Malestar

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-Peridot: Mi madre fue convocada a palacio donde le ofrecieron todo para tener una vida plena así que no desperdició la oportunidad, un guardia real fue entregado a ella para su protección, lo cual mi madre creía innecesario puesto que sabía mucho de magia, pero con el tiempo se enamoró de su guardia. El rey no iba a aprobar esa relación así que lo mantuvo en secreto, incluso el rey no sabía sobre mi nacimiento o el de mi hermana.

-Lapislázuli: ¿Cómo es que te ocultaron en el palacio?

-Peridot: Mi padre habló con el rey mintiendo sobre mi origen, dijo que mi madre murió en el parto y que no tenía dónde llevarme, el rey no lo aceptó pero la princesa intervino dejándome quedar siendo la condición ser parte de la servidumbre. Mi padre lo aceptó al no tener otra opción y de paso mi madre podría verme. Pronto los tratos con otro reino se realizó, el rey falleció de una enfermedad desconocida, así que la princesa contrajo matrimonio con un príncipe que en su reino era el menor, así que no accedería al trono en su reino natal, muchos creían al nuevo rey un tirano, incluso la reina. Mi hermana demostró ser muy hábil con la magia así que el consejal del rey la contrató para que lo proteja. Yo entrenaba en secreto con algunos arqueros y espadachines, mi padre también me enseñaba así que con 7 años era muy hábil, muchos de los soldados decían que podría llegar a ser un gran general del ejército, pero pronto se dió el golpe, aún recuerdo lo que pasó en el palacio.- dijo con nostalgia al recordarlo.- de pronto cosas enormes como piedras u objetos en llamas golpeaban el palacio, la servidumbre huía despavorida, los guardias y ejército salía a la pelea mientras que yo tenía miedo de lo que sucedía. Mi madre logró encontrarme y me llevó con ella antes de que parte de las paredes cayeran sobre mí, ella advertía a las personas que habían invadido el palacio, escapaba en busca de mi padre y hermana, pero nos atraparon antes de encontrarlo. Los guardias reales también llamaron a otro mago que pudo vencer a mi madre, yo no sabía que hacer, solo era un niño, así que ví una flecha tirada, con rapidez le quité el arco a un guardia y le disparé al mago. El impacto lo mató de inmediato, mi madre falleció, mi hermana estaba débil, pero mi padre apareció enfrentándose a los demás, mi hermana me tomó de la mano y miró hacia donde mi padre estaba, él gritó que nos fuéramos pero un arquero apuntó a una pierna de mi hermana, quien ya no pudo correr. Mi padre se acercó y lanzó su espada al arquero, mi hermana tenía miedo pero le sonrió a papá y dijo que ella los distraería, dijo: «Váyanse ahora, los distraeré hasta que salgan de palacio», su sonrisa era triste, yo no quería irme sin mi hermana, pero mi padre me cargó y me sacó del castillo.

-Lapislázuli: ¿Qué paso entonces?

-Peridot: Los arqueros, ellos lograron darle a mi padre, aún así papá no se rindió y me llevó al bosque, me dijo que había una bestia que mataba a todo ser que invadía su territorio, pero si mostraba respeto y no ser un peligro a su territorio entonces no me haría daño, me tomó fuerte de los brazos y me dió un beso en la frente, agarró mi rostro y me dijo: «Volveré por tu hermana y nos iremos de aquí, se fuerte y mantén una sonrisa a la vida, que te dará golpes más fuertes, pero eso no debe detenerte, haz lo correcto, muchacho», con eso dicho me abrazó y regresó al palacio. Nunca más volvió conmigo, la bestia me encontró llorando así que creo que me tuvo pena, lo ayudé a deshacerse de los invasores hasta que decidí regresar al reino, estando en una cantina escuché a antiguos miembros de la servidumbre hablar de una hechicera en prisión que fue culpada de prestar información real a los que habían tomado el trono. De inmediato supe que era mi hermana, ella era la única hechicera que quedaba en el reino, debía ser ella. No tenía dinero así que mi primer encargo fue a un recaudador de impuestos, luego otro, luego un noble y así sucedió, antes de que mi nombre fuera conocido en el reino Galax, me fui a Cristal, ahí hice mi vida como cazador de personas.- terminó de contar mientras miraba fijamente al suelo.

-Lapislázuli: ¿De dónde eres exactamente?

-Peridot: Del Reino Cristal, en el reino de Galax solo hice mandados, no me conocen mucho ahí, solo algunos perjudicados.

-Lapislazuli: Cielos, eso debió ser muy doloroso, no tenía ni idea.- dijo Lapislázuli sintiendo compasión por el rubio, para volverse asesino se imaginó que sufrió de abuso, maltrato o cosas así, no creyó que tuviera ese pasado, no era tan malo como las primeras opciones pero aún así perdió a su familia en las disputas por el trono.

-Peridot: .....Y es así como se crearon las pistolas, en fin, iré por dos liebres, tengo mucha hambre.- dijo haciendo confundir a la castaña, quién sonrió ante la ocurrencia.

Mientras el rubio iba a cazar la cena ella pensó la situación, quizá por eso era despreocupado y sonreía en todo momento. Intentaba comprender su pesar, él aún no había perdido a toda su familia, aún tenía a su hermana y lo ayudaría a sacarla de la prisión.

Más días y semanas iban pasando, de ves en cuando se relajaban por las noches estando muy a solas, pero el rubio le seguía diciendo que no estaba poniendo empeño en los entrenamientos.

-Peridot: Te cansas muy rápido ¿Te pasa algo?- le preguntó bajando su espada.

Lapislázuli aún recuperaba su aliento, no pasaron ni una hora entrenando y Peridot ya le había ganado con mucha facilidad, sintió sus piernas temblar y cayó al pasto, todo se volvió borroso, sintió un dolor agudo por su abdomen y empezó a quejarse por el dolor.

Peridot soltó la espada y corrió hacia ella para ayudarla.

La situación estaba empeorando así que la llevó cargando hacia el pueblo en busca de un doctor o alguien que pudiera ayudarlo.

Entró en pánico al no encontrar alguno, Lapislázuli estaba muy pálida, débil y cada ves se notaba peor.

-¿Puedo ayudarlo?- una voz femenina le habló.

-Peridot: Si no eres una médico o algo así no creo que puedas.- dijo con tristeza agarrando la mano de Lapislázuli.

-Soy una forastera de un reino oculto, estudié algo de medicina y también desciendo de magos, creo que nos conocemos.- afirmó sentándose frente a los dos.

-Peridot: Ayúdeme por favor, no se que le pasa, repentinamente se puso mal.- afirmó desesperado.

-Muy bien.- afirmó la mujer.

Peridot se percató un poco de sus rasgos, era una mujer simpática, su cabello era rojizo, su piel era blanca, aunque sus ojos eran de un color celeste blanquecino, la hacía ver bien pero era curioso ver a una persona así.

-¿Podrías darnos privacidad?- le pidió.- necesito hablar con ella.

-Peridot: S-sí si, claro.- dijo poniéndose de pie y tomó su distancia.

Parecía que la mujer hablaba de algo tan interesante o peligroso que Lapislázuli se asustó, algunas veces afirmaba y otras negaba, pero sin duda podía notar su miedo al ver a Peridot de reojo.

-Puedes venir.- dijo la desconocida hechicera.

-Peridot: ¿Es algo malo?- preguntó.

-No, ya le dije lo que tiene, puede ser riesgoso si sigue entrenando, así que lo debe dejar por lo menos un año, debe comer bien y tratar de no esforzarse demasiado, por su edad no es tan riesgoso pero nunca se es muy cuidadoso.- dijo mostrando una muy leve sonrisa.

-Peridot: Muy bien, comprendo.- asintió el rubio.- mucha gracias, estaba apunto de vender mi alma.- dijo en broma.

-Jajaja lo que uno hace por amor.- dijo la mujer poniéndose de pie.

-Peridot: Se equivoca, solo es mi compañera.- respondió el rubio.

-....por supuesto, cuídense.- dijo retirándose.

Hasta El ÚltimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora