The Sinner

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Viernes.

La gente sale a pasear. Sale de compras. Sale a disfrutar de la maravillosa llegada del fin de semana en familia o con sus amigos.

Yo me dedico a atenderlos.

La cantidad de gente que se reúne dentro del local desde inicios de diciembre es impresionante. Tanto que mi compañera y yo tenemos que compartir el turno de la mañana para poder atender a cada uno de los clientes.

Me cuenta mientras almorzamos que es usual en estas fechas y que debería comenzar a prepararme mentalmente para cuando estemos aún más cerca del veinticinco del mes.

Me tranquiliza ver que se acercan las tres de la tarde y que, por lo menos hoy, puedo regresar a mi casa temprano.

Termino de comer antes que mi compañera y agradezco que el flujo de gente se haya detenido durante las horas del mediodía.

Se queja de tener que acomodar la pila de prendas nuevas pero le digo que no se preocupe por eso. Después de todo, ella trabaja todos los días en este cubículo repleto de ropa y yo vengo de vez en cuando.

Además, ha sido muy paciente conmigo durante todo lo que había durado mi entrenamiento. Sobre todo teniendo en cuenta que había tardado una semana en aprender a hacer un puto lazo para regalo.

Consigo algunas perchas del depósito y me dedico a separar cada prenda. Una por una, reviso que estén en perfectas condiciones, chequeo que las etiquetas que les habíamos colocado más temprano sean las correctas, y las cuelgo en el sector correspondiente.

Algo en particular llama mi atención. Tomo la tela entre mis dedos y la levanto ante mis ojos para observarla mejor.

Veo un body de encaje negro, aparentemente al cuerpo. Unos brochecitos en la parte de abajo finalizan el interesante trabajo de costura. Lo observo detenidamente, apreciando de cerca cada detalle del patrón que conforma la tela traslucida.

-¿Por qué no aprovechas nuestro descuento?- habla mi compañera recargándose sobre el escritorio.

Sabía que se acercaba ese consejo. Sale de sus labios cada vez que me encuentra mirando algunas de las cosas, pero jamás me llevaba nada.

Ella por el contrario, parece una compradora compulsiva. Siempre dice que si su salario va a ser tan bajo, al menos puede hacer uso del descuento que nos ofrecen por trabajar aquí.

Esta vez, sin embargo, no me parece una mala idea. Y de hecho me tienta.

Volteo a observarme en el espejo a mi izquierda, y levanto la pieza para verla sobre mi cuerpo.

-No seas tonta- dice ahora. -La primera que lo vea se lo lleva.

Decido no darle vueltas al asunto. Dejo la prenda cerca de mi bolso, debajo del escritorio y, con más emoción de la que pensaba, me dedico a tipear en la computadora los datos necesarios para que la prenda figure como vendida, descontando también unos cuantos números del salario que figura en el sistema bajo mi nombre.



















































Abro la puerta de mi casa y sonrío cuando los veo esperándome tras la reja.

Le doy unas vueltas a la llave y Jungkook deja rápidamente las botellas sobre los brazos de Yoongi, quien, como puede las sostiene entre las que ya tenía él.

Tengo que subirme a las puntas de mis pies para envolver con mis brazos el cuello del menor. Abraza mi cintura mientras me besa, sonriendo sobre mis labios.

Pharmacy (bts jjk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora