Capítulo Extra 32.1. Debo continuar. (POV Peeta)

70 12 9
                                    

Vuelve a sonar mi agenda, no puedo seguir evitando responder. La veo y veo que es Haymitch quien llama.

—Hola Haymitch. —le respondo.
—Peeta, Katniss no aparece por ningún lado, tal vez vaya para allá al cuatro, si llegará a aparecer allá, avísame. —lo veo alterado.
—¿Cómo que no aparece? ¡Haymitch, me prometiste que cuidarías de ella!
—¡¿Y qué crees que estoy haciendo?! Ya sabes que Katniss no se deja.
—¡Haymitch! Ambos sabemos que es muy terca, pero que necesita que la cuidemos. —estoy preocupado, cuando suele desaparecer, reaparece lastimada. —Voy a volver al Capitolio.
—¡Por supuesto que no! Necesito que te quedes ahí por si va hacia allá.
—Puede llegar con su madre. —estoy caminando por la habitación preparando mi maleta para volver.
—La señora Everdeen está aquí en el Capitolio, de hecho según me contaron es la razón por la que Katniss salió huyendo, peleo con ella.
—¿Cómo es que no sabíamos que su madre iría? —y viene a mi mente el recuerdo de Katniss, suplicandome que no la abandone cuando más necesita de mí y cuando estábamos en el Comando y aventó su agenda y salió. Ella se refería a enfrentarse a su madre. ¡Qué estúpido y egoísta fui! —De acuerdo me quedaré aquí, pero avísame cualquier cosa que pase con ella.
—Sí, tú enfócate en tu terapia, espero que vuelvas pronto chico, no puedo sólo con Katniss, ¡me saca de mis casillas!
—Aunque regrese dudo mucho que ella me quiera cerca de nuevo. —doy un largo suspiro, seguro que debe odiarme, y si viene para acá debe ser para matarme.—Ella debe odiarme Haymitch.
—¡No digas estupideces chico, ella te ama!
—No creo que lo siga haciendo después de abandonarla de esta manera. –froto mi frente a modo de frustración. –Aún pienso que debí esperarme a que despertara y despedirme de ella.
—Pues no podemos atorarnos en lo que pudimos haber hecho, creí que eso lo tenías claro después de lo que haz pasado.
—Mira Haymitch no vamos a ponernos a discutir por eso de nuevo, lo que necesito es que encuentres pronto a Katniss.
—Ya, ya, ya chico. –el da un bufido y pone los ojos en blanco. –Tendré que ponerle un rastreador cuando vuelva.
–¡Hayyymitch! –le digo mientras le doy una mirada severa.
–Bien chico, te avisaré cuando aparezca la preciosa.
–Haymitch, cuidala.
–Lo intentaré. –me dice y da un largo suspiro antes de terminar la videollamada.

Dejo caer la agenda en mi cama, ¡Katniss! ¡¿qué estas haciendo?!

Camino por la habitación sin saber bien qué hacer, solo hay una cosa que quiero hacer y es regresar al Capitolio y rogarle a Katniss que me perdone por ser un completo imbécil.

Hasta estando apartado de ella, no puedo dejar de pensar en ella, aún siento su escencia en mi piel, su aliento en mi cara, sus palabras, y no logró sacar de mi mente los recuerdos de hace algunas horas, cuando nos unimos en cuerpo y alma, y cómo la abandone después de eso, me siento como un maldito desgraciado al haber hecho semejante cosa, pero no puedo seguir poniéndola en riesgo, hasta que no logre controlar en su totalidad al muto que hay dentro de mí. Doy un fuerte grito de frustración y me dejo caer sobre el colchón de la cama, cubro mi cara con mis manos y me dejo llevar por los recuerdos de la noche anterior, esa será mi tortura y mi tranquilidad, recordar lo que he dejado atrás por su seguridad.

La noche anterior que pase en vela, me cobra factura y me quedo dormido sin apenas sentirlo.

–¡Peeta, Peeta! ¡quédate conmigo!  –Trato de encontrarla, la escucho pero no logró ver nada porque todo está completamente oscuro.
–¡Katniss, Katniss!  –empiezo a gritar desesperado al no ver nada.
–¡Peeta, Peeta! ¡quédate conmigo!  –la vuelvo a escuchar, pero no sé dónde está.
–¡KATNISS, KATNISS! –grito con más fuerza. Y frente a mí aparece una enorme imagen como proyectada de no sé dónde, veo a Katniss arrodillada junto a mí y yo estaba inmóvil, veo mejor y nos veo que tenemos los uniformes de la Arena del Vasallaje.
–Ahí fue justo el momento en el que todos nos dimos cuenta de que en verdad te ama. –me sobresalto al escuchar su dulce voz junto a mí.
–¡Prim!
–Hola Peeta. –me dice y me da una de esas dulces sonrisas que hacían que todos la quisiéramos. –¿Tu sabes que ella te ama?
–Sí, lo sé, y yo también la amo a ella.
–¿De verdad te has ido por su bien?  –sus palabras me duelen.
–¡Por supuesto!  No toleraría lastimarla o... Asesinarla.
–Entonces también lo haces por ti ¿no? –me mira seria en espera de una respuesta. Lo pienso un poco y tiene razón, también lo hago por mí, por mi sentimiento de culpa.
–Sí, también lo hago por mí.
–¿Y qué crees que es más importante? ¿Tú o ella? –me mira atenta pero se dibuja una media sonrisa en su rostro.
–¡Ella! –niega con su cabeza y me toma del brazo, empezamos a caminar en medio de la oscuridad.
–Peeta, es verdad que mi hermana te necesita, también es verdad que te ama y que ella es importante, pero debes entender que antes de pensar en ella debes pensar en ti, piensa que la recuperación que haz venido a buscar es más para tu salud mental y emocional que por la seguridad de Katniss. –la miro un poco confundido. –no me mires así, veelo de este modo, si tu estas bien, mi hermana lo estará ¿me doy a entender? Innegablemente están unidos de una manera que ni ustedes reconocen, uno no puede estar bien si el otro no lo esta, Katniss te necesita, pero primero debes estar bien, antes de volver a ella, próximamente vendrán muchas pruebas para ti, noticias que te harán querer regresar corriendo hasta donde este ella, pero debes tener en cuenta que para que esten bien, deben sanar primero. ¿Lo entiendes?
–Sí, lo entiendo. –Nos detenemos y ella me da otra sonrisa sincera. Y frente a nosotros aparece otra imagen proyectada de no sé dónde, en ella está Katniss sosteniendo a un bebé en brazos, el bebé está dormido, pero se ve una pequeña mata de cabello castaño, como el de ella. –¿Esa imagen es real? –no puedo evitar asombrarme y preguntarle a Prim por esa imagen, pero ella ya no está, yo siquiera note cuando se fue. –Gracias Prim.

Nueva Tiranía •Everlark•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora