Tentación

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Un mes, un maldito mes de encierro. Estaba por volverse loca. No importaba qué hiciera o cuánto se esforzara por ganarse la confianza del demonio.

Sesshumaru no cedía.

La pequeña humana que Sesshumaru salvó de las garras de la muerte, era su única compañía. La niña entraba a su habitación y con su incansable parloteo le ayudaba a olvidarse, por momentos, de la realidad.

De qué servía si el demonio no la ataba como al principio si la puerta siempre estaba bajo llave. De qué servía que él, como todas la noches, se colara entre la oscuridad para contemplarla. Para simplemente verla dormir ¡Por kamisama! Eso era lo más patético y estúpido.

Sesshumaru siempre se expresaba con tontos monosílabos. Eran ciertas las ocasiones en donde hablaba más de cinco palabras juntas.

Desde aquella noche, ella se esforzó para averiguar lo que él quería que averiguara pero cómo se supone que iba a obtener respuesta si siempre que le hablaba parecía que lo hacía a una puta pared de hielo.

Si, era demasiado frustrante.

Fuera de aquella habitación, el demonio ya había tomado una decisión. No tenía caso seguir reteniendo a la humana cuando no presentaba un peligro, una amenaza para él.

Pero Yako no quería aquello. No quería que lo alejara de ella. Que volviese al lado de aquel estúpido híbrido era lo que menos deseaba pero qué más podía hacer. Causarle fuertes dolores de cabeza al demonio no era suficiente. Mientras su poder estuviera sellado más nada podría hacer.

Mientras tanto el demonio se regocijaba en la tensión de la bestia. Lo hacía sentir poderoso, intocable, indomable. Eso creía él. Porque lo que no sabía es que eso, eso que recién descubría que sentía, sería su perdición tarde que temprano.

Decidida a no seguir soportando los va y viene de Sesshumaru, se quitó la ropa con furia y la lanzó a algún rincón de la habitación. Usando únicamente el nuevo camisón que la pequeña Rin le consiguió, esperó a que fuese lo suficiente noche para llevar su plan a cabo.

No sentía ni un ápice de temor. Esa situación tenía que llegar a su fin de cualquier forma. Y si en el intento de conseguir su libertad hallaba la muerte misma pues moriría con dignidad.

Sesshumaru estaba muy pero muy equivocado si creía que dejaría su vida entera en la maldita habitación que dispuso para ella sin haber intentado nada.

Le persuadió para que hablara con preguntas tontas, poco profundas. Tratando de no ahondar tanto en los porqué la tenía allí pero él no cedió ni parecía tener intensión alguna de hacerlo.  Y cómo la molestaba aquella actitud indiferente en su captor. Era un maldito témpano de hielo.

Si bien, dicen que no hay hombre que se resista a los encantos de una mujer aunque él no era un humano precisamente, pero a fin de cuentas tenía un puto pene entre las piernas. También deseaba, sentía y se excitaba.

En cuanto el palacio se sumió en un silencio sepulcral buscó debajo de la almohada aquella pequeña llave que la niña había conseguido.

Después de muchos intentos logró cogerla de una de las gavetas de la cómoda en la habitación del demonio. Se sentía tan complacida con las atenciones y la actitud de la niña para con ella que dejarla ahí, sola, le hizo sentir un poco de culpabilidad.

Alejó esos pensamientos de su cabeza y abrió la puerta. Ojeó rápidamente ambos lados del pasillo y con pasos apresurados llegó hasta la habitación en donde se suponía que el demonio dormía. Frunció los labios y cerró los ojos fuertemente.

Necesitaba controlar sus nervios. Su cuerpo comenzó a temblar involuntariamente. Sus manos se empaparon de un sudor helado y su corazón latía tan de prisa que podría explotar en cualquier momento dentro de su pecho.

Respiró profundo para luego dejar salir el aire lentamente. Entonces reparó en un pequeño espacio entre la puerta y el marco de esta ¿Estaría sola la habitación? Sus intenciones eran ir allí y golpear pero si la puerta estaba abierta eso le facilitaba las cosas.

Tomó la manija con mano temblorosa y fue abriendo lentamente. La oscuridad reinaba en todo el interior.

Con dificultad apreció el bulto en la cama. Tragó duro ¿Y si se enojaba por su intromisión? Eso era precisamente lo que pasaría. Hasta la pregunta estaba de más en esa situación.

Se acercó un poco a la cama pero lo suficiente como para que su esencia femenina inundara las fosas nasales del demonio. De un solo movimiento Sesshumaru se levantó.

Aún con tanta oscuridad Ahome pudo percatarse de  aquella chispa roja en la mirada fría del demonio. Intentó retroceder pero ya era demasiado tarde. Él la había sujetado fuertemente de uno de sus brazos. El agarre brusco provocaba un leve ardor en su frágil piel.

¿Dónde había quedado la Ahome decidida?

Pues bien, esa Ahome iba a actuar. Con su mano libre comenzó a bajar el camisón. Sesshumaru lo notó y la soltó de inmediato. Este cayó al piso. La desnudez de la mujer quedó completamente expuesta ante su inquisidora mirada.

Ahome se quedó estática. Con ambos brazos a cada lado de su cuerpo se esforzaba por verle la reacción a través de la oscuridad. Le sintió moverse y a los segundos toda la habitación se iluminó ¡Santo cielo!

¿Y si se arrepentía y salía corriendo?

¡No Ahome! ¡Ni lo pienses!

Le amonestó su yo interno. Y sí, tenía razón. No había llegado tan lejos para simplemente huir como una vil cobarde.

Sesshumaru la recorrió entera y aquel trozo, oculto entre sus pantalones despertó. Fue entonces cuando la ira se apoderó de él y deseó arrancarle la cabeza a la humana osada.

¿Quién se creía para intentar seducirlo?

🎀🎀🎀🎀
¿Cómo creen que termine la situación?

The roar of the beast (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora