capítulo 10.

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Billie.

Ella está en esto. No ha sonreído lo suficiente en los últimos días, pero ahora no puede dejar de sonreír.

-¿A dónde vamos?,.--dice, aplaudiendo. Todavía tiene azúcar en polvo en la comisura de su boca. Me estiro a través del asiento y la limpio con mi pulgar.

-Vamos a El Barrio Francés.--le digo.--Hay un montón de lugares románticos allí.

Rueda los ojos, desplazándose a través de su teléfono.

-Me pregunto lo que hacíamos por diversión. Además de tomar selfies.

-Por lo menos todas eran buenas selfies.

Me lanza una mirada de lástima.

-Eso es una contradicción. No hay tal cosa como buenas selfies.

-He revisado la galería de tu cámara. Siento diferir.

Agacha su cabeza y mira por la ventana, pero puedo ver el rosa de sus mejillas volverse más rojo.

...

Después de aparcar, no tengo absolutamente ningún plan. Nos llenamos de tantos buñuelos para el desayuno, que no estoy segura de que ella aún esté muy lista para almorzar.

Pasamos la primera parte de la tarde paseando por todas las calles, deteniéndonos en casi todas las tiendas. Es como si las dos estamos tan fascinadas por el paisaje, que nos olvidamos de que tenemos un objetivo hoy. Se supone que debo hacer que se desmaye. Se supone que debe desmayarse y enamorarse de mí.

«Regresa al camino, Billie.»

Estamos en la calle Dauphine cuando caminamos, pasando lo que pretende ser una librería. ______ se da la vuelta y toma mis manos.

-Vamos.--dice, tirando de mí en la tienda.--Estoy bastante segura de que el camino a mi corazón está aquí.

Hay libros apilados desde el piso hasta el techo, en todas las direcciones. A los lados, de arriba abajo, libros utilizados como estantes para más libros. Un hombre se encuentra sentado detrás de una caja registradora a la derecha, que está cubierta con incluso más libros. Él asiente a modo de saludo cuando entramos. ______ se dirige a la parte trasera de la tienda, que no está muy lejos. Es una tienda pequeña, pero hay más libros de los que un hombre podría leer en toda su vida. Ella pasa sus dedos a lo largo de los libros mientras los pasa, mirando hacia arriba, abajo, por todos lados. En realidad gira cuando llega al final del pasillo. Sin duda se encuentra en su elemento, si lo recuerda o no.

Está frente a una esquina, sacando un libro rojo de la estantería.

Camino detrás de ella y le doy otra tarea de Billie dice.

-Billie dice... abre el libro en una página al azar y lee las primeras oraciones que veas...

Se ríe.

-Eso es fácil.

-Aún no terminaba.--digo.--Billie dice: lee las oraciones gritando a todo pulmón.

Se gira para quedar frente a mí, sus ojos muy abiertos. Pero entonces una sonrisa maliciosa se forma en su boca. Se para erguida mientras sostiene el libro en frente de ella.

-Bien.--dice.--Tú lo pediste.--se aclara la garganta, y luego, tan alto como puede, dice:--¡Me hizo querer casarme con ella! ¡Me hizo querer comprarle un avión mágico y llevarla lejos, a un lugar donde nada malo pueda suceder nunca! ¡Me hizo querer echarme pegamento a todo mi pecho y luego echarme encima de ella así estaríamos pegados, y entonces dolería mucho si alguna vez tratamos de separarnos!

Jamais, jamais (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora