Después de salir de la habitación en donde se encontraba su hermano menor ──aún con algo de duda acaparando en su cabeza──, Cristopher vio a través de la ventana a su padre, quien se encontraba al costado de la pobre cosecha que tenían, sentado en el suelo, mirando hacia el cielo nublado con la mirada confundida.
Él también se encontraba vacío por dentro al igual que su madre, con miles de preguntas atoradas en la garganta. Cristopher no pudo evitar sentirse terrible, además de culpable por no haber estado presente cuando Samuel desapareció, es sólo que tenía deberes que cumplir junto con su padre en el bosque y no podía dejarlo solo. Era una situación extraña, la sola desaparición de su hermano fue extraña, en ese bosque no habitaba nadie más que su familia, ¿entonces quién podría habérselo llevado?
Agitó su cabeza y decidió salir de la casa para hablar con él.
──Creo que deberías acercarte a mamá ──opinó el castaño dirigiéndose a su progenitor, quien lo miró tranquilamente y con un aura deprimente encima, por ello decidió sentarse a su costado ──. Se siente demasiado sola ahora, creo que tu compañía y tus palabras le vendrían bien.
──. No creo que quiera escucharme, está molesta conmigo porque no pude encontrar a Sam ──respondió, triste, pasándose ambas manos por el rostro. Cristopher miró hacia el suelo, hasta que luego, su padre dio un breve toque en su pierna izquierda; quería enseñarle algo, pues estaba abriendo su pequeña cartera de cuero ──. Supongo que lo viste al momento de llegar, pero tengo problemas con la cosecha.
Y es así como le extendió un maíz algo extraño, el encantador joven lo tomó y no requirió mirarlo minuciosamente para darse cuenta de algo demasiado obvio: estaba infestado, el problema es que no sabía de qué o cómo es que eso había llegado a ocurrir, pero gran parte del maíz estaba ennegrecido. El menor hizo una mueca de desagrado, quizás también de extrañeza, era la primera vez que les estaba ocurriendo algo así con la cosecha luego de meses de no haber tenido ningún inconveniente.
Ni siquiera sabía si es que podría existir algún tipo de plaga por esa zona y es por ese motivo que decidieron exiliarlos allí.
──¿Y qué piensas hacer? ──decidió preguntar al no encontrar alguna manera lógica de restaurar esos maizales, pronto podrían quedarse sin alimentos. Y ellos tenían la responsabilidad de llevar un pan a la boca de sus seres queridos, no podían fallar en eso.
──Tal vez ir al bosque, necesito que me acompañes. De repente llegamos a encontrar algo, con mucha suerte...
──Está bien, ¿vamos ahora o...? ──su pregunta quedó en el aire al momento en que su papá asintió, dando por hecho que irían en ese preciso momento.
Es sólo que el menor no se sentía preparado para volver a pisar ese sitio, había algo extraño en todo eso, habían ciertas situaciones que tenían sentido si se juntaban entre sí y se relacionaban con otra cosa "oscura" que podría haber también; pero no quería concluir que era una fuerza malévola la que había de por medio ocasionando todo eso.
Mientras Cristopher se quedaba pensativo, Harold aprovechó en entrar a su hogar en busca de su arma de caza; rezaba por encontrar cualquier animal, sin importar si era pequeño o grande porque lo que más deseaba era poder alimentar a su familia y además de agarrar el arma, también llamó a la perrita Skay, serviría de mucho por si los llegaba a olfatear o perseguir.
Al regresar con su hijo, ambos intentaron darse ánimos entre ellos mismos de que podrían encontrar algo para cenar esa noche, pero cuando se encontraban encaminándose al lugar, Cristopher empezó a arrepentirse de eso, porque sentía que alguien los miraba fijamente, y esa sensación lastimaba demasiado su pecho e inquietaba a su inalterable corazón. Las situaciones que podrían incluir cosas oscuras, relacionadas con el demonio, le arrancaban todo rastro de valentía al chico, porque era algo que no conocía.