Diario de una gemelier

SÁBADO 19 DE SEPTIEMBRE

Suena un ruido fuerte que invade toda la habitación. Abro los ojos y apago el despertador. Me quedo un rato tumbada en la cama pensativa cuando finalmente decido bajar a desayunar. Antes ventilo un poco la habitación y me dirijo hacia la cocina. Mientras me tomo el bol de cereales en silencio enciendo el teléfono y recuerdo las llamadas que había recibido horas antes de Jesús. No hay nadie en casa, así que decido pulsar el botón verde y llamar. Me impaciento hasta que alguien descuelga el teléfono al otro lado de la línea. -¡Jesuuús! ¿estas bien?- pregunto rápidamente y muerta de nervios. -Hola Valeria... si estoy bien, pero tengo algo muy importante que decirte...- me tranquilizo al oír eso pero me impaciento por saber el resto. -Dime, ¿qué pasa?- pregunto dubitativa. -Verás, tenemos que grabar un segundo disco... y seguramente nos mudaremos la semana que viene a París. No será durante mucho tiempo pero dicen que es lo mejor para nosotros.- puedo notar la tristeza que lleva en estos momentos y yo tampoco sé que decir. -¿Y cuándo vas volver?- los ojos se me humedecen y la vista se me va nublando. -No lo sé, la verdad, pero espero que pronto. Mañana vendremos a hacer las maletas y el martes cogeremos el vuelo. -respiro hondo y respondo. -¡Pues no hay que desaprovechar el tiempo! Mañana a las siete y media en la plaza del ayuntamiento.- siento que se anima un poco más, me manda un beso y colgamos. Dejo el móvil en la encimera de la cocina y miro fijamente al suelo. Las lágrimas se me van callendo lentamente, suspiro y subo arriba a cambiarme. Solo deseo que las cosas salgan bien y sea verdad que van a permanecer en París el menor tiempo posible. Me pongo unas mallas y una sudadera y salgo a dar una vuelta. Me siento un poco mejor y dos horas más tarde regreso a casa. Paso la tarde estudiando en mi cuarto y haciendo trabajos para el instituto. Me voy a dormir pronto y lloro hasta quedarme dormida, espero que mañana sea un día mejor.