Epílogo

1.8K 128 54
                                    

— ¡Ricardo, ven aquí ahora mismo! —gritó Anahí, mientras corría detrás de su hijo por toda la casa.

Ricardo bajó las escaleras corriendo, para después desaparecer por el salón justo cuando Anahí dejaba atrás el último escalón. En ese momento la puerta se abrió, dejando ver a Alfonso, que atrapó a su mujer entre sus brazos y sonrió antes de dejar un casto beso en sus labios.

— ¿Dónde vas corriendo? —Anahí acarició su mejilla, olvidándose de porqué corría— Sabes que no es bueno —la miró con el ceño fruncido.
— Díselo a tu hijo —suspiró ella— se ha vuelto a meter en los charcos con Lola y ahora se niega a bañarse... —Alfonso rió— No es divertido, llevó detrás de él casi media hora, estoy agotada.
— ¡Papá! —Ricardo apareció de nuevo, lleno de barro, corriendo feliz hacia su padre.
— Hola campeón —Alfonso lo atrapó y lo subió en brazos— ¿te lo has pasado bien con Lola? —su hijo asintió feliz— me alegro mucho. Pero ahora te tienes que bañar.
— ¡No! —se negó el niño, cruzando sus pequeños brazos— no quiero.
— Oh, que pena —dijo Alfonso divertido, guiñando un ojo a Anahí, que lo miraba también divertida— entonces no has debido de venir corriendo hacia mi —Alfonso comenzó a caminar escaleras arriba, mientras Ricardo se movía intentando escapar al comprender lo que pasaba— me voy a dar un baño y tú, vienes conmigo campeón.
— ¡Mamá! —se quejó el niño estirando los brazos hacia su madre, pensando que después de todo, lo salvaría.
— Lo siento amor —rió subiendo detrás de ellos— estoy con tu padre, necesitas un baño.

Anahí sonrió a los dos hombres de su vida mientras acariciaba su vientre, volvía a estar embarazada, pero ahora de una niña. Alfonso estaba como loco desde que lo supo, al parecer siempre había querido formar una familia grande.

— Ser hijo único es horrible —le dijo al poco tiempo de enterarse del segundo embarazo— siempre he soñado con formar una gran familia, contigo como madre, por supuesto —la besó con pasión, como siempre que podía.

Le había contado que estaba embarazada en el tercer cumpleaños de Ricardo, cuando el niño se había quedado dormido en los brazos de su madre. Agotado después de tantas emociones. Alfonso había levantado al pequeño al segundo, dejándolo en uno de los enormes sofás que había y la había envuelto en sus brazos mientras le besaba el cuello y le daba las gracias por darle más hijos.

— ¡Tengo hambre! —Ricardo llamó la atención de su madre tiempo después, cuando los tres estaban en el salón, Alfonso abrazaba a Anahí contra su cuerpo, acariciando su vientre abultado y dejando besos dulces en su cabeza, y Ricardo jugaba con sus construcciones en la alfombra.
— Pronto cenaremos —le sonrió— eres tan guapo... —suspiró y se volvió a apoyar contra Alfonso, que la miró sonriente y orgulloso.

Le habían puesto Ricardo por su tío, y le encantaba pronunciar su nombre completo. Él había tenido razón. La mañana antes de su muerte, le había acariciado la barriga y había afirmado que sería un niño. A Anahí le dio un vuelco el corazón el día que se lo confirmaron, y lloró durante todo el día.

— Mi amor —le susurró Alfonso— ¿estás bien? ¿No querías un niño?
— Ricardo lo sabía —le dijo entre sollozos— me lo dijo cuando murió, estaba completamente seguro de que era un niño.
— Oh... —Alfonso la abrazó y la tranquilizó.

Después de eso, Anahí supo que debía llamarlo Ricardo, y así lo hicieron. Lo acostaron los dos después de cenar, un par de horas después, y volvieron a su habitación abrazados. Alfonso empezó a besar su cuello de Anahí según cerraron la puerta de la habitación, ella sonrió y se giró enseguida, para quedar cara a cara.

— Me haces muy feliz, señor Herrera.
— Y tú a mi no sabes cuanto, señora Herrera —atrapó sus labios con los de ella— ¿cómo está la princesita? ¿Se está portado bien con mamá? —Anahí asintió.
— De maravilla, aunque cada vez está más grande. Dentro de poco no voy a poder caminar...
— Yo te llevaré en brazos donde tú quieras, mi amor. Solo tendrás que pedirlo. Soy todo tuyo.

En ese momento la cargo en brazos, haciéndola reír, y la llevó hasta la cama. Los desnudó a los dos despacio, disfrutando de su cuerpo y, con cuidado, se acercó a ella para besarla con amor de nuevo, antes de penetrarla.

— Te amo, te amo, te amo —repetía Anahí en susurros, con cada caricia.
— Te amo, nunca lo olvides, te amo, mi amor.

FIN
❤️

Comenzando de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora