— Ahome yo...
— Basta Inuyasha — sus labios formaron una línea recta.
Nos encontramos a unos cuantos centímetros de distancia pero el hielo entre los dos me cala profundo, hasta los huesos ¿En qué momento pasó? ¿Cómo es que llegamos a esto?
La respuesta la sé perfectamente. Ella sigue deambulando entre los vivos e Inuyasha siempre le será fiel.
Siempre correrá tras ella y yo ...
Simplemente ya no puedo soportarlo.
Creí, quise creer que el tiempo sería suficiente, que mi compañía bastaría más no lo he logrado y duele ¡Por supuesto que duele!
Ya no soy aquella jovencita de quince años que suspiraba por él.
Con el pasar del tiempo mi ingenuidad se ha ido y quizá hasta podría decir que también se han esfumado aquellos sentimientos que decía sentir por él.
Más no es así... Aún lo amo.
Y no es que el proceso haya sido sencillo, aún así, entendí que todo debe seguir su curso. No se puede retener lo que nunca ha querido ser parte de nosotros.
— Necesito explicarte — continúo él.
Su mirada fija en el suelo, el aire ondeando su cabello lentamente y la luna, iluminando su perfilado rostro... Perfecto.
Sonrío sin que él lo note.
Sonrío porque se me está regalando la oportunidad de poderle contemplar, bajo un cielo estrellado, entre los frondosos árboles y con la compañía de un silencio que me grita que todo ha acabado.
¿Terminado? Mi corazón se oprime ante la mención de la palabra pero ¿cómo es que puede terminar lo que nunca inició? Nunca existió un "Tú y yo" nunca fuimos "Inuyasha y Ahome"
Suspiré — Lo sé Inuyasha. No es necesario que te expliques.
Levantó su rostro. Sus ojos ámbar me veían cargados de una palpable tristeza.
— Lo siento tanto — susurró.
— ¿Realmente lo sientes? — indagué nerviosa y a la vez ansiosa por una respuesta. Él simplemente asintió moviendo lentamente su cabeza — ¿Por qué?
Tensó su mandíbula. Sus manos se volvieron puños a cada lado de su cuerpo. Las venas en su cuello se apreciaban al igual que en su sienes ¿Qué le molesta tanto?
Yo por mi parte mantuve la misma postura; recostada en el tronco de un frondoso árbol, no siendo así, sé que mis pies flaquearian y caería al suelo derrotada, vencida y ... Rota.
Imaginarlo no es igual a vivirlo. Siento que todo mi cuerpo se ha quedado clavado en la rugosa madera, mis manos sudan. Una sensación extraña recorre mis extremidades de forma vertiginosa. Mi cerebro me grita que huya, que no permita que su confesión me haga más daño sin embargo no puedo ser cobarde.
Esto, lo que sea, tiene que terminar esta misma noche.
— Creí que podría... — Tragó duro y cerró fuertemente sus ojos.
— ¿Amarme? — terminé por él. Esbocé una sonrisa tranquila.
— Lo siento, si — sus manos subían y bajaban frenéticamente, como si de esa forma pudiera liberar toda la tensión acumulada en su cuerpo.
Me mantuve en silencio; escuchando, analizando... Pensando.
— Lo intenté, te juro que lo intenté.
Y le creía. Claro que le creía. Sé que no me haría daño, no intencionalmente.
La reaparición de Kikyo fue un suceso que afectó al grupo de distintas formas.
Al principio me negué a creerlo no obstante, una noche me bastó para aceptar la realidad.
La noche en que Inuyasha desapareció, la primera noche en la cual se ausentó, la primera noche de tantas...
Su mirada triste, sus hombros caídos, su respiración agitada; claras señales de impotencia. No había algo que se pudiera hacer. Ya lo hecho, hecho estaba. Ni mil lágrimas derramadas de sus bonitos ojos serían suficientes para menguar mi dolor.
Las confesiones afectan en muchas formas. Esta duele, quema, asfixia pero es necesaria.
La necesito para poder continuar.
La necesita para ser libre, para botar la carga que lleva sobre sus hombros porque aunque nunca lo haya dicho, era eso precisamente lo que mis sentimientos le producían; un escozor de culpa.
Erguida lo miré, lo detallé. Me grabé a fuego cada una de sus bonitas facciones. Al llegar a sus perfilados labios rememoré el momento justo en que se unieron a los míos.
Por inercia me llevo una de mis manos a mi boca y acaricio mis labios con las yemas de mis dedos.
Él observa atentamente cada uno de mis movimientos. Sus ojos brillan, intuyo que él también lo ha recordado.
— No me odies — me pide desesperado.
— ¿Odiarte? — observo las estrellas brillar en el firmamento nocturno — eso es imposible.
De un momento a otro sus fuertes brazos me rodean. Su gesto me ha tomado por sorpresa. La melancolía me inunda y sin querer mis ojos se llenan de lágrimas.
Me prometí que no lloraría pero ¡Es imposible! El hombre que amo me estruja entre sus brazos, y lo único que puedo sentir es el dolor cruel de la despedida... Se terminó el juntos por siempre.
Necesito fuerzas, fuerzas para alejarlo. No debo permitir quebrarme. No cuando él sería testigo de cuánto me ha afectado el saber que ama a Kikyo.
Me aferra a su cuerpo mientras que mis manos cuelgan a ambos lados, siento el escozor en mis palmas. Deseo tocarlo... Aunque sea por última vez.
— Inuyasha...
— Perdóname.
— Suéltame — suplico. Él niega.
— Lo necesito, por favor Ahome. Una noche, solo una noche más.
¿Una noche más?
Me muerdo el labio inferior con fuerza hasta que degusto el sabor metálico de mi propia sangre.
Si accedo a ser de Inuyasha, una vez más, sé las consecuencias pero la pregunta es; ¿estoy lo suficientemente preparada?
❤️❤️❤️❤️❤️
¡Hola! Después de mil años aquí estoy nuevamente 🤣🤣🤣
¿Qué le aconsejan a Ahome?
¿Qué piensan de tal confesión?
¿Qué harían ustedes?
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The roar of the beast (TERMINADO)
FanfictionSi tuviera que volver a comenzar mi vida, intentaría encontrarte mucho antes... El Principito