Ruth intentaba llorar en silencio a pesar de que, en esa habitación vacía, se hacía un sonoro eco en sus oídos, era el eco de su sufrimiento. Estaba atravesando por duras experiencias, perder a un hijo era un dolor que no tenía nombre. Tampoco quería que los gemelos vieran ese estado tan delicado en el que se encontraba su primogénito, les había dicho una mentira piadosa; que el menor de había desmayado gracias a la falta de calor. Pero ella sabía que él no estaba bien, parecía estar en un estado de trance en el que su cuerpo no respondía, pero aún respiraba. Ni siquiera sabía qué nombre ponerle a eso.
Ella se pasó una mano por ambos brazos, acariciando su piel con tal de buscar confort, luego levantó la mirada al ver entrar a Brian, quien traía una manta gruesa de color esmeralda entre las manos, Ruth la recibió para poder cubrir a Cristopher con ella.
La ama de casa se secó las lágrimas una vez más, no podía contenerse ante aquello que veían sus ojos. Era surrealista ver a su hijo así. Siempre se imaginó a ella, postrada en una cama, pero no a su primogénito. Respiró profundo antes de cubrir el cuerpo aún desnudo del chico. Dejó un beso en su frente antes de tomar un frío depósito de metal que el rizado acababa de entregarle junto a esa manta.
Ella tomó un cuchillo que tenía al costado, se había quedado reposando por varios minutos sobre esa fina capa de polvo que se generó en el suelo de madera, sentía muchos nervios de tener que tomar un arma blanca para tener que empuñarla sobre el rostro de su propio hijo. Pero debía ser un poco más valiente, en realidad, necesitaría tener menos corazón para herir un cuerpo que parecía estar sin vida incluso; debía llevar a cabo esa medida de seguridad, necesitaba llegar a la verdad, de si todo eso fue por obra de la brujería o no. Así que procedió a hacer un corte no tan pequeño en la sien de su hijo, aguantó la respiración por un largo rato, su mano temblaba incluso, sentía que con cada pequeñez de piel que cortaba; ella desgarraba una gran parte de su corazón. La sangre había empezado a correr, a deslizarse con rapidez hasta llegar a su oreja, esa sangre que parecía no fluir más por sus venas ahora lo hacía fuera de su anatomía.
La mujer agarró un pequeño depósito de metal que tenía al costado, aún nerviosa, pero de la breve ojeada que le había dado a todo eso, sabía que no se avecinaba una buena noticia. Pero sin perder más el tiempo, combinó la frialdad de ese depósito con la frialdad de esa piel.
Brian soltó un grito ahogado al ver lo que fluía de un caudal de sangre emposada, los colores se volvieron más opacos; más oscuros. No era un color rojo intenso que parecía mezclarse con el verde intenso de la naturaleza para dar así, el verdadero color de la sangre, en lo absoluto, es como si directamente todo estuviera manchado con tinta negra.
—Limpia su sangre, señor, ten piedad de él que nunca fue un muchacho con maldad en el corazón... —comenzó a rezar luego de ver aquello, intentaba calmarse, intentaba darse consuelo a pesar de que podría ser perverso. No quería escuchar nada más en su cabeza que algo positivo, el dolor que sentía era el mismo que sentía Brian. Dolía ver partir a alguien a quien nunca te imaginaste que se iría tan pronto. Ahogó su propio griterío, escondió sus espasmos, todo por su hijo mayor —. Dejo su alma en tus manos, cúbrelo en tu manto celestial, purifica su cuerpo, perdona sus pecados y ámalo si es que se encuentra contigo ahora. —le dió un tic nervioso en el ojo izquierdo, estaba empezando a sentir frío en la columna, un frío de eterna soledad —Amén. —concluyó su oración.
Y el corazón de su hijo dejó de latir.
[🤍]
Al día siguiente.
Mercy cantaban tranquila alguna canción de esas que siempre componía al momento de estar aburrida, eran letras sin sentido alguno pero podrían sonar bonitas sólo si es que no fueran interpretadas por ella. Brian se volvía de piel frágil cada que su hermana se ponía cantar; la voz de la oji-azul era espeluznante. La letra rodeaba todo tipo de tema inocente, pero para él, es como si detrás de esa bonita sonrisa que te daba la intérprete, hubiera algo mucho más macabro de lo que cualquiera puede imaginarse.