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La posición de ambos cuerpos posados sobre el colchón aún se encontraba intacta, atrayendo la abrumadora brisa de tensión dentro de aquella habitación.

Lo correcto, o lo que al menos el par de chicos opinaba que se trataba de ignorar por completo las cosquillas en su interior ante el aura del otro, únicamente había sido nublado de la conciencia de los jóvenes.

Si bien Daniel ya reconocía y aceptaba su orientación sexual, el mayor, Valentín, nunca había llegado a mostrar signos que conllevaran a la duda de sus mismos gustos.

Sus rostros se encontraban realmente cerca y sus narices alcanzaban a rozarse, mientras la tenua piel de la barbilla imponía el tacto con la del contrario.

El momento era guiado por un mismo deseo, deseo el cual ambos chicos aún desconocían.

A tan solo unos escasos centímetros, el ojiazul pestañeó, siguiendo con fruncir un poco su ceño a medida que observaba su panorama algo desconcertado, como si toda la escena solo se hubiese tratado de un impulso, un ridículo impulso.

-- Che, Valen, ten-- la puerta fue abierta de repente, dejando a la vista a un chico de ojos verdes esmeralda y el pelo plateado, quien solo pudo quedarse estático y con la boca abierta, claramente impactado por la vista.

Rápidamente, el castaño, y el de baja estatura, se separaron; alarmados por la repentina presencia.

Valentín pasó sus manos por su cabello, tirando los mechones del mismo y deteriorando claro nerviosismo.

--Bueno, che, si iban a cojer nos hubieran avisado al menos--río, contágiandole la tentación al anterior nombrado, mientras el morocho jugaba nervioso con sus manos.

--Y vos aprendé a tocar la puerta antes de entrar, no sé, digo --respondió sarcástico, siguiéndole el juego.

Monzón solo se dignó a retirarse del cuarto, dejando nuevamente solos a los partícipes de un tan no planeado acto.

El castaño se giró a observarlo, sin saber como proseguir con la continuación de sus futuras palabras.

Una sonrisa de labios cerrados se posó en su rostro a modo de dedicación hacia Ribba, claramente con el aporte de visible incomodidad.

Tosió --Vení que te presento a los chicos -- soltó finalmente, cortando con el silencio que se había formado.

Daniel pareció salir de su transe, asintiendo para luego pararse e ir en compañía de su colega hacia alguna parte de la casa.

(...)

--Ese labios de petero, es Matías --señaló hacia Spallati, quien divertido le mostró el dedo del medio a Oliva, continuando por saludar al de menor estatura.

Daniel debía admitir que estaba un poco incómodo y raro en presencia de tantas personas que por el momento desconocía; nunca había obtenido muchos logros a la hora de socializar con gente de otro entorno.

--Y bueno, por último, al gemidos de tortuga ya lo viste, Mauro --indicó con un movimiento de cabeza, dejando ver que éste estaba recostado en el pecho de Matías, quien lo abrazaba por encima de sus hombros; muy apegados --él... fue quien intentó ayudarte tratando de calmarte, en el patio de la escuela.

Un sabor amargo en la boca de Daniel hizo efecto, dándose pena a sí mismo por su inutilidad.

Luego de las variadas presentaciones, los adolescentes fueron conociendo al ojimarrón, el cual todavía se mostraba algo tímido.

Con quien más había logrado conectar era el de pelo platinado, Mauro, sus gustos parecían haber coincidido en gran parte con los suyos.

Las horas pasaron con velocidad, presionando al grupo de chicos para que regresacen a sus respectivos hogares al caer la oscuridad en las calles.

Frágil [Wosani]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora