9

1.1K 95 2
                                    

— ¿Qué le has dicho? —preguntó Alfonso, tras ver cómo Anahí subía derrotada a su habitación.
— Nada, qué voy a decirle... solo que no te haga daño otra vez.
— Mamá, tengo 33 años, no necesito que nadie me proteja.
— Siempre serás mi hijo, pero harías bien en poner fin a esta historia, ya han pasado tres años.
— No te metas en mi vida —suspiró antes de colgar.

Habían pasado ya tres años, pero al verla de nuevo en su despacho, fue como si no hubiese pasado ni un solo día. La deseaba como el primer día, incluso más, y sabía que ella también, por mucho que quisiese negarlo.

— Márchate —gritó desde el otro lado de la puerta.
— Annie, tenemos que hablar...
— Te he dejado las cosas muy claras. Quiero que te vayas, que me dejes en paz y que firmes los papeles del divorcio para que podamos continuar con nuestras vidas, tú con Lola y yo con mi...
— ¿Con quien? —abrió la puerta y entró antes de cerrarla.
— No te hagas Alfonso, no te queda.
— Lola no tiene nada que ver en esto.

Alfonso tenía una leve sonrisa en la boca que no le estaba gustado nada a Anahí.

— No hace falta que me mientas, no soy tonta Alfonso, ya tengo 30 años. ¡Y no te rías de mi!
— Casi —sonrió de lado y Anahi le lanzó un cojín— ¿cómo sabes de Lola?
— Oh, por favor —se sentó mejor— nunca fuiste de una sola mujer ¿verdad? Te gustaba tener a todas las que querías... siento tanto haberme acostado de nuevo contigo... parece que no aprendo... —susurró, pero Alfonso llegó a escucharlo.
— Mira, no sé quién te crees que es Lola y tampoco sé a qué ha venido ese comentario. Pero si que sé que no te arrepientes de lo que pasó el otro día entre nosotros, y yo tampoco. Es más, estoy deseando repetirlo en cualquier momento.

Se fue a acercar para acariciarla, pero algo en la mirada de Anahí le hizo detenerse y simplemente dejarse caer a un lado de la cama, iba a ser difícil, pero lo iba a conseguir. Suspiró, colocando una de sus manos en las rodillas de Anahí y volvió a mirarla.

— Lola es una perra.
— Desde luego —añadió ella, cruzándose de brazos y Alfonso se rió alto, descolocando a Anahí.
— Es una pequeña perrita que adopté para ti tres días antes de... de que... de que nos separásemos —Anahí abrió los ojos.
— No... —Alfonso sonrió.
— Si, iba a darte una sorpresa. Los papeles tardaban un poco porque también los quería poner a tu nombre, así que Lola llegó a casa una semana después de que tú ya no estuvieses, no pude devolverla, me encariñé con ella desde que la vi por primera vez. Así que supongo que también es tu perra, porque la adopción está a nombre de los dos...
— Alfonso yo...
— ¿Cómo has sabido de Lola? Yo no te había contado nada —Anahí se encogió de hombros y miró al suelo.
— Ha sido casualidad. Supongo que escuché el nombre junto al tuyo y pensé que era una mujer.

Alfonso miró sonriente a Anahí, que seguía con la cabeza baja. Colocó uno de sus dedos en su mentón, para levantársela y que lo mirase fijamente.

— Ven a conocerla, juro que te enamorarás de ella.
— No.
— Anahí...
— No, sé que estás intentando llevarme a tu terreno para que vuelva a caer en tus juegos. Pero esto acaba aquí, quiero que te vayas.

Anahí comenzó a empujar a Alfonso fuera de su habitación pero cuando estaba llegando a la puerta, su teléfono comenzó a sonar. Anahí se puso rígida y corrió a contestar.

— Anahí ¿estás bien? —dijo su sustituto, Javier.
— ¿Eh? Si, si... dime, ¿pasa algo?
— Oh, bueno, no. Solo quería saber cómo lo llevabas ¿cómo está tu tío?
— ¿Puedes esperar un momento? —preguntó antes de girarse hacia Alfonso, el cual estaba pegado a su espalda— ¿te importa?
— ¿Es tu tío? —dijo, como preocupado.
— No, es una conversación privada —le señaló la puerta.
— Te esperaré abajo —Anahí rodó los ojos y suspiró antes de contestar a su compañero.

Comenzando de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora