8

1.1K 103 11
                                    

Alfonso estaba entre nervioso y cabreado. Anahí se estaba desviviendo por ese hombre, tenía celos de él y ni si quiera lo conocía. Siguió a Anahí por el pasillo, tenía los hombros caídos y, por su forma de andar, se notaba que estaba cansada y triste. Agarró el picaporte y suspiró una última vez antes de abrir la puerta, Inés la miró con una sonrisa en los labios, la cual borró lentamente al levantar la vista y reconocer a Alfonso. Cuando entraron, Alfonso y el hombre que estaba en la cama se miraron, parecía mucho mayor que él y por su aspecto, no estaba muy bien de salud, pero tenía una sonrisa en su boca que no se borraba con nada ni nadie.

— Yo mejor me voy —anunció Inés— llámame si necesitas algo.
— Ricky, te quiero presentar a alguien —suspiró Anahí cuando Inés cerró la puerta tras ella— él es... Alfonso Herrera.
— Encantado —dijo él sonriendo— siento no levantarme para saludarte, pero tantos aparatos me lo impiden —rió un poco— pequeña, ven aquí, ayúdame a incorporarme un poco.
— Encantado Ricardo.
— No seas tan cordial —lo miró divertido—. Me hubiese gustado conocerte hace años, pero me temo que llegué a la vida de Anahí muy tarde.
— No digas eso Ricky —se la notaba dolida cuando hablaba— llegaste en un buen momento ¿recuerdas?
— Si, si, lo que tú digas —le sacó la lengua— tan dulce como su madre —suspiró— como la echo de menos.
— ¿La conocía?
— Uy desde bien pequeños me temo —rió él.
— Alfonso no sabe quién eres —dijo Anahí y su tío abrió más los ojos.
— ¡Anahí! Pensaba que se lo ibas a aclarar en el viaje, está chica... me presento, soy Ricardo Portilla, el hermano pequeño de Marichelo, la madre de Anahí.
— Tú eres... —Alfonso pasó la mirada de uno a otro y vio las similitudes que existían entre ellos, misma nariz, mismos ojos pero en distinto color...— oh...
— ¿Quien pensaba que era? Se ha puesto blanco —le susurró a Anahí— puedo llamar a la enfermera.
— No —susurró Alfonso— No, lo... lo siento yo... no es nada.
— Anahí ¿por qué no vas a por el agua que no me has traído? —rió de nuevo— y trae un poco para él también, creo que la necesita más que yo.

Anahí volvió a salir de la habitación, aunque no muy convencida. Le temblaba todo el cuerpo y apenas era capaz de coordinar bien sus propios movimientos. En la habitación, Ricardo observó unos segundos a Alfonso, los que este necesitó para recomponerse de la noticia. Entonces, Anahí no tenía ningún amante, no lo estaba dejando para casarse porque el anillo era de su tío, no había otro hombre, al menos que él supiese. Miró al hombre recostado en la camilla y se acercó a él.

— ¿Qué le pasa?
— Tutéame por favor, somos familia —tosió— es una enfermedad que llevó arrastrando hace años, cuando encontré a Anahí casi me obligó a instalarme en su casa para cuidar de mi. Es muy buena chica ¿sabes?
— Pero por qué no me dijo nada.
— Por lo que sé, Alfonso, no es que confíes mucho en ella...
— Si pero...
— No la habrías creído, los dos lo sabemos —se miraron unos segundos—. Mira, no sé exactamente cuando tiempo me queda, pero soy el único familiar que le queda a Anahí.
— Lo sé... yo pensaba que ya no le quedaba nadie después de sus padres... nunca me dijo nada.
— He viajado por todo el mundo, hacía más de diez años que no nos veíamos cuando nos encontramos —sonrió— solo quiero que me digas una cosa.
— Dime.
— ¿Quieres a mi sobrina? —Alfonso se quedó callado ¿cómo podría explicar todo lo que sentía por Anahí? Bueno y malo— sé que habéis pasado por mucho, pero si piensas seguir en la vida de Anahí, no la hagas sufrir. No se lo merece.
— ¡Pero me mintió!
— Ambos habéis cometido muchos errores —suspiró— Mira, yo perdí a la mujer de mi vida demasiado pronto. Intenta no cometer el mismo error, sé que a pesar de todo ella te quiere.
— ¿Como lo sabes?

En ese momento la puerta se volvió a abrir, dejando pasar a Anahí con una gran botella de agua y varios vasos. Ricardo se acomodó un poco más y sonrió a su sobrina, mientras esta le servía un poco de agua, luego sirvió a Alfonso y después a ella misma, bajo un largo silencio.

Comenzando de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora