Salida de amigos

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Habían transcurrido casi ya tres días desde que ambos completaron la primera fase del plan. Aún seguía con aquella felicidad tan rara en mí provocada por tan sólo imaginarme que mis dos amigos podrían casarse algún día.

En esta ocasión, me encontraba caminando por los largos pasillos de la mansión junto a Marth. Cada que terminábamos de entrenar, solíamos recorrer la mansión tranquilamente. A mí en lo personal me encanta caminar, de alguna manera logra relajarme, y al parecer tiene el mismo efecto con el príncipe. Así pues decidimos incluir esa pequeña caminata como parte de nuestra rutina durante los días de entrenamiento.

¿Y qué tal te ha ido con Ike desde esa vez? —Me atreví a cuestionarle, aunque ya sabía la respuesta. Ike me había contado que ahora era un poco más abierto con Marth para decirle lo bello que era e indirectamente lo que sentía por él. Y eso me alegraba bastante.

¡¿Ah?! ¿C...Con Ike? B...Bueno, últimamente hemos estado pasando tiempo juntos en la hora de la cena. Me invita a su cuarto a platicar y cosas por ese estilo. —Sonrió cuan colegiala enamorada por tan sólo recordar los hermosos momentos que pasaba junto a su amado.

Suena cursi y hasta empalagoso, pero esto es sólo uno de los tantos efectos del amor. —Entiendo. Me alegro por ustedes. Realmente me gustaría que ustedes pudiesen hacerse pareja algún día. Ya falta un poco de diversidad en esta mansión. —Enuncié tranquilo, soltando una pequeña risita de modo que sólo Marth fuese capaz de escucharla.

De hecho, eso es lo que me da miedo... —Murmuró con una seriedad tan extraña en él. Si bien era un príncipe y una de sus características más destacables debía ser su seriedad, Marth era muy dulce con todos y verlo tan serio tenía algo malo de trasfondo.

¿A qué te refieres?

A que me da miedo que nuestra relación se haga pública y que nadie nos acepte. Tú sabes cómo sigue siendo nuestra sociedad. Tan retrógrada... —Aquellos vocablos, como siempre tocaban mi corazón. Ahora comprendía mejor que nunca el por qué Marth era una gran príncipe.

Lo sé amigo, pero háganla pública cuando se sientan seguros. Las personas que sólo emanan odio y no dejan vivir no deberían ni siquiera existir. Sólo espero que ninguno de nuestros compañeros esté en contra de su amor.

Lo que me daría más tristeza es que alguno de los más pequeños encontrara mal el hecho de que dos chicos o dos chicas sean una pareja. Se supone que ellos van a cambiar el mundo para que sea un lugar mejor, pero si incluso ellos poseen esa mentalidad... —Suspiró desanimado. Sabía la razón de su tristeza y me dolía. ¿Realmente nuestra sociedad es tan avanzada como decimos? En ese caso, ¿Por qué siguen habiendo tantos homicidios por el hecho de amar a una persona de tu mismo sexo?

Y aquí voy yo con mis opiniones, perdonen. Pero en verdad me molesta que ocurra eso por la desinformación y la estúpida mentalidad que la mayor parte de la sociedad aún conserva. No espero que esto cambie de la noche a la mañana como si fuese un milagro. Que sea un proceso lento pero seguro, que seamos capaces de erradicar ese odio tan insano sólo por preferencias románticas. El cambio está en uno mismo.

En lo personal, a mí en vez de ponerme triste me enojaría. No es culpa de los niños tener esa mentalidad, es culpa de quien los educa. Por lo general las personas de mayor edad son quienes todavía tienen esa mentalidad por la época en la que nacieron. —Declamé, mirando a Marth con preocupación. Intentando que el tema quedase olvidado, decidí hablar sobre algo más alegre. — Por cierto, ¿Ya sabes qué películas hay en el cine? Para la segunda fase del plan, ya sabes, una salida de amigos.

¡Oh sí! Hay una película llamada Dulce venganza. Según investigué es de terror así que podré sacarle provecho a mi miedo. Además, ya compré los boletos, sólo falta invitar a Ike. — Sonrió emocionado, sin saber lo tremendamente horrenda que es aquella cinta.

Idiotas EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora