Capítulo 11: Zayn.

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A pesar de que luché con fuerza contra ello, los próximos cuatro días se movieron a una retorcida velocidad con los shows consecutivos. Hubiera dado cualquier cosa para detener el reloj, así mi tiempo con Abby podría haber sido saboreado y durado más tiempo. Ella era todo lo que podría alguna vez querer o necesitar en una chica, y con el tiempo que pasábamos juntos, más cuenta me daba que no la había estado cagando con Abby cuando le dije que nunca había conocido a alguien como ella.

Quiero decir, ¿qué otra chica se sentaría conmigo, hablando todas las horas de la noche de música, vida y familia? Ella era la única chica a la que había sido capaz de arrastrar a un IHOP después de un show y luego regresar al autobús para una sesión de improvisación. Cantamos duetos de canciones locas como de Conway Twitty y Loretta Lynn Mississippi, Lousiana Man y luego de Ozzy Osbourne y Lita Ford If I close My Eyes Forever.

Cuando Abby consiguió eclipsarme aprendiendo y cantando algunas de nuestras canciones, le juré que la arrastraría al escenario conmigo para el siguiente show.

—¡Oh infiernos no! — había respondido.

Para su última noche en el autobús, le había pedido a Abby que durmiera conmigo de nuevo, pero esta vez teníamos la cama para nosotros mismos. Nada pasó más que dormir en cucharita pero estuve feliz de tenerla a mi lado.

Pero demasiado pronto fue domingo, el día que ella tenía que reunirse finalmente con los chicos. Nos detuvimos por un sombrío desayuno en el Cracker Barrel, el lugar favorito de Abby para comer. Aunque apenas comió. En su lugar, ella empujó su comida alrededor mientras miraba entre nosotros y me destrozaba.

Con un gruñido frustrado, dejé caer mi tenedor y golpeé ruidosamente mi plato.

—¿Podrías detener eso? Estas personas van a pensar que te estamos secuestrando o abusando o algo así por cuan triste te ves.

Ella sorbió y se limpió su nariz con su servilleta.

—No puedo evitarlo. Voy a extrañarlos chicos.

A pesar de que ella dijo “chicos”, ella me miró significativamente.

—Nosotros también te vamos a extrañar —murmuró AJ con la boca llena de panqueques. A la disgustada expresión de ella, él sacó su labio—. ¿Qué puedo decir? Estoy sintiendo tu pérdida, Ángel. Solo debo empacarlo porque soy un comedor emocional.

Su comentario trajo una fugaz sonrisa a su rostro, pero demasiado pronto se hubo ido. Una vez que nosotros terminamos de comer, Abby llamó un taxi para venir a recogerla.

—Podemos llevarte al hotel.

—Está fuera de su ruta. Ya me he impuesto lo suficiente —sostuvo.

Con una sonrisa le respondí.

—Sí, pero eres una imposición terriblemente linda.

Ella se rio.

—Gracias.

Fue entonces que me colgué hacia atrás y observé a Abby pasar por sus adioses con los chicos. Rhys fue el primero.

Él la abrazó y le susurró algo en su oído que la hizo reír. Cuando Brayden dio un paso adelante, las lágrimas brillaron en los ojos de Abby. Tomando las manos de ella en las suyas, él le habló suavemente a lo cual ella meció su cabeza en acuerdo. Ella se inclinó arriba y le besó su mejilla antes de que él la jalara a sus brazos. Frotó amplios círculos sobre su espalda mientras ella sorbía su nariz.

Cuando ella finalmente se echó atrás, Bray le besó la mejilla.

Cuando AJ anduvo hacia ella, Abby no pudo detener la sonrisa que se formó en sus labios. En una voz baja y tierna, él comenzó a hablar en español. Ella inclinó su cabeza y lo escuchó, a veces riendo a veces llorando. Cuando él terminó, la envolvió en sus brazos y la apretó con fuerza.

Symphony Of Destruction. (Z. M.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora