𝘵𝘸𝘰

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𝘵𝘩𝘦 𝘢𝘤𝘪𝘥

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La paz de la que disfrutaba en ese momento le hizo comparar su estado anímico de hace unos meses atrás cuando su mente letárgica se consumía en pena con su actual estado.

Fingía sonrisas cuando Edward y Bella se paseaban de la mano en el instituto, fingía que estaba bien con eso aunque le ardiera todo el cuerpo de dolor y Jasper lo supiera.

No era incómodo, solo doloroso.

- Sienna...

- Estoy bien, Jas. Por favor mantén el secreto - habló con parsimonia a su hermano político. Ambos estaban solos, es decir lejos de los demás Cullen, en la biblioteca del instituto. La rubia no despegó los ojos del libro.

- Es normal que te duela, no tienes porque fingir que estas bien con eso - susurró, no era común para ellos hacerlo pero ese día los habían enviado allí ya que perderían una hora a causa de la falta de un profesor y si hablaban más alto los jóvenes a su alrededor los escucharían.

Los rumores corrieron rápidamente cuando dejaron de ver a Sienna y Edward juntos para ser Isabella la que acompañara al ex de la rubia.

- No estoy bien pero... si dejara de alimentarme, si mostrara todo mi sufrimiento, si ignorara a Isabella, eso ¿no haría sentir peor a Edward? - por la manera en que el rizado cerró el libro se podía deducir que estaba molesto.

- Si me pidieras que asesinara a esa humana...

- Lo harías lo sé - ella rió sabiendo lo tentadora que era la sangre de esa chica para su hermano. - Pero no podemos culparla y lo sabes. Él tampoco eligió que esto sucediera, sólo pasó.

- Odio que seas tan comprensiva- él apretó los dientes haciéndola sonreír con ternura. - No deberías guardarlo más terminará convirtiéndose en ácido dentro de ti.

Ella estuvo en silencio unos segundos, pensando en las palabras usadas por el rubio.

- En realidad amas que sea comprensiva - dijo parándose de puntitas de pie para llegar a un libro.

- A quien ama es a mí - Alice se hizo presente y llenó de besos a Jasper.

El corazón de Sienna se apretó de ternura, al menos ellos si podían estar con la persona que amaban.

...

- ¿Y tu chica? - preguntó Emmet a Edward que acababa de llegar a la mesa en el comedor.

Sin duda la hora del almuerzo había sido uno de los mayores retos para ella, no es como si nunca hubiera estado sola de hecho todas sus décadas pasadas antes de conocer a su dulce veneno las había pasado soltera. Pero ver a los demás con sus parejas le había llevado a preguntarse si alguna vez ella y él se habían visto así.

Aunque era masoquista su mente no podía evitar pensarlo.

- ¿Sucede algo Eddie? - preguntó la vidente, Sienna intentó no voltear a verlo.

- No realmente sólo... - aguardó silencio llevándose consigo la atención.

El libro entre sus manos perdió toda la importancia, sus gélidos dedos se posaron sobre los de Edward. Tanto tiempo... tanto maldito tiempo sin tocarse que solo ese tacto la hizo temblar por las ganas de tenerlo entre sus brazos. Procuró mantener su muro en alto porque si él llegara a saber lo que pensaba en ese preciso momento sería patético.

En la mente de Edward pudo ver lo que lo perturbó y se sintió inevitablemente emocionada.

Soltó una carcajada, Edward la vió molesto y eso la hizo reír aún más.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - preguntó Emmet.

El rostro de Sienna brillaba por alguna extraña razón que los demás desconocían pero que sin duda los ponía curiosos.

- Mike quiere invitarme a salir - sonrió. - Esa muchacha Jessica parece interesada en él y se ha puesto celosa.

- Creo que no ha sido la única - habló Rosalie divertida, y aunque ella hacía referencia a Edward no era el único celoso allí.

Sienna volteó hacia la mesa de Bella, todos los Cullen viendo hacia allí, la chica Swan compartía miradas con su novio claramente afectada por la interacción de los ex's novios.

La rubia no lo notó pero aún tenía su mano subre la del castaño, la retiró con la delicadeza que la caracterizaba y la movió en dirección a Mike.

Un poco para molestar a Edward y otro para ver su reacción.

Sus hermanos comenzaron a reír cosa que ella también hizo, el chico estaba hecho un manojo de nervios.

Su ex pareja emitió un quejido de disgusto que le divertió en sobremanera.

- Cálmate - le sonrió a él.

- No es solo él, son todos- masculló.

- Desde que se enteraron que estás soltera no han dejado de hablar de ti- comunicó Jasper.

- Está bien - colocó un mechón detrás de su oreja. - No tengo planeado liarme con nadie por ahora. Además no sé de lo que sería capaz Jessica.

Emmet rió. - Esa chica da miedo.

- Podrías ir - dijo Rosalie.

- ¿No estaría jugando con sus sentimientos? - preguntó sabiendo que así era.

- ¿Y si vas con nosotros? - sugirió Emmet travieso, Sienna negó aunque sonriera.

- Él va a pedírtelo - comunicó Alice. - Pero no he visto que decisión tomas tú.

La rubia volvió a negar pero sin dejar de sonreír. Podía aceptar y olvidarse de todo por un rato, no era necesario que ocurriera algo después simplemente podía actuar como una amiga.

Estiró su mano en dirección a Alice, quien entendió lo que quería estirando la suya también para que la tomara. Luego de unos segundos la soltó.

- Tendría que ver que hay en taquillas - comentó.

- ¿En serio? - Edward a su lado habló con estupefacción.

Quiso molestarse, sinceramente quiso hacerlo pero como siempre no pudo, lo miró acongojada.

- ¿Por qué no debería? - preguntó con su par de ojos sobre los suyos.

El espacio parecía haberse reducido a esa mesa, a ellos dos allí sentados, al corazón dolido de Sienna y la mente confundida de Edward.

Aún aturdido por aquella mirada que le dió respondió.
- No lo hagas, sus pensamientos son... - realizó una mueca y apartó los ojos de ella.

- No es justo, no estás en posición de pedirme eso y lo sabes. Tú estás con Isabella y yo estoy sola - la apuñalada en Edward fue visible para todos. Las palabras de Jasper hicieron eco en su cabeza. - He tenido suficiente de ustedes dos, pareces ignorar cuanto me lastimas, todo el tiempo. No puedes tenernos a las dos así que si no vas a elegirme ten la decencia de no confundirme más.

El ceño fruncido que mantenía en ese momento rompía con todo el aura de ángel que siempre había poseído.

Si siguiera siendo humana sin duda estaría llorando, por su expresión y su voz, los cinco espectadores lo sabían. Aunque no eran los únicos, quizás, un poco más de la mitad del comedor estaba prestando atención.

Sienna no se había percatado de eso hasta que se puso de pie. Aunque sus ojos no abandonaron el rostro del lector de mentes pudo oír sus comentarios.

Tomó el bolso con sus cuadernos y se marchó silenciosamente.

Esa fue la primera vez en que el pensamiento de que lejos de él se encontraría mejor la invadió.

Sienna (Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora