Prólogo

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De reojo observó los lentos movimientos de la joven humana. Quizá era la curiosidad o simplemente la veía porque le daba la gana hacerlo. Si bien, podía sentirse tranquilo pues nadie lo podía ver y su aura no sería percibida fácilmente. Su patético medio hermano no se encontraba en ese lugar.

En cuanto sus rebosantes pechos, llenos de juventud y firmeza quedaron expuestos ante su penetrante y fría mirada, una corriente eléctrica atravesó todo su cuerpo a una velocidad inexplicable. Gruñó interiormente y deseó alejarse más sus pies no obedecían. Literalmente se había quedado clavado al suelo.

La sacerdotisa, ajena a los pensamientos del demonio, quitó completamente el kimono que cubría su desnudes y caminó lentamente hasta introducirse completamente en el agua fresca y cristalina.

En cuanto su piel deseosa se halló completamente sumergida cerró los ojos de pura satisfacción. Hacía días que necesitaba un refrescante baño. Agradeció internamente a Inuyasha por haber decido acampar en ese lugar.

Mientras la humana nadaba libremente en el lago, el demonio se mantenía expectante, atento a cada movimiento.

Su mirada dorada se oscureció y una parte de su cuerpo despertó abruptamente nublando así su raciocinio.

Aspiró la dulce esencia que se combinaba con el aire que soplaba lentamente y decidió dejarse ver.

El cuerpo femenino palpitó. Las orbes azules buscaron con desesperación al dueño de aquella aura tan poderosa y en cuanto ambas miradas se encontraron temió por su vida.

Se había alejado del grupo, nadie sabía a dónde iría pero muy en el fondo deseó que Inuyasha notara su ausencia y fuese en su búsqueda.

El apuesto pero peligroso demonio avanzó elegantemente hasta la orilla del lago. La joven se cubrió sus pechos desnudos con uno de sus brazos.

Veía en todas las direcciones. Su mente trabajaba a una velocidad inhumana... Tenía que huir.

Fue consciente de su desnudes y maldijo internamente, bien, no era el momento para pensar en eso.

Muy probable al demonio no le importaba en lo más mínimo su desnudes no obstante en cuanto lo miró soltarse el obi y sus espadas caer al suelo, sintió que todo su cuerpo se congelaba ¿Qué pretendía?

Lentamente el demonio se fue deshaciendo de su armadura. La joven tragó grueso y cerró fuertemente los ojos. Cuando los abrió él se quitaba el kimono.

— Sesshomaru...

— Calla humana — la interrumpió con voz fría, tan fría como su mirada.

Los ojos de la miko se abrieron como si fuesen una tarta de cereza en cuanto el cuerpo completamente desnudo del demonio quedó expuesto ante su mirada sorprendida.

— Mía

Dijo el demonio para luego esbozar una sonrisa que congeló por completo a la humana.

The roar of the beast (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora