Capitulo 2: No Somos Amigos

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Dedicado a Gabs y Agust

Mientras despertaba, Temo atesoro los 25 segundos donde su mente no recordaba lo que había pasado el día anterior y por tan solo unos momentos, era inconsciente de todo los problemas en su vida. Sin embargo, como cualquier otra de sus fantasías y sueños, la neblina de paz se fue desvaneciendo rápidamente, reemplazándose por el accidente en la fiesta, la pelea con su esposo, las burlas y la plática con Aristóteles.

Ante el recuerdo de toda la conversación con Aristóteles, Temo rodo en su cama, tratando de combatir la culpa que lo invadía. No es como que hubiera hecho algo inmoral o que engañara a su marido, pero había algo en la forma en la que dejo que Aristóteles se acercara y coqueteara con el que no se sentía correcto. Quizá, después de todo, Mateo tenía razón en que debería de ser mejor marido.

Recordando a su esposo, Temo levanto su vista de entre las almohadas y examino el cuarto: como siempre, estaba organizado de esquina a esquina, sin un solo objeto fuera de su lugar. Frente a él, sobre el mueble estaba colocada la gigantesca tele, apagada. Inspeccionando cada rincón, no encontró señales de donde podía estar su marido, pero dado que desde el baño no se escuchaba ningún ruido, asumió que debería de estar en el comedor.

Mirando a su mesita de noche en su lado izquierdo, Temo comprobó que lo más probable era que Mateo estuviera desayunando, dado que eran apenas las 9 de la mañana. Mientras checaba la hora en el reloj, la atención de Temo se desvio, enfocándose en el objeto rectangular a lado del aparato. Era la foto del día de su boda y mientras Temo se veía a si mismo parado sonriendo junto a Mateo dejo salir un suspiro nostálgico al recordar ese día donde tomo una de las decisiones más importantes de su vida y que ahora parecía incorrecta.

Estirándose, Temo salió de la cama y se puso las pantuflas para dirigirse al comedor tratando de no pensar demasiado en el hecho de que ayer habían tenido una pelea tan fuerte que fue suficiente motivo para que de camino a casa no se hubieran dicho ni una sola palabra. Mateo ni siquiera le había preguntado de donde había sacado la ropa prestada, tal vez en realidad ni le importaba. Y aunque Temo aún seguía molesto por las cosas que se habían dicho, la culpa y la incertidumbre de saber que Mateo estaba molesto con él no lo dejaba descansar, incluso había perturbado su sueño provocándole pesadillas de las que ahora no se acordaba pero que lo habían atormentado toda la noche. Tal vez si el comenzaba por admitir su error, Mateo también lo haría, o eso le gustaba pensar a pesar de que su cerebro le estuviera gritando que eso no iba a pasar.

Bajando las interminables escaleras de su casa, Temo escucho el ruido de varias patas acercándose corriendo hacia él y sonrió sabiendo de lo que se trataba. Cuando logro bajar de las escaleras sus dos perros ya estaban ahí esperándolo moviendo sus colas, emocionados.

-Buenos días hermosos –los saludo Temo, hincándose para acariciar con cada una de sus manos a los perros. Ambos corgis recibieron con alegría los cariños de Temo, moviendo su pequeña cabeza para que su mano acariciara más pelaje. Todo podría ser un desastre en su vida pero por lo menos sus perritos estaban bien.

-¡Vengan! –les indico Temo levantándose del suelo, haciéndoles señas con los dedos para que lo siguieran -. Vamos a desayunar

Mientras caminaba al cuarto del comedor, recorriendo las paredes grises de los pasillos, Temo escucho como las patitas venían siguiéndolo. Con cada paso que daba, acercándose a la cocina, escuchaba ajetreo en el cuarto, confirmándole que Mateo estaba ahí.

La imagen de Mateo sentado en la pequeña mesa de la cocina concentrado mientras leía algo en su tablet fue lo primero que Temo vio cuando finalmente llego a la habitación. En la estufa estaba Elena, una de las señoras que los ayudaba a mantener la casa en orden, tenía en su mano una espátula con la que revolvía en un sartén lo que parecía, y olía, como un omelet.

Sweet Temptation[Aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora