𝘵𝘦𝘯

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El de cabello cobrizo se encontraba mirando el piano en el centro de la sala, su mente dando vueltas por los pensamientos en el hogar y los suyos propios.

Vió a Tanya entrar por la puerta delantera sus manos hacia adelante, encontrándose con el cuerpo de otra rubia. Ambas se abrazaron, la Denali la levantó unos centímetros del suelo sacando una risa a Sienna. Él sonrió, ni siquiera supo porqué y aquello hizo de su mente una maraña de pensamientos.

─ Edward ─ la voz de Sienna era angelical cuando se encontraba feliz, la miró por unos cuantos segundos sin responder. Ella arqueó sus cejas. ─ ¿Estas bien?

Él sonrió hacia el lado izquierdo y sacó las manos de los bolsillos.

─ Si ─ dijo en tono ligero, despreocupado mientras movía las manos. Sienna no abandonó su expresión de preocupación y se quedó en su lugar mirándolo.

Tanya chasqueó la lengua y ambos llevaron su atención a ella. La mujer rubia miró a Sienna con una ceja levantada.

─ ¿Iremos a ver esa película? ─ preguntó, la cara de Sienna brilló nuevamente.

─ Claro que sí ─ respondió emocionada jalando de su brazo hacia el exterior de la casa. Sintió la tentación de voltear su cabeza hacia Edward y verlo una última vez para cerciorarse de que estaba bien pero ella no debía hacerlo si no quería complicar más las situación.

Perturbado por la presencia de sentimientos y anhelos no propios de él para con Sienna se acercó a la ventana. Miró como la nieve caía sin preocupación, deseo ser ella. Un nuevo comienzo. Puro, libre de hacer con su vida lo que quisiera. La contempló en silencio hasta que presenció como uno de ellos caía sobre una huella del auto, tocaba el lodo donde la nieve era sucia e inconsistente y se manchaba.

En el reflejo del cristal se vislumbró aquel amigo, uno que jamás le había fallado. Sus manos acariciaron cada tecla en él y presionaron una de las últimas, SI.

Comenzó a tocar una melodía, comenzaba sin prisa, como si las notas se estuvieran conociendo. Luego jugaban entre ellas, creando una melodía ligera, hasta alegre. Si alguien la escuchara se pondría contento, como si recordara los momentos más felices de su niñez, aquel comienzo inocente e ignorante, sin preocupaciones. Y justo en ese momento, en el que el público tuviera felicidad, se sintiera cómodo, se relajara, una nota cuatro octavas más abajo rompía el clímax. Un error. La burbuja reventaba, todo se tornaba tenso, el público se sentía temeroso de su alrededor, como si algo pudiera ocurrirle. La melodía paraba apenas unos segundos, el suspenso invadía la habitación y el corazón desaceleraria. Las notas se toman su tiempo como si desconfiaran de ellas, mientas el oyente con incertidumbre y miedo recorriendole el cuerpo, comienza con la paranoia. Las teclas en el piano se unden una detrás de la otra, sobre la otra, con otras, parece que se estuvieran atacando, una pelea que llega al auge y... termina. Con una muerte.

Todo Edward se encontraba alterado cuando dejó de tocar, no tenía idea del tiempo que podría haber pasado. Y deseó saber con certeza por qué había tocado aquello.

Y se preguntaba qué nombre podría tener. ¿El copo de nieve? ¿Isabella? o...

o . . .

Sienna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora