El inicio de algo... ¿intenso?

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Para él; un demonio poderoso. Temido y envidiado por todo aquel que le llegase a conocer. Amado por toda la raza femenina, ya sean simples humanas como él solía llamarlas, hasta demonesas que darían todo cuanto fuese posible por tan solo optener un mísero astibo de interés por parte suya, era realmente patético el sufrimiento de aquella sacerdotisa.

Entre las sombras la seguía, la vigilaba. Y no porque estuviera interesado en ella, no. La humana le era tan repugnante que se regosijaba en su dolor. Verla llorar, quebrarse, armarse y nuevamente quebrarse le resultaba lo más ridículo.

Vaya que los seres humanos no solo eran débiles, sino también estúpidos.

Cinco años, cinco años habían transcurrido desde que la humana llegó al Sengoku. Esa primera vez, la vez en que sus ojos dorados impactaron con el azul profundo en la tumba de quien en vida fuera su padre, supo pues que algo en su interior se había despertado.

Tiempo después lo entendió; la bestia que por siglos había dormido en lo más recóndito de su interior despertó y con su despertar una oleada de emociones lo golpearon de forma imperceptible.

El demonio no entendía o realmente no quería entender nada. Yako, cada vez más le exigía, lo obligaba a seguirla, a asegurarse de que estuviera bien

¡Y eso a él no le importaba!

La chica podría morir, revivir y volver a morir y a él siempre le seguiría dando igual. Ni en sus sueños más estúpidos se podría ver junto a ella, tal como lo quería la bestia interna.

Era curioso pues siendo ambos uno solo en aquel cuerpo perfecto pero evidentemente peligroso, se les era difícil el poder acceder a las peticiones del otro o por lo menos llegar a un maldito acuerdo porque realmente el demonio lo necesitaba. Sus tripas se revolvian siempre y cuando la esencia de la mujer lo alcanzaba.

Sus más bajos instintos se despertaban. Deseaba tanto poder cogerla del cuello y apretar tan fuerte hasta hacerlo crujir. Quería desmenbrarla, arrancarle el corazón para luego pisotearlo. Solo el hecho de existir en su mundo era motivo suficiente para extinguirla.

No obstante la lucha se desataba en su interior. La bestia la reclamaba, la ansiaba de sobremanera. Era un deseo incontrolable, inexplicable y lo jodia, claro que lo jodia.

Sus ojos dorados se entrecerraron en cuanto la humana dió un paso más hacia adelante. Algunas rocas se desprendieron de la orilla y cayeron a la oscuridad de aquel acantilado. Él sabía lo que había al final; huesos, restos de demonios que él mismo aniquiló con sus propias manos. La caída sería letal.

"Salvala" le gritó Yako.

La bestia se removía en su interior con ímpetu. Como si cadenas invisibles lo ataran al oscuro interior del youkai.

El demonio gruñó en respuesta. No lo haría, no tenía porqué hacerlo. La humana continuó llorando, gritando presa del dolor que le carcomía el corazón y hasta su alma.

— Pides demasiado — le espetó a la bestia que urgaba en su interior en busca de una debilidad — pierdes tu tiempo.

La bestia gruñó y se alzó en sus patas traseras.

"¡Hazlo!" Exclamó desesperado y molesto a la vez.

El demonio era lo suficiente poderoso como para impedirle que emergiera a la superficie. Su poder había sido sellado siglos atrás. Una noche de luna llena perdió el control por completo de sus facultades y derramó sangre por doquier.

Se convirtió en un bestia deseosa de sangre, insaciable hasta que ella, una jovencita sacerdotisa lo selló para siempre en el interior del ahora; Sesshomaru Taisho.

A través de los ojos del demonio podía apreciar cuán más cerca de la muerte la chica se encontraba.

Su dolor la segaba y no le permitía razonar ¡Qué estúpida! Pensó la bestia, pues si tan solo le diera la oportunidad le demostraría que un híbrido jamás estará a la altura de un ser tan poderoso como lo era él.

Con tan solo una maldita caricia lo borraría de su vida para siempre.

— ¿Por qué la deseas? — cuestionó el demonio a su bestia más no obtuvo respuesta alguna al instante.

Minutos después él contestó: "averígualo tu mismo"

¿Averiguar? ¿Un demonio tan poderoso como él detrás de una humana solo por averiguar lo que realmente había detrás de sus deseos?

¿No era precisamente eso lo que hacía? pues si bien no había perdido la cuenta, se la pasaba justo detrás de ella por más de tres años.

Tres años en los cuales ni siquiera el mismo Inuyasha había reparado en su presencia. El hanyuo se mantenía al pendiente de "su mujer" más que de su propia seguridad.

En reiteradas ocasiones el demonio tuvo la oportunidad de matarlo pero ni siquiera eso se merecía la escoria, pensaba él siempre que le veía expuesto.

En cuanto la mujer se lanzó al vacío, el demonio reaccionó. A una velocidad exorbitante la cogió en el aire y la sostuvo firmemente de la cintura. La tonta humana se había desmayado.

Voló con ella en brazos hasta un lugar seguro. En donde nadie podría verlos mucho menos encontrarlos puesto que nadie, en su sano juicio, se atrevería a pisar las tierras del oeste.

La depositó lentamente sobre la mullida cama y esperó pacientemente hasta que aquellos ojos se fueron abriendo lentamente.

Ahome se apoyó en ambos codos y observó detalladamente la habitación en donde se encontraba. Lo único que recordaba era el aire golpeando su rostro bruscamente mientras caía al vacío.

¿Inuyasha...?

No, al instante alejó esos pensamientos de su cabeza. La estancia amplia, con toques masculinos, desprendía un aroma tan extrañamente agradable que sus sentidos lo agradecieron. Quiso levantarse completamente pero un fuerte mareo se lo impidió, vió todo negro y cayó nuevamente en la cama.

Tan absorta se encontraba en sus pensamientos que no reparó en la presencia del demonio, este se había ocultado en una de las esquinas oscuras de la habitación y la veía atento a cada uno de sus movimientos.

Ahome se frotó las sienes con ambas manos y miró directamente hacia la puerta. Se levantó lentamente pero antes que su mano pudiera tocar la perilla, una voz ronca, varonil y extremadamente suave le erizó completamente la piel.

— ¿A dónde crees que vaz?

Había preguntado el demonio. Ahome de inmediato se giró y clavó sus ojos desorbitados en aquel rincón.

Cómo es que no había reparado en su presencia, por qué no pudo percibir su aura y lo peor aún, se encontraba en eminente peligro.

— Sesshomaru...

Le nombró tan bajito pero su voz temblorosa fue percibida por los finos oídos del demonio.

❤️❤️❤️❤️
Apareció el sexy demonio ¡Awiwiii!😍

Siento mucho estar perdida pero la gripe no me deja. En compensación os dejo otro capítulo más.

The roar of the beast (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora