Ahome lo pensó.
Sesshumaru seguía ahí. Justo detrás de ella sin mover un solo músculo.
No tenía caso descargar toda la furia que contenía. La furia que guardó por tanto tiempo.
El demonio no era el culpable de toda su desgracia. Quizá si esa noche no hubiera salido huyendo después de oír las crueles palabras de Inuyasha, nada de eso hubiera ocurrido
¿Era Inuyasha el culpable?
Ahome ya no tenía respuesta alguna para tal pregunta. Pueda que haya sido su debilidad, sus sentimientos, el gran amor que sentía por el híbrido pero bien claro tenía que todo lo que había ocurrido entre ambos fue con total consentimiento. Inuyasha jamás la obligó a nada.
La mezcla de emociones y falta de determinación la llevaron hasta donde se encontraba en ese momento; era una parte de él. El demonio ejercía potestad sobre ella y sobre sus emociones. A dónde les llevaría tal suceso.
Y lo peor es que ni siquiera era la marca quien le causaba tanto revuelo en su cabeza. Eran sus sentimientos traicioneros. Decía amar a Inuyasha pero entonces porqué reaccionaba así ante la presencia del gran Sesshumaru.
Probablemente se estaría volviendo loca. No había otra explicación.
Creerse atraída por el demonio era lo más extraño y a la vez patético. Cómo era posible de que un día su corazón latiera por el hanyuo y al siguiente deseara hasta con los huesos al youkai
¿Sería la marca la culpable?
Santo cielo
La joven del futuro alzó su rostro contraído por las emociones. Sus ojos azules contemplaron el cielo claro y despejado.
El aire soplaba con sutileza. El sonido del agua al correr era tan relajante. Los pájaros cantando a lo lejos. El sol acariciando partes de su piel como tal imperceptible caricia. Eran tantos los motivos por los cuales había decidido quedarse en esa época.
— ¿Qué quieres de mi? — preguntó en un susurro.
Sesshumaru frunció levemente el ceño.
¿Qué es lo que quería de ella? ¿Qué podría esperar o querer recibir él de una insignificante humana? Interiormente Sesshumaru quiso reír.
Y qué bien sería no esperar nada más no era así. Por más que se rehusara a aceptarlo. Por más que se dijera una y otra maldita vez que en su interior no albergaba alguna emoción para con la chica, la realidad era otra.
Ambos aturdidos por distintas razones.
— Humana — le habló de nuevo ignorando su pregunta.
Ahome suspiró profundamente. No tenía caso. Hablar con Sesshumaru era tan frustrante. Ojalá y fuera como el impulsivo de Inuyasha o como el empalagoso de Houyo.
El demonio era un maldito muro de indiferencia. Bien podría estarse cayendo el cielo a pedazos y él seguiría tan sereno, tan frío.
Habiendo tantos demonios en esa estúpida época, tuvo que unirse a un completo témpano de hielo. Vaya, vaya... La paciencia no sería suficiente.
Pero lo que Ahome no sabía es que él perfectamente la entendía, la comprendía y aunque la respuesta no estaba clara en su interior, sí la tenía y no quería decirla.
Y es que Sesshumaru simplemente no quería aceptarlo. Yako se había salido con la suya. Había logrado lo que tanto quería desde que se encaprichó como un patético cachorro con la hembra.
Los había unido. Ahora los tres eran uno solo. Si tan solo Ahome dejara a un lado sus miedos, sus temores y urgara en su interior. Ahí donde la unión es tan fuerte, comprendería que la frialdad de Sesshumaru simplemente es una fachada.
Sesshumaru necesita algo que solo ella puede darle pero de su boca no le escuchará pedirlo.
Se levantó sujetando con fuerza el nudo de la toalla que cubría su desnudes. Lo miró fijamente a los ojos y habló:
— Te preguntaré una vez más ¿Qué quieres de mi?
Era una humana impertinente. Que lo retara causó una extraña sensación en su cuerpo. Sentía latigazos de una energía invisible.
¿Era necesario que contestara con palabras?
Ahome debía aprender a entenderlo sin que halla de por medio las banales palabras.
De un rápido movimiento la cogió del cuello y la empotró contra el tronco de un árbol. Ahome abrió sus ojos como platos y con una mano sujetó la muñeca del demonio.
Sesshumaru miró con atención allí. Ahí donde la piel de la humana acariciaba la suya. La sensación era tan placentera que deseó más... contacto.
Demasiado fácil sería apretarle su frágil cuello y quitarle la vida sin embargo ya no tenía el suficiente valor para hacerlo.
La bestia había sido domada y el demonio...
El demonio se enamoró.
— Todo de ti.
Contestó para luego arremeter contra su boca. Ahome gimió en cuanto la lengua cálida del demonio acarició suavemente la suya.
Sesshumaru deseó arrancarle la toalla y poseerla ahí mismo pero a su sentido olfativo llegó la esencia del híbrido. Gruñó bajito y se separó en contra de su voluntad de los suaves labios de la humana.
Antes de que Inuyasha llegase emprendió el vuelo. Ahome se quedó estática. Temblando entera como una gelatina y deseosa. Quería más de aquello.
Quería a Sesshumaru.
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The roar of the beast (TERMINADO)
FanficSi tuviera que volver a comenzar mi vida, intentaría encontrarte mucho antes... El Principito