𝘵𝘩𝘪𝘳𝘵𝘦𝘦𝘯

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Sienna tenía un pincel entre sus dedos, esa era la única forma que tenía para despejar su cabeza. No pensar en Edward volviendo a ella sólo porque no tenía a Bella. No pensar en ella siendo el premio de consolación. No pensar en él y cuanto lo amaba. Pero no podía hablar sobre eso con nadie, no cuando él estaba ahí presente. Y ese era el problema, parecía que el universo estaba conspirando en su contra, juntandolos cada vez.

Sienna estaba enojada, molesta consigo misma por no poder soltarlo. Quería arrancarse esos sentimientos de raíz, no volver a sentir más. Pero Edward estaba metido hasta en lo más profundo de su ser, enraizado en su carne muerta, debajo de su piel. ¿Y ella se suponía que iba a sacarlo a pinceladas? Le daba gracia.

Pero ella tampoco era tan buena persona. Soltó un grito de frustración y se sostuvo de ambos lados del lienzo. Ya no podía seguir sosteniendo esa mentira.

— Ey, cariño — Alice llegó a ella a paso humano aunque bastante más rápido que uno de verdad. Sienna se separó y miró a Alice de reojo.

— Ya no puedo más — dijo acongojada, Alice la miró fijamente, sintió un pinchazo en el pecho al oír su voz. — No lo soporto.

— ¿El qué?

— Él, aquí, y yo-

— Shh — Alice la sostuvo entre sus manos, el cuerpo de Sienna tembló y se sacudió. Los vampiros podían llorar, pero no tenían la capacidad de soltar lágrimas así que sólo sollozaban e hipaban. Eso no lo hacía menos doloroso. — Él aún te ama.

Sienna negó una y otra vez.

— Te necesita — dijo intentando encontrar sus ojos para de alguna forma tranquilizarla.

— ¿Y qué hay de mí? — preguntó con frustración, levantó el rostro y miró a Alice. — ¿Por qué no me dijiste que vendría? Tú lo sabías. Yo quería alejarme, yo quería -

— ¿Olvidarlo? — Sienna tembló, Emmett tenía razón. No lo miró, tenía un presentimiento, su voz sonaba molesta y reconocía la ironía. — Debo admitirlo, fuiste muy buena.

— Emmett ¿de qué hablas? — preguntó confundida, Alice. Sienna bajó la cabeza, no se atrevía a verlos, o a verse a ella misma en el reflejo de sus ojos y darse cuenta de lo mal que estaba.

— ¿No le dirás? — preguntó. — ¿O esperas que se dé cuenta sola como yo?

— Cuida tu tono — Tanya entró en el cuarto con el ceño fruncido. Emmett la miró de mala manera. — ¿Qué sucede aquí?

Alice negó cuando sus ojos se encontraron, no entendía nada pero el ambiente se había vuelto tenso. Sienna huyó del contacto visual e incluso se separó de la vidente.

— Emmett, déjalo ya.

— No, está bien. Podemos hablar, Ed está cazando, no nos oirá — soltó una risa cínica y cruzó los brazos sobre su pecho. — De todas formas no lo recordaría.

Sienna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora