capítulo 5.

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______.

La prisión no es lo que esperaba. ¿Y qué esperaba exactamente? ¿Algo oscuro y podrido, establecido en un telón de fondo de cielos grises y tierra estéril? No recuerdo cómo luzco, pero sí cómo debe lucir una prisión. Me río mientras salgo del auto y aliso mi ropa. El ladrillo rojo es brillante contra el cielo azul. Hay flores creciendo a lo largo de la hierba, bailando un poco cuando las golpea la brisa. Lo único feo sobre este escenario es el alambre de púas que recorre la parte superior de la valla.

-Esto no se ve tan mal.--digo.

Billie, quién sale detrás de mí, levanta una ceja.

-No eres la que se encuentra encerrada ahí.

Siento el calor subir a mis mejillas. Puedo no saber quién soy, pero sí sé que ese fue un comentario muy estúpido.

-Sí.--digo.--Supongo que ______ es una imbécil.

Se ríe y agarra mi mano antes de que pueda protestar. Echo un vistazo hacia el auto, donde Claudia y Finneas nos miran a través de las ventanas laterales. Parecen pequeños cachorros tristes.

-Debes quedarte con ellos.--digo.--El embarazo adolescente es cosa seria.

Se ríe burlonamente.

-¿Bromeas? ¿No viste cómo pelearon todo el camino hasta acá?

-Tensión sexual.--canto, mientras abro la puerta a la zona principal de recepción.

Huele a sudor. Arrugo la nariz mientras camino hasta la ventana. Una mujer se encuentra frente a mí, un niño aferrado a cada una de sus manos. Los maldice antes de gritar su nombre a la recepcionista y pasarle su identificación.

Mierda. ¿Qué edad siquiera debes tener para visitar a alguien en este lugar? Busco mi licencia de conducir y espero mi turno. Billie me aprieta la mano y me giro para sonreírle ligeramente.

-Siguiente.--grita una voz. Me coloco frente a la ventana y le digo a la mujer de rostro severo, a quien vine a visitar.

-¿Estás en la lista?.--pregunta. Asiento. Las cartas indican que fui a visitar a mi padre en varias ocasiones desde que fue encarcelado.

-¿Qué hay de ella?.--señala con la cabeza hacia Billie, quién le muestra su licencia de conducir.

Ella le devuelve su identificación y niega con la cabeza.

-No está en la lista.

-Oh.--digo. Le toma unos pocos minutos ingresar todo en la computadora, y luego me da un pase de visitante.

-Deje su bolso con su amiga.--dice.--Puede esperar aquí.

Siento ganas de gritar. No quiero ir ahí sola y hablar con un hombre que se supone es mi padre. Billie tiene sus asuntos bajo control. Quiero que venga conmigo.

-No sé si puedo hacer esto.--digo.--Ni siquiera sé qué preguntarle.

Me agarra de los hombros e inclina la cabeza para mirarme a los ojos.

-______, basada en sus cartas manipulativas, ese hombre parece un idiota. No caigas en su encanto. Obtén respuestas y sal, ¿de acuerdo?

Asiento.

-De acuerdo.--digo. Miro alrededor de la lúgubre área de espera, con paredes amarillas y plantas dolorosamente colocadas en macetas.--¿Esperarás aquí?

-Sí.--dice en voz baja. Mira mis ojos, una leve sonrisa en los labios.

Me hace sentir como si quisiera darme un beso, y me asusta. Peligro desconocido. Salvo que ya sé lo que se siente al besarla. Simplemente no lo recuerdo.

Jamais, jamais (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora