Capítulo 23:

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Fuímos por ese sendero que me conocía como la palma de mi mano, por el que todo lo que se oía eran los pájaros que disfrutaban de el sol que hoy hacía, el ruido del río que pasaba al lado del sendero y el sonido que dejaban los caballos al andar.

Mi hermana: recuerdas cuando de esa vez en la que oíamos un ruido y nos empezamos a asustar pero tan solo era...

________: un mapache, que solo quería nuestra merienda -dije sonríendo y contagiando a mi acompañante-    Y esa vez en la que nos enfadamos con papá y mamá y nos escapamos

Mi hermana: sí y después papá tuvo que venir a por nosotras porque empezó a oscurecer

Y entonces la lágrima que llevaba guardando desde hace algo de tiempo salió. Todos esos recuerdos que pronto morirían junto conmigo... No era que tuviese una vida de lo más bonita y normal pero, era mi vida, mi familia y pese a todo les quería

Mi hermana: ¿ qué te pasa ?, sabes que puedes contarmélo, al fin y al cabo siempre estaré aquí -dijo sonríendo-

_______: es que, todos los recuerdos -no estaba dispuesta a decirle a mi hermana que moriría-

Mi hermana: claro... -me conocía muy bien y sé que no se acabó de tragar- ¿qué te parece si volvemos?

_______: sí, vamos

Dicho esto volvimos sobre nuestros pasos, cuando llegamos al parecer todos estaban dentro así que llevamos a los caballos a su lugar correspodiente. Mi hermana se fue dentro, pero yo necesitaba pensar todo los que me estaba pasando, la verdad tampoco me disgustaba mi vida. Tengo buenos amigos, una buena familia e incluso tengo un ángel

Me reí ante ese comentario, tuve una buena vida, sin duda, pero aún era muy joven para morir y sabía perfectamente que ante los perros del Infierno, no había nada que hacer. Se me hacía raro que me matarán ellos porque yo también podía acupar su misma forma, lo que tenía muy claro era que no iba a luchar porque acabarían matandome igualmente, no los culpo, es su trabajo

Un amor sobrenatural ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora