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  Una sonrisa estaba plantada en mis labios mientras escuchaba a Soo-young hablarme sobre las personas en California, en especial sus compañeros y vecinos. Mis manos estaban ocupadas haciendo un café para mi novia, quien estaba impaciente sentada en la mesa delante del bar. Cuando terminé, me di la vuelta y le dejé el café delante de ella. Yo, en cambio, tomé un vaso de la alacena y lo dejé sobre la mesada; luego, me dirigí al refrigerador y tomé una jarra con un licuado y lo serví en este para luego volver a guardarla. Me dirigí a la mesa y me senté a su lado.

— ¿Qué es eso? — dijo en el momento en el que vio mi vaso.

— Es licuado de banana y espínacas.

  Me reí al ver la expresión de su cara, la cual reflejaba mucho asco al imaginar la mezcla. La cuestión es que era muy saludable, y para mí era muy rico así que lo bebía. Ella no me hizo caso y se dignó a tomar su café en silencio, echándome una que otra mirada mientras yo le daba sorbos a mi batido. Sonreí mientras me volteaba a mirarla y le tendía el vaso.

— ¿Quieres?

— No, gracias. — dijo instantáneamente.

— Entónces, ¿qué miras tanto?

— Es que no puedo creer que te guste... Es decir, siempre has hecho estás mezclas raras, pero, ¿banana y espinacas?

  Me reí y me terminé lo que quedaba de un sorbo, para luego levantarme y lavar el vaso en la vajilla. Me puse a pensar en que ahora Eunbi estaba teniendo terapia por lo que había sucedido, y esperaba que eso le ayudara a poder estar bien de nuevo. Extrañaba verla sonreír, a pesar de que ya no éramos amigas. Aún así, me alegraba saber que ella me había dejado hablar con ella, después de tanto tiempo... Me alegraba saber que ella con los días mostraba avances.

— Amorcito.

  Casi me derretí. — ¿Sí, Joy? — me volteé a verla.

— ¿Qué pasará con tus padres?

  Me quedé tiesa al oírle preguntar eso. Pues, era una gran pregunta, y no sabía bien que responder. Ya que ahora estábamos juntas otra vez, tendría que ver como hacer una vez más con ellos, ya que tenía que luchar con la idea de que Soo-young tendría miedo de que pasaría con su relación y esas cosas. Algo se debería hacer.

— Porque yo quiero que ellos sepan.

  La miré de reojo antes de centrar mis ojos en ella, quien en realidad no me estaba mirando, sino que me estaba dando la espalda. Me sorprendió que ella dijera eso, pues antes no me había dejado que ellos sospecharan nada. Es más, esa misma mañana mis padres se habían alegrado de ver a Soo-young después de tanto tiempo, y una vez más habíamos fingido que nada pasaba; que éramos amigas.

— Oh... Joy. Que sorpresa. — sonreí acercándome a ella.

  Ella se levantó de su silla con una sonrisa tímida y se acercó a mí para luego rodear mi cuello con sus brazos, permitiéndome colocar los míos alrededor de sus caderas. Aún no entendía como es que había logrado volver a enamorarme tan rápido, sintiendo que ella era mi vida entera, y que la vida entera me estaba gritando que ella era para mí. Ella estaba sonríendo, y eso me hacía feliz, tan feliz que sentía que iba a explotar y desde mi interior iban a salir volando miles de mariposas.

— ¿Vamos a decirles que estámos juntas?... — me preguntó.

  Asentí frenéticamente. — Por supuesto que sí, bebé. Claro que lo vamos a hacer, es lo que he querido desde el primer día en que nos convertimos en pareja.

  Soltó una risa boba y dejó caer su frente sobre uno de mis hombros, y yo me reí también. Nos reíamos, así como los enamorados y enamoradas se ríen, de forma boba y torpe. Temblando y derritiéndose como una gelatina al sol. Tan dulce que te da diabetes, y eso no lo puedes evitar.

El Arte de Amar. - Sinrin. (Artes #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora