió con más rapidez

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El tiempo trascurrió con más rapidez. La rutina que tenía era la misma la escuela, el trabajo, las clases de baile y Jacob, no precisamente todo en ese orden.

Empecé a mejorar con la moto, aunque fuera un regalo para mi padre yo quería aprender. Como habíamos prometido Jacob y yo, los domingos nos dedicábamos a hacer senderismo para poder encontrar el prado, que parecía que se había esfumado.

Quede totalmente sorprendida cuando Jacob menciono la fecha durante uno de nuestros sábados de estudio. Estaba enfrente de su casa, esperando a que saliera de mi auto.

—Feliz día de San Valentín. —dijo Jacob mirando al suelo con las mejillas sonrojadas y tendiéndome una caja de chocolates en forma de corazón.

—¡Oh vaya! Gracias. —dije sonriendo, para después hacer una mueca. —Me siento tonta por no haberte traído nada. —

Jacob asintió con fingida tristeza.

—Bueno... creo que como compensación sería justo que fueras mi enamorada hoy, ¿No? —

—¿Qué implica exactamente? —

—Lo normal... ser mi esclava de por vida y ese tipo de cosas. —

—Oh, ¿Solo eso? Claro. —

—¿Entonces mañana vamos a hacer otra vez senderismo? —pregunto.

—Si, aunque creo que al final resultara que solo imagine el prado. —

—Lo encontraremos. —aseguro. —Motos el Viernes ¿Te parece? —

—Está bien, si no tengo una salida me parece bien, pero no te preocupes que si a alguno de mis amigos se les ocurre algo te llevare conmigo, ¿Aceptas? —

—¿No molestare a tus amigos? —

—Claro que no. —

—Entonces acepto. —

El viernes en la escuela para sorpresa de todos Isabella había propuesto ir en grupo al cine a ver una película llamada Crosshairs, todos se habían entusiasmado, al igual que yo. Le avise a Jacob que ya teníamos planes para salir juntos, pero la noche no salió como esperaba, al final Jessica y Lauren dijeron que estaban ocupadas, Eric y Katie ya tenían planes, celebraban su aniversario de tres semanas, creo. Tyler y Conner también estaban ocupados, incluso Quil no podía ir porque lo habían castigado por pelearse en la escuela. Al final solo iríamos Angela, Ben, Isabella, Mike, Jacob y yo.

Cuando llegue a casa, un auto conocido esperaba en la entrada de la cochera. Jacob estaba recargado en el con una enorme sonrisa.

—¡No puede ser! —grite mientras baja del auto. —¡Lo terminaste! —

Su sonrisa se hizo más brillante.

—Termine hace rato... este es el viaje inaugural. —

Alce la mano para chocar los cinco con él, pero al momento de que iba a separar mi mano el entrelazo nuestros dedos.

Nada es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora