Capítulo 12 - El rapto (Η αρπαγή / I arpagí).

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Deberían cubrirlo antes de que su cuerpo se enfríe –dijo Niké a Kshanik y Vélos mientras apuntaba al inconsciente Ujjval.

Claro... –dijo el hermano, aún consternado por el asombroso y rápido final de la batalla, habiendo perdido la esperanza en el triunfo de Ujjval.

Los muchachos secaron el sudor del cuerpo de Ujjval y luego lo arroparon con una sábana blanca, acomodándolo en el piso, esperando a que despertara pronto.

Athena llamó a Jökull, pidiéndole que se arrodillara frente a ella, procediendo a honrarlo por su pelea.

Demostraste una gran valentía hoy, Jökull de Svalbard, así como aquel día en que admitiste tu deshonra en mi templo. Luchaste sin avasallar a tu inexperto oponente, comprobando su destreza y resistencia, lo que habla de tu cautela y experiencia como guerrero. Es por eso que te reconozco como el primer santo bajo mi protección, tuyas serán mis batallas y victorias, para proteger la justicia entre tus congéneres –dijo Athena a Jökull, depositando en su cabeza una corona de olivo hecha por ella misma, restituyendo el honor que el muchacho pensaba había perdido.

La corona de olivo brillaba con hermosos destellos, como si estuviera labrada en oro, y nunca sufriría el decaimiento por la edad, permaneciendo siempre fresca, brillante y turgente. Vélos y Kshanik estaban maravillados por el presente que la diosa le entregó a Jökull, acercándose a este para felicitarlo por su logro, momento en que Ujjval despertó y se levantó.

Me ganaste –dijo Ujjval, aproximándose a Jökull con dificultad, quien asintió ante las palabras de su contendiente.

Y tú casi me mataste –respondió Jökull, tomando el hombro de Ujjval, reconociendo su fortaleza—. Te gané por tu falta de experiencia, pero tu Chi me descolocó al punto de congelarme en medio de la batalla, apenas me salvé de tu ataque. Sigue entrenando y algún día lo conseguirás.

¡Qué no te quepan dudas! –exclamó el debilitado Ujjval con una mirada encendida y atrevida, extendiendo su puño a su oponente.

Me voy a descansar –dijo Jökull, golpeando el puño de Ujjval con el suyo, retirándose junto a Long a su residencia.

Athena y Niké cuchichearon algunas cosas, adelantándose la diosa alada ante los muchachos que parecían estar acercándose a la hija del dios del rayo.

¡Chicos! Nosotras ya nos vamos, no tenemos nada más que hacer aquí –dijo Niké, interrumpiendo el avance de los muchachos mientras Athena agarraba sus armas y se elevaba al cielo sin mirar atrás—. Los dejó para que se diviertan... Está apurada, tiene mucho que hacer.

Niké le guiñó el ojo a Vélos, sacudiéndole el cabello mientras sonreía, elevándose por el cielo para abandonar el lugar.

¿Qué fue eso? –dijo Kshanik a Vélos, quien tampoco comprendía la extraña interacción que tuvo con la diosa de la victoria.

No lo sé, pero... –dijo Vélos, pasando de un juvenil nerviosismo a la melancolía—. Vamos a ver a Ujjval, debe estar hambriento después de la batalla.

El trío de muchachos se dedicó a descansar ese día, dejando las tareas para después, permitiéndole descansar apropiadamente a Ujjval. Vélos salió a pasear para no mostrarse alicaído frente a sus amigos, no comprendiendo el desaire de la diosa Athena, caminando sin rumbo fijo por el ágora.

Por su parte, Athena llegó a su templo y se dirigió al οπισθόδομος (opisthódomos) donde guardaban las ofrendas, observando el barril de aceitunas que Jökull trajo cuando le avisó de su pelea con Ujjval.

Saint Seiya ~Shinka no Tounan~ | 聖闘士星矢~ 神火の盗難 ~ [FANFIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora