Cap. 14 - Incógnitas y Misterio.

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Izuku escuchaba un sonido constante a lo lejos -Tip...  tip...   tip... -, abrió lentamente sus ojos y se encontró con su amigo Shōto -quien estaba sentado al lado de la cama en donde Izuku estaba recostado-, quiso levantarse pero su cuerpo no respondía. Se sentia cansado y tenia una molestia en su cuello, se limito a observar el lugar en donde estaba. Las paredes blancas solo podia significar que se encontraba en el hospital y no habia muerto asesinado por ese tipo.

Quiso hablar pero se percato que estaba conectado a un aparato respirador, su cuello tenia vendas al igual que ciertas partes de su cuerpo.

—Hola Midoriya, me alegra que despertaras. —miró a su amigo, quien le hablaba con su cara de Poker. —Por suerte solo respiraste mucho humo y tienes algunas quemaduras en tu cuerpo. Nada de que preocuparse, según los doctores. —el bicolor hizo una pausa meditando lo que Katsuki le pidió que hiciera. —Es una suerte que los bomberos lograran sacarte de tu habitación.

—¡IZUKU! ¡MI NIÑO, YA DESPERTASTE! —dijo la señora Inko ingresando al cuarto y abrazando a su hijo. —Tranquilo, todo va a estar bien.

Izuku quería hacer múltiples preguntas a su amigo y madre pero en las condiciones en las que se encontraba era mejor guardar fuerzas.

•••••••••

En cuanto se sintio mejor pudo explicar lo sucedido a las autoridades policiales y ellos hicieron lo que tenían que hacer. Con ayuda del hermano de Iida -quien es un abogado muy reconocido- lograron meter al pirómano de Dabi tras las rejas. Claro que su sentencia seria definida en un juicio que se llevaría a cabo más adelante -pero eso no importa ahorita-.

A Izuku le habian dado el alta el día Lunes en el hospital y ahora se dirigía a su departamento junto al DekuSquad.

Al abrir la puerta de su hermoso hogar todo estaba arreglado e impecable -na, se la creyeron-

Al llegar a donde antes era el hogar del pecoso solo tuvieron que a travesar el cuadro de la puerta, pues la puerta estaba tirada a un costado dentro del departamento. La cocina estaba llena de hollín, la mesada igual, el sofá habia sido consumido casi por completo así como también las cosas de madera -como la alacena y la mesa de la cocina-.

Izuku observó con tristeza sus muebles y fue adentrandose poco a poco al lugar, hasta llegar a su habitación -la cual, también habia sido destruida por el fuego- las lágrimas empezaron a salir de sus ojos en cuanto se acerco a su escritorio y abrió el cajón en donde guardaba las cartas. El olor a quemado llego a sus fosas nasales y le produjo desagrado, pero se sorprendió al encontrar todas las cartas intactas dentro del cajón quemado, las tomó a todas rapidamente temiendo que solo fuera una ilusión, el olor que el papel de los sobres poseía era un sutil olor a caramelo, algo que lo sorprendió pues no lo habia notado antes. Ya habia sentido ese aroma en otro lugar... Pero no recordaba donde. 

Acercó una de las cartas a su nariz y la olfateo, cerro sus ojos para tratar de recordar ese olor y rápidamente en su mente apareció el rubio cenizo sonriendo altanero como de costumbre. Abrió los ojos de golpe y sacudió su cabeza intentando sacar esa imagen de su mente. Era imposible, ¿no? 
Kacchan no podia ser X porque Kacchan nunca escribiría nada similar a lo que escribe X.

"Es imposible. ¡Deja ya de fantaciar Izuku! "

Se reprendió mentalmente el pecoso.

—Izuku lamento mucho lo de las cart... —no pudo terminar pues el peliverde se giró y le mostró las cartas. —¿¡QUE!? ¡¿NO ES POSIBLE!? —exclamó la castaña mientras daba un brinco por la emoción que sentía, ella nunca imagino que las cartas sobrevivirian al incendio pero al parecer estaban bien.

Cartas anónimas. [Katsudeku.] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora