Diez. El prado.

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Jacob no volvió a llamar

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Jacob no volvió a llamar.

Decidí darle su espacio y no entrometerme, pero después de dos días no hubo ninguna llamada y me preocupé, así que el sábado decidí ir a su casa pero esta se encontraba vacía.

Y paso una semana, le di su espacio, sin llamadas, ni visitas. Hasta que un día Billy llamo, diciendo que Jacob estaba bien, que tenía una especie de virus diferente, y que había salido con sus amigos así que estaría fuera todo el día. Me alegro de que estuviera mejor y que nada malo le hubiera pasado.

Un día me acorde que los domingos había designado junto con Jacob a hacer senderismo, así que me arme de valor, tome un brújula que tenía, junto con un mapa, mi cámara y subí a mi coche. Conduje con las ventanillas abajo disfrutando del aire que entraba por esta, el clima de hoy era muy agradable, demasiado seco un día estupendo tratándose de Forks.

Estuve unos minutos más de lo necesario parada en la entrada del sendero, no quería perderme, estudiaba con detenimiento la brújula pensando cual sería la mejor ruta. Cuando estuve segura de que la línea de coordenadas que había tomado era la indicada me adentré al bosque.

El bosque se encontraba en todo su esplendor, como el clima de ese día era bueno, todas las pequeñas creaturas que habitaban en el decidieron salir y disfrutar de la sequedad que había.

Me la pase la mayor parte del tiempo tomando fotos de los diferentes animales que me encontraba, que no me había dado cuenta lo mucho que había avanzado. Estoy segura de haber caminado al menos seis kilómetros.

Seguí caminando un poco más, hasta que vi un arco que formaban dos arces, los cruce y para mi sorpresa sin querer encontrarlo verdaderamente, encontré el prado.

En cuanto entre estuve segura de que se trataba del mismo lugar. Nunca en mi vida había visto un prado tan simétrico, parecía que alguien había arrancado los árboles para poder formarlo, forrado de unas hermosas flores violetas.

Empecé a tomar fotos de diferentes ángulos, hasta que en una de esas había apuntado la cámara hacía en borde del claro, ahí me di cuenta de que no estaba sola.

—¿Laurent? —pregunte extrañada.

—¿Elina? —pregunto sorprendido. —No esperaba verte aquí. —

—La más sorprendida soy yo, ya que yo vivo aquí, ¿No te habías ido a Alaska? —dije cuidando mi tono de voz.

Corrió hacia mi dirección a una velocidad sorprendente deteniéndose a tres metros de mí.

—Tienes razón. Me fui a Alaska. Aun así, no imaginaba... encontrar el hogar de los Cullen abandonado, creí que se habían mudado. —

—Si, se mudaron. —confirme.

Tenía que mantenerme serena, no me fiaba de un vampiro que todavía se alimentaba de humanos.

—Mmm. —murmuro. —Me sorprende que te dejaran. ¿No eras así como su juguete o algo así? —

Nada es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora