Capítulo 9

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Isabella POV

—Bien, Todd, ve lento.

El fisioterapeuta movía lentamente su pierna, de modo que él pudiera acostumbrarse al leve dolor que generalmente le daba.

Mi panorama de día sábado a veces era acompañar a Todd a sus terapias para que sus piernecitas no se atrofiaran y que sus brazos lograsen trabajar aún más, más que nada cuando papá no podía asistir.

Lo miré con su entusiasmo innato por cooperar y sonreí, porque de verdad ponía todo su esfuerzo en sus ejercicios. Fue inevitable acariciar su cabello mientras lo notaba sudar desde la frente.

—Último movimiento, campeón, ¡eso es! —exclamó el fisioterapeuta.

Mi hermano pequeño había pasado toda su vida en esa silla de ruedas y, por ende, en estos ejercicios. Debido a su constancia ahora podía mover sus manos, no con la agilidad de cualquier niño, pero ya estaba escribiendo y dibujando, lo que era estupendo. Aunque me costaba admitirlo, había sacado la perseverancia de mi madre.

Cuando la sesión hubo terminado, Todd cayó de espaldas a la colchoneta y me miró entre sonrisas.

—¿Lo he hecho bien, Chocolate? —inquirió algo inseguro.

—Claro que sí, siempre lo haces bien —le respondí mientras le pasaba un pañuelo por la sudada frente.

—Pero ¿mejor que antes?

Me largué a reír.

—Mejor que nunca.

Emmett nos estaba esperando afuera del centro terapéutico, a un lado de su coche. Cuando vio a Todd corrió hacia él y le dio un tierno abrazo.

Mi hermano mayor era un profesor de educación física en la primaria "Luckesville" de Nueva York. Como cada sábado, preparaba a sus alumnos para un campeonato infantil de voleibol, y luego venía a por Todd, sudado, agotado y usando su uniforme de deportes.

—¿Qué tal la sesión de hoy, hermanito? —le preguntó mientras me ayudaba a sacarlo de la silla para sentarlo en el asiento trasero de su coche.

—Ha estado muy bien. Johnny cree que pronto podré ingresar a alguna clase de terapia en el agua —le contó entusiasmado.

Sonreí con orgullo. Emmett me dio la misma mirada; nosotros sabíamos todo lo que había costado llegar hasta esto, sobre todo papá.

—Eso está muy bien, yo podría llevarte, así tu hermana descansa un poco, ¿qué dices?

Él asintió y se acomodó como pudo en el asiento.

—¿Qué tal la escuela? —le preguntó mi hermano mayor, mirándonos por el espejo retrovisor.

—Ha estado bien, aunque Lauren ha estado molestando mucho últimamente —susurró un poco incómodo.

—Eso no me lo habías contado, Todd —le dije con algo de preocupación.

Emmett frunció el ceño.

—¿Qué te dice? Sabes que tienes que contarnos todo.

Se encogió de hombros y miró hacia la ventana que había a un lado.

—La Srta. Clara nos hizo dibujar a nuestra madre, pero yo no tengo una. Lucille dice que fui abandonado y eso me molesta mucho. ¿Dónde está mamá, Bella? ¿Ha muerto ya? —Todd solo me llamaba por mi nombre cuando estaba serio y, a pesar de que no me miraba, suponía que quería una respuesta contundente.

Suspiré y luego me dirigí a Emmett, mirándolo con nerviosismo. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo? Ni siquiera mi adulto hermano tenía idea de cómo abordar algo tan delicado como eso. Si tan solo supiera que haberlo abandonado era una de los miles de cosas que había hecho con él y con nosotros

El Suave EnloquecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora