— ¿Estás bien Ahome? — preguntó el híbrido al llegar.
Inuyasha veía en todas las direcciones. Alerta. La esencia del demonio seguía en el ambiente.
Ahome asintió y tomó la muda de ropa. La pegó a su pecho y emprendió la marcha.
En cuanto Sango les había dicho que Sesshumaru había llegado quiso salir corriendo hacia el lago pero se abstuvo.
Aunque quisiera proteger a la humana como siempre solía hacerlo tenía claro que ya no era de su incumbencia.
Cabizbajo la siguió. Ahome no había dicho una sola palabra durante todo el camino.
En cuanto llegaron donde los demás se encontraban reunidos, Ahome le pidió a Sango que le acompañara mientras ella se vestía. Minutos después le explicó lo que había ocurrido con Sesshumaru.
La castaña le escuchó atentamente. Por primera vez desde que la chica del futuro había sido retenida por Sesshumaru, se expresó. Sacó todo lo que llevaba conteniendo dentro.
Le habló de las extrañas sensaciones que sentía cada vez que lo tenía cerca. Por las noches no podía conciliar el sueño pues sacarlo de sus pensamientos era tan difícil.
Al pasar del tiempo lo extrañaba más. Suspiró y guardó silencio.
— Te haz enamorado de Sesshumaru — concluyó la castaña.
— ¿Eso puede ser posible? — cuestionó la joven. Sango asintió.
— Honestamente no sé mucho acerca de la marca que llevas en el cuello — Ahome acarició la cicatriz en su piel — pero sé que es más que unión. Hay sentimientos de por medio.
— Es imposible que Sesshumaru me ame — objetó cabizbaja.
Ambas se encontraban en medio de un claro. Ahome se sentó en las raíces de un árbol y Sango en el suelo, frente a ella.
La castaña frunció los labios. Pensó en la respuesta de la chica. Pero, si realmente sesshumaru no sentía nada por ella porqué permitió que ella llevase su marca.
Era absurdo creer que lo había hecho porque simplemente le dió la gana hacerlo. Era evidente el desprecio que el demonio sentía por la raza humana.
Irónicamente era una humana su otra mitad.
— ¿Y porqué no lo averiguas? — sugirió como un último recurso.
Ahome torció un gesto de incredulidad. Jamás creyó que escucharía tal cosa de la boca de Sango ¿Averiguarlo? Eso sería como buscar su propia muerte. Cavarse ella misma la tumba.
— Sesshumaru me mataría — exclamó angustiada. Sango suspiró y se levantó.
— Entonces no sé qué más podrías hacer.
— Lo pensaré ¿Podrías dejarme sola?
Sango asintió y se marchó.
En cuanto la soledad fue su única compañía Ahome pensó en la sugerencia de Sango ¿Qué más podría salir mal? Aún no podía borrar de sus labios el sabor fresco de aquel beso avasallante. Si, no había duda alguna. Quería a Sesshumaru.
Decidida a buscar respuesta se levantó y sacudió sus manos una contra la otra. Se acomodó el tirante que había caído de su hombro y comenzó a caminar.
Sabía perfectamente cómo llegar a las tierras del oeste y mentalmente rogaba encontrarlo en el castillo aunque entrar en el no sería una tarea sencilla.
Inuyasha sintió como poco a poco la esencia de la miko se alejaba. Se desvanecía. Cabreado y a la vez molesto de un salto bajó de la rama y corrió en su búsqueda.
Ahome pensaba y repasaba una y otra vez las palabras que le diría al demonio en cuanto le tuviese enfrente. Tenía que darse prisa. La tarde caería y no era prudente que deambulara por el bosque de noche. Habían peligros ocultos en la oscuridad.
Con los dientes apretados al igual que su puños Inuyasha se detuvo abruptamente frente a ella. Asustada Ahome dió unos cuantos pasos hacia atrás.
— ¿Te haz vuelto loca? — masculló colérico el híbrido.
— Inuyasha — balbuceó sin comprender la repentina reacción del hanyuo.
— No irás a buscarlo — espetó acercándose lentamente hacia ella.
Ahome frunció el entrecejo y endureció su mirada. Quién demonios se creía para decirle lo que tenía qué hacer.
— Aléjate de mi camino — exigió. El hanyuo completamente erguido negó.
La sujetó de uno de sus brazos con fuerza y la jaló para acorrarla entre sus brazos. Ahome pataleó. No quería purificarlo pero si seguía comportándose de ese modo no tendría otra opción.
— ¡Suéltame Inuyasha! — gritó mientras se removia. Inuyasha afianzó su agarre y la arrastró hasta pegarla en un tronco de árbol.
— No lo haré — habló bajito. Casi rozándole la oreja con sus labios tibeos — Entiéndelo. No te quiero cerca de él. Tú eres mía Ahome.
— Pero qué te pasa ¡Te haz vuelto loco! — enterró sus uñas en ambos brazos del híbrido.
El radiante ámbar había sido sustituido por un rojo intenso. Los colmillos largos y afiliados eran visibles. Ese no era Inuyasha. La bestia había tomado por completo el control.
Ahome gimió ante el inminente peligro. Inuyasha parecía no razonar. No reconocerla. En su mirada podía leer la sed de causar daño. Dañarla a ella.
De un solo manotazo le arrancó la falda corta que vestía. Ahome gritó al sentirse desnuda. Las aves huyeron del lugar. El aire se volvió denso y frío, más frío de lo común.
— ¡Inuyasha detente!
— ¡Cállate!
La golpeó tan fuerte con su dorso que Ahome se mareó. Miró negro por unos cuantos minutos. Tiempo en el que Inuyasha aprovechó para arrancarle la camisa.
Desesperado quería poseerla. Borrar de alguna forma la esencia, el olor del maldito de Sesshumaru en su cuerpo.
No iba a permitir que ese desgraciado se quedara con lo único que en algún tiempo lo amó.
Ahome siempre sería de él. Él sería el único en tomar ese cuerpo. En disfrutarlo, deleitarse con su sabor.
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The roar of the beast (TERMINADO)
FanficSi tuviera que volver a comenzar mi vida, intentaría encontrarte mucho antes... El Principito