Un crucero a Barbados
"Dominas la manera en que me muevo
Y respiro tu aire
Sólo tú puedes rescatarme ()
Y si tú fueras mío
No me gustaría ir al cielo"
—¡Me lo gané! —exclamé mientras apretaba el boleto contra mi pecho—. ¡Un maldito crucero por playas calientes!
Rosalie me veía saltar por su sala mientras remojaba los platos que recientemente habíamos utilizado. Sonrió y se unió a mi felicidad.
—Al fin ganas algo Isabella Swan —me molestó.
Corrí hacia ella y le restregué el papel ganador en la cara.
—Esta es la prueba de que mi vida va mejorando.
—Y que podrás salir un momento de ese agobiante trabajo —bufó.
—Eso ni me lo digas. —Resoplé, apoyándome en el umbral de su puerta—. Aro insiste en quererme para sus proyectos pero, ya sabes, tengo que hacerlo todo yo —musité, sintiendo el estrés en la base de mi espalda.
Rose miró desaprobatoriamente hacia otro lado, sabía muy bien cómo era mi jefe.
Trabajaba para él en una empresa que demandaba mi tiempo por completo. Me consideraba su empleada estrella, pero pocas veces me sentía realmente como tal.
—Debes agradecerle a Emmett por haberme incentivado a participar en esa ridícula lotería, ¡ahora tengo un boleto para irme a ese maldito crucero!
—Eso es para que comiences a creerle a mi Osito.
Rodé los ojos.
—Tu Osito siempre pierde en la lotería, no puedes culparme por mi desconfianza.
Rosalie dejó ir una carcajada.
—Más te vale ir llamando a Aro, no querrás que te impida las vacaciones que te debe hace meses —dijo mi amiga, secando sus manos en el pañito celeste que pendía en la pared. Su oración se oía perfectamente sarcástica.
Eso era cierto. Últimamente vivía explotada por el trabajólico de Aro Vulturi. oPero la verdad no era toda culpa suya, sino mía también, que necesitaba urgentemente una buena cantidad de dinero para ayudar a papá.
—Lo haré, lo prometo —dije con sinceridad.
En seguida escuchamos el sonido de la puerta y un claro: «¡Osito ya está en casa!». Era mi hermano mayor, Emmett. A Rosalie se le iluminaron los ojos.
—¡Osita está aquí! —lo llamó mi rubia amiga.
—Y la humana Isabella también —añadí por lo bajo.
Emmett besó a su esposa y luego me dio un apretado abrazo, hasta el punto en que sentí el crujir de mis huesos.
—Adivina qué cosa hermosa le ha pasado a tu hermana hoy —musité con el culo apretado de la emoción. Tenía el ticket ganador escondido en mi espalda.
Sus ojos se abrieron de par en par y luego abrió sus brazos para celebrar.
—¡Tienes novio!
Rodé los ojos y le puse el ticket en las manos.
—No, bobo, ¡me he ganado una estadía en un crucero a Barbados! —grité.
—¿Ves? Te lo dije, cuando tengo una corazonada es mejor hacerme caso.
Me tomó entre sus grandes brazos y comenzó a darme vueltas por la sala, bajo la mirada divertida de su esposa Rosalie.
—¡Al fin tendré unas vacaciones decentes! —exclamé, imaginando por fin el increíble sol y el aroma a mar que debía rodear toda la embarcación, ¡ni hablar de los jacuzzis que siempre instalan en las habitaciones! —. Quiero un jacuzzi —solté.
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El Suave Enloquecer
RomansaLa fortuna lleva a Bella a recorrer los mares a bordo de un crucero con un boleto hacia el deseo sin retorno. Su juventud y alegría fueron el imán ideal para atraer al maduro y enigmático Edward, ambos perdiéndose en la locura y la pasión, una avent...