DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE

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Hoy he pasado un día más tranquilo. Me he levantado tarde con la cara húmeda por las lágrimas, he pasado la mañana continuando los trabajos para el instituto y a las seis y media aproximadamente me he empezado a vestir un poco más animada. Una falda corta con un jérsey ancho y una cazadora, me he maquillado un poquito y he salido de casa. Hacía una tarde bastante fresca pero soleada a la vez. Iba sin gafas pero he podido observar la silueta de Jesús y me he dirigido corriendo hacia él. -Mi niña.- ha susurrado. Continuamos el abrazo por lo que parece una eternidad. -Te voy a echar mucho de menos.-  logro decir con una sonrisa triste. -Hablaremos todos los días lo prometo y prometo que volveré lo antes posible.- Le abrazo y nos besamos. Vamos a la heladería en la que quedamos por primera vez, nuestra primera cita. Me llueven miles de recuerdos a la cabeza y sonrío. -¿por qué sonríes?- dice él mirándome a los ojos. -Estar en un lugar y que te lleguen los recuerdos a tu memoria...- digo pensativa. Le acaricio la cara suavemente dos minutos más tarde viene la camarera y pedimos dos batidos y  tortitas. El resto de la merienda transcurre bien, con las típicas bromas y risas que solo nosotros entendemos. Luego andamos abrazados hacia ninguna parte, Jesús se para y se acerca a mí tiernamente, sus labios se vuelven a juntar con los míos como tantas veces se han juntado en esta última semana. Me quito mi colgante favorito ese que tiene mi nombre y que tantos momentos me trae. -¿Qué haces?- pregunta él extrañado y divertido a la vez. -Prométeme que no te vas a quitar este collar y que siempre que estes solo y triste lo mirarás y te acordarás de mí.- digo con una sonrisa en los labios. -Lo prometo.- dice el serio y dejándose poner el colgante. Jesús se quita algo del cuello y me lo entrega. -Prométeme que siempre estarás conmigo y que seguiremos juntos hasta que seamos mayores.- y me lo pone, me quedo mirándolo, es la chapa que tantas Gemeliers desearían tener en mi lugar. -Lo prometo.- y le abrazo fuertemente.-Pero prefiero que me prometas algo...- dice él mirándome a los ojos. -¿El qué?- pregunto dubitativa. -Prométeme un para siempre de los de verdad, no como los de los mayores.- le miro y por primera vez soy yo la que toma la iniciativa y le beso, él sonríe y yo sonrío. Bueno dicen que lo más bonito son los besos robados ¿no?

Diario de una gemelierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora