𝘯𝘪𝘯𝘦

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Los ojos de Sienna recorrían la nieve como si algún secreto se escondiera en ella. Sus pies blancos casi mimetizándose con la fina capa del color de una perla.

"Estaba tan seguro de que eran parejas destinadas"

Ella también, aún así no quería pensar en eso, tampoco dejar Alaska pero le era tan doloroso verlo en aqueo estado deplorable y no poder besarlo, abrazarlo, cuidarlo como tanto deseaba. Ya no tenía el derecho.

Pasó muchas veces por su cabeza el volver con Aro, con los Volturis. Después de todo fueron amigos. Aunque sabía que era poco prudente. Ella eligió a Carlisle antes que al clan que la acogió durante años, ambos partieron en la búsqueda de más personas con su naturaleza pero tiempo más tarde sus caminos se vieron separados por nuevos intereses. Entonces quedaba claro que su lealtad estaba y estaría por siempre del lado del patriarca Cullen, todos lo sabían y no sería bien bienvenida más que para una breve visita.

- ¿Qué es la cosa tan interesante que hay ahí? - la voz de Edward llegó a ella. Su cuerpo lánguido se sentó a su lado.

- Pensamientos - respondió con la mirada puesta en sus pies, posándose en los de él un instante.

Ya se había visto en esta situación antes, sólo que sus cuerpos no se sentían tan lejanos.

- Es curioso la forma en que funciona tu cabeza - dijo él, Sienna lo miró por una milésima de segundo. - Sé que lo que me muestras no es más que para entretenerme y otras veces sólo me empujas fuera.

- ¿Cual es la parte divertida de tener una conversación si sabes todo lo que la otra persona quiere decir?

Sonrió y Edward la miró siendo atrapado por ella. Miró los pies desnudos moviéndose suavemente sobre la nieve e imitó la acción.

Sienna lo vió con curiosidad.

- Se siente aún más frío - soltó él. Asintió volviendo la vista abajo y hundió completamente los pies en la blancura del suelo.

- Ayuda a enfriar el corazón.

Edward la miró con sus ojos oscuros por la falta de alimento, pasó las manos por su pantalón y se relajó durante unos segundos.

- Sí.

Aún más helado era el silencio por la falta de palabras, ambos lo sentían pero no querían hablar o más bien no se atrevían.

- ¿Seguiste pintando? - preguntó con voz suave.

Los cabellos de Sienna danzaron en el aire por la ráfaga de viento que llegó en su dirección, sus ojos dorados brillaban por el blanco reflejado en ellos, Edward no pudo quitar su mirada de ella ni un segundo. Su belleza era de otra época, angelical y con una presencia tan etérea. Una sonrisa que él no supo descifrar apareció en el rostro de porcelana.

- El pincel es una extensión de mi cuerpo - dijo con su aterciopelada voz. Su mente viajando a los múltiples retratos de Edward que dejó en la pequeña casa donde paró durante los meses pasados.

- Me gustaría verte hacerlo de nuevo.

- Si tocas el piano para mí - dijo en una melodía improvisada. Él no respondió. - ¿Serías mi musa?

- Seré tu musa.

Siempre has sido mi musa.

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Sienna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora