Epílogo.

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Por las amistades duraderas

Epílogo.

Años despúes los chicos ya estaban casados y habían adoptado una adolescente de ojos marrones, Darcy.

Era un frío 24 de diciembre en Londres y todos iban a ir a celebrarlo a casa de Niall.

Su hija se había adelantado para pasar un rato a solas con Ross, el hijo mayor de Joanne y el rubio. Louis y Harry caminaban en dirección casa de sus amigos, contentos porque era el 45 cumpleaños del mayor.

Cuando llegaron abrió una sorprendente Perrie, que aunque tuviera sus entrados cuarenta, estaba espectacular. Con sus grandes ojos azules resaltantes y una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Pezza!-exclamó Louis pasando a la casa y abrazando a su amiga y a su marido al mismo tiempo.

Harry echó un vistazo al gran salón y se encontró a Zayn, sujetando a sus dos pequeñas princesas gemelas en los brazos, sentado en el sofá; a su lado estaba Joanne, hablando con su hijo, que estaba abrazando a Darcy. En la cocina se podía oír el ruido de Niall preparando la cena y de Liam hablando con él.

Hacía años que se habían arreglado las cosas entre ellos y Liam ahora estaba felizmente casado con una morena llamada Sophia, la quería con locura.

La pareja y Perrie se colocaron al lado de Zayn y observaron a las pequeñas gemelas dormir en los brazos de su padre.

-Feliz cumpleaños, Lou- susurró su amigo, en bajito para no despertar a sus hijas. Louis asintió como respuesta y se fue a hablar con la pareja que formaban Ross, el hijo de Niall y Joanne, y su hija. Llevaban toda la vida de mejores amigos, hasta que el rubio había dado el primer paso besando a la joven en la última fiesta que organizaba su instituto.

-¿Dónde está Ed? -preguntó Harry a Zayn, que señaló en dirección la cocina.

El rizado se levantó y fue a la cocina, dispuesto a saludar a Ed, el chaval pelirrojo que Nash y Mark habían recogido de la calle tiempo atrás.

Sí, Harry había reducido su rencor hacia Mark. Tenía que hacerlo, no podría guardar ese malestar toda su vida. Pero jamás volvieron a ser los antiguos amigos que fueron.

-¡JOANEE SE ME HA ACABADO EL CHOCOLATE! -exclamó el rubio desde la cocina, recibiendo como respuesta una Perrie enfadada, por si despertaba a sus hijas.

Tarde.

-TITO HARRYYYYY- exclamó una de ellas, Destiny.

-TITO LOUUUUIIIISSS- dijo la otra, Emily.

Eran dos preciosas niñas de tres años, que se lanzaron a los brazos de la pareja en cuanto despertaron. Ambas tenían unos grandes ojos celestes, de parte de Perrie, y un largo y liso pelo oscuro de parte del padre.

-Jow, me parece que tu hijo se hace mayor -habló Nash a su amiga, mientras tomaba asiento a su lado y bebía de su copa de vino.

Ross y Darcy estaban celebrando la noche con un apasionado beso.

-Eso parece sí-observó la rizada, recordando el día que se había enterado de que estaba embarazada. Había el sido el día en el que estaba tan distante, el día de la pedida de Harry a Louis. Se había planteado ¿Niall me dejará? ¿Qué pasará si lo tengo? Aquella joven estaba asustada. Su mundo se venía abajo. Pero lo que pasó fue todo lo contrario. En cuanto Niall tuvo noticias, le pidió la mano delante de los padres de ella y habían celebrado una boda triple, junto a sus amigos. Una boda civil, a causa de Larry.

A ella le seguía gustando decirlo así, le recordaba buenos tiempos.

-Harry- llamó Niall mientras se limpiaba las manos con un trapo.

-Dime, Ni -dijo mirando como su hija reía acompañada de su rubio novio.

-¿Sigues odiando aquella noche en el ascensor?

-¿Estás de coña, no? -rieron.

El ruloso agarró una botella de champán, bebiendo de morro y exclamando -¡POR LOS ASCENSORES!

"VIVA"

Y así fue como, una noche buena al lado de Joanne, Niall, Ross, Zayn, Perrie, Destiny, Emily, Louis, Harry, Darcy, Liam, Sophia, Nash, Mark y Ed pasó felizmente, causando amor entre los presentes.

con amor, Noe.

Destino [Larry Stylinson] AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora