VI

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Eunbi.

  Ella estaba allí, estaba mucho más perfecta y hermosa. Se veía alegre como siempre, dulce y encantadora. Maldita sea. ¿Por qué había vuelto? No podía permitir que me robara a Yerin, porque Yerin era mía y sólo mía.

  Soo-young se había ido ya, y yo estaba segura de que no volvería jamás. Era mi turno de tener a Yerin, y cuatro años no me habían sido suficientes para ser suya. Necesitaba enamorarla, encantarla. Y si Soo-young estaba allí no podría.

  Tenía que deshacerme de ella, y pronto.

  Habían pasado tantas cosas que no me había dado cuenta del hecho de que dejé de recibir cartas. Aunque, siendo sincera, no las extrañaba. Si no eran de Yerin, realmente no me importaba demasiado. Aunque seguramente tampoco me habría importado si hubieran sido de Yerin, porque no me van las personas cobardes que no dan la cara.

  Había escuchado todo, cada parte de lo que había dicho Soo-young. O al menos lo suficiente para darme cuenta de que ella aún estaba enamorada de Yerin; era un peligro. Yo estaba en cuenta de lo muy enamorada que había estado Yerin de Soo-young y de lo muy loca que la traía. Me llevaba ventaja, sería más fácil para ella hacer renacer los sentimientos de Yerin con sólo un chasquear de dedos.

  Y eso me molestaba muchísimo, tanto que no abrí la boca para decir absolutamente nada en la mesa, y me dolió que sólo Moon Bin se diera cuenta. Yerin estuvo todo el tiempo entretenida con JungKook y Soo-young. Me puse a pensar, ¿En qué momento dejamos de ser las amigas de siempre? Sentí que era mi culpa por haberla besado y confundido.

  No había probabilidad de que ella sintiera lo mismo, ¿Cierto? Claro que no.

— ¿Eunbi? ¿Sigues ahí?

  Me volteé hacia Moon Bin, quien me miraba con una expresión de preocupación. Asentí, supe que me había estado hablando y no lo había escuchado. No podía dejar de pensar. Ya nos encontrábamos fuera de las cabañas fotografiando árboles e inspeccionándolos. Era todo muy hermoso, pero no lo disfrutaba como me hubiera gustado.

— Más vale que te apures y dejes de dar vueltas, estámos atrasados por tu culpa.

— Creo que no hablaré con Yerin. — le corté.

  Me miró.

— ¿A qué te refieres?

— Yerin aún me gusta, y Soo-young ha vuelto, tengo que hacer algo.

— ¿Quién es Soo-young?

— Es la ex de Yerin, y ellas tuvieron historia, una gran historia. No puedo permitir que terminen juntas, no de nuevo. Me voy a volver loca.

— ¿Lo harás para estar con Yerin?

— ¿Qué? No.

  Moon Bin se quedó perplejo, y me miró como si estuviera loca. Él era el que estaba loco, no yo. Es decir, no tenía sentido; yo no iba a estar con Yerin, ya que ella no sentía lo mismo que yo. Sólo debía hacer que ella y Soo-young no volvieran a estar juntas, y así todo estaría bien.

— ¿Por qué no quieres que Yerin esté con Soo-young si tú no vas a estar con ella?

— Porque ella me gusta.

— Pero, ¿Tampoco quieres estar con ella?

— No.

— Estás loca.

  ¿Qué? No veía por qué se ponía así si yo no estaba diciendo ni haciendo nada loco. Mi lógica era totalmente certera y no tenía fallas.

— ¿Y qué hay con Yerin? — me preguntó. — ¿Sólo le quitarás lo que quiere?

El Arte de Amar. - Sinrin. (Artes #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora